sábado, 12 de enero de 2019

Dos niños y un balón

Un mañana de sábado tan soleada como fría; un día de los que siempre conocí en cualquier mes de enero.

Camino a casa buscando calor, se me acercan dos chavales, un perro y una pelota. Chicos de cara helada que me realizan una pregunta difícil, muy difícil de contestar.

¿Perdone señor, conoce si por aquí cerca hay algún sitio donde podamos dar unas patadas al balón?

Les miro, me miran y por más que me devano los sesos y quiero ayudarles, lo único que puedo contestarles es un “no” con mucha pena.

Pena porque es pena lo que siento cuando me doy cuenta que esos chicos no podrán jugar, simplemente jugar, porque la ciudad ya no es para ellos y porque la sociedad de ahora expulsa de nuestras plazas y calles a unos simples niños que si quieren practicar el divino arte de serlo, deben marchar a las afueras de la vorágine de cemento para no arriesgarse a que la ley de un cartel que dice “prohibido jugar a la pelota” se aplique sobre ellos con todo su peso.

Lejos quedaron aquellos tiempos en los que dos simples piedras en el suelo marcaban una portería sin travesaños para disfrute de todo aquel que simplemente quisiera jugar al juego de ser niño en una infancia feliz.

Hoy, estos chicos, encontrarán cercanos multitud de casas de apuestas y bingos, pero no sabrán o más bien no podrán llamar a puertas de amigos que en pandilla revienten balones, pelotas de ping-pong o bolsas de pipas, simplemente porque no encontrarán cercano ningún lugar que pudiera colgar un cartel que dijera:


“Bienvenidos niños, disfrutad”


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Calle Libertad

  Dejé una calle de nombre Libertad, echando la vista atrás con el gusto amargo de recuerdos que siendo hermosamente pasados y vividos, dudo...