martes, 16 de octubre de 2018

Dos gotas de cianuro


Dos hombres, una barra de bar, un tercio y un Cola Cao. Pudiera parecer incongruente lo pedido, pero no tanto. Uno recién levantado y el otro recién estrenada la salida dominical con ganas de aperitivo y charlas entre amigos.
Gentes que entran y salen de un pequeño bar y estrecheces consentidas frente al marco incomparable en mi ciudad de la fachada de una iglesia convertida en catedral.
Charla animada, sin gran profundidad, pero charla al fin y al cabo entre dos hombres unidos por una mujer en común a caballo entre un padre y un novio.
Todo bien, todo correcto, todo lo esperado, faltando quizás sólo un plato de verdes aceitunas para quien no probó pastel.
Pero el mal tiempo, los nubarrones, los truenos, relámpagos y centellas, acudieron a mi oído susurrados por la voz de una mujer conocida a la que por su obra y aparente gracia tendré que comenzar a desconocer aún más.
No hice nada para merecer ironías; no hice o mejor dicho, no hicimos nada para merecer comentarios de sonrisa con sabor a crítica; no hice nada para merecer reproches de un “acoplamiento” que siendo consentido, demostró con sus palabras, no gustar a quien me habló incluso del propio destierro o exilio de los dueños de la casa por ese motivo a tierras con forma de cocina.
Lástima en quien parecía ser y sigue empeñándose en demostrar que lo es.
No busco nunca la polémica; no va conmigo el enfrentamiento; no soy aficionado a las disputas. Si tengo, debo o sería recomendable hacerlo, no me duelen nunca prendas en pedir perdón; pero una cosa es eso y otra diferente que se diga más que se piense o se insinúen entre sonrisas, de mí o de los míos, falsedades con el único propósito de alentar orgullos de quien pretendiendo destacar en todo, tarde o temprano acabará estrellándose contra su propia realidad.
Me disgustan mucho las personas que te ofrecen caramelos y cuando los apartas de su envoltorio, tienen sabor a sal.
Me disgustan las personas de medias verdades y aún más las de medias mentiras.
Las que hacen crítica siempre buscando manada y nunca el cuerpo a cuerpo.
Las que a golpe de pecho y senderos o caminos que debieran ser de humildad, los embarran con lodos de egos consentidos por unos y padecidos por otros.
Las personas que sólo miran al espejo de los demás.
En definitiva, aquellas que no sabrán nunca medir el efecto de unas palabras ni el aderezo de dos gotas de cianuro.



P.D. Sirva esto más que como entrada de blog como un recordatorio de lo que mi corta memoria esconderá imagino en breve, pero que no quisiera olvidar tan fácilmente como debiera.
Por ello, no espero aquí comentarios, ni preguntas de nadie, salvo de mi propia conciencia o de alguna otra ajena a mí.

Gracias



2 comentarios:

  1. Querido Luismi:
    Pues atenta a tu petición sólo compartiré una mirada y una media sonrisa.Ojala no te hubiera tocado nunca.

    ResponderEliminar
  2. De todo se aprende. De lo malo, incluso más. Gracias

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Calle Libertad

  Dejé una calle de nombre Libertad, echando la vista atrás con el gusto amargo de recuerdos que siendo hermosamente pasados y vividos, dudo...