lunes, 10 de junio de 2019

Esbelteces




¡Qué poco amigo soy de esos lugares en los que las personas entran, sufren, se cansan, sudan como animales y marchan a casa como si ná!
Y no me estoy refiriendo al noble oficio del panadero, no. Me refiero a esos gimnasios o megagimnasios que pueblan cada vez más las ciudades que conocemos.
El culto al cuerpo, está tan de moda desde hace ya tanto tiempo, como el culto a lo inculto.
Moldear figuras para acabar siendo hermosas cajas vacías, se da con frecuencia.
Pero no generalicemos, no. También existen personas cuyo afán no se centra en alisar barrigas ni formar vientres con forma de onzas de chocolate.
Algunos por prescripción médica, otros por ocupar espacios de tiempo en ejercicios saludables o simplemente por aquello de que lo que es bueno para el cuerpo debe ser bueno también para la mente, también acuden a estos modernos espacios.
Yo voy más bien de acompañante por no dejar sola a quien más necesita por su condición o condiciones, de un lugar así para sobrellevar mejor la enfermedad.
Las normas, son muy sencillas. Ropa y sobre todo calzado deportivo y una toalla, son obligatorios para quien atraviesa sus puertas.
Asomarse a una sala de megagimnasio, es como abrir una ventana a un mundo desconocido. Hombres y mujeres de todas las edades mínimas exigibles, en movimiento.
Al principio, asusta; quizás más que asustar, acompleja. Ver la pericia de la gente a la hora de manejar cada una de las máquinas a nuestra disposición y uno mismo no ser capaz de discurrir cómo poner esa pierna, cómo estirar ese brazo, o para qué sirve esa palanca, es ciertamente desconcertante.
Pero nadie nació sabiendo y el paso de los días, da lugar con su experiencia, a ver un mundo totalmente diferente.
De entre todos los aparatos o máquinas disponibles, de momento, me estoy haciendo amigo de aquellos cuyo sufrimiento me pueda resultar llevadero.
Subir a una bici y dar pedaladas aunque el viento no me azote la cara, no lo llevo mal.
Andar y correr sobre una cinta en movimiento, aunque aburrido, es pasable si te atrincheras con una buena música que llevarte a los oídos.
Incluso poco a poco, me voy haciendo amigo de un aparato que bien pudiera ser un entrenamiento para una regata entre Oxford y Cambridge. Aunque en mi caso y por edad, se asemejara más bien a las galeras de Ben-Hur.
Máquinas para potenciar bíceps, tríceps y toda clase de “ceps”. De pie, sentado, o ni pa ti ni pa mi…
Pero existe un aparato que aún no he probado y dudo mucho llegue a utilizar.
Yo lo he bautizado como el aparato del “Cucu-Tras” aunque su nombre técnico sea el de banco lumbar.
Imaginemos por un momento, querido lector, que somos el Capitán de una Compañía del Ejército perfectamente formada y alineada.
Nos situamos lateralmente, observando la perfecta alineación de la primera fila; nadie sobresale. Si acaso, alguna barriga más prominente que otra. De repente, un individuo o individua, asoma como si fuera uno de esos muñecos tentempiés con los que juegan los bebés, moviéndose como ellos adelante y atrás. Ahora me ves, ahora no me ves…
Ya me ha ocurrido varias veces; bicis alineadas, aparatos alineados y de repente, el Sr. Cachas que aparece y desaparece con sus brazos musculosos y su cara de estreñido sin W.C. cercano.
Debo apartar la mirada porque soy de esas personas que difícilmente acierto a disimular mi estado anímico y tampoco es plan de mosquear a nadie con esa carcajada interior que como fiera sin atar intentara escapar.
Por si alguien sigue sin tener muy claro de cómo es este aparato tan así, adjunto el enlace a un vídeo explicativo de una guapa deportista que afortunadamente no es nada parecida al musculoso Sr. Cachas que habita mi pradera.
No voy a extenderme más en otros aparatos de sube y baja, estira y contrae, o álzame allí esos kilos.
Hasta aquí esos minutos de sala de sudores y esfuerzos. A continuación hablaré de una sala mucho más relajante y apetecible: El SPA.
¿Alguien se ha preguntado alguna vez de dónde procede esa palabra? Yo sí, hoy.
La palabra spa significa 'balneario' y procede de la ciudad belga Spa, en la provincia de Lieja, conocida por sus baños desde la época romana y mencionada por Plinio el Viejo en su Naturalis Historia (c. 77-79 dC.).
Un poco de culturilla siempre viene bien.
Pero para llegar al Spa, siempre debemos pasar primero por el vestuario para cambiarnos, calzarnos chanclas y bañador y un gorrito del que hablaré dentro de unas líneas.
El mundo del vestuario masculino, es un mundo aparte. Uno llega allí y respira calores y olores diversos. Lo del olor para mí es metafórico puesto que no los siento ni padezco a Dios gracias.
Hombres jóvenes, otros como yo menos y luego está la subespecie de los hombres “nota”.
Yo les llamo así porque deben ser felices dando la nota; son hombres que pululan por los pasillos de los vestuarios buscando no sé qué para que el mundo se fije en sus no sé cómo.
Es decir, que circulan completamente en pelotas presumiendo de lo que tienen, aunque a mí e imagino que a unos cuantos nos llama más la atención el cerebro del que carecen. Y ya si se juntan frente a frente dos de estos hablando sin cigarro y los puros colgando, apaga y vámonos.
Menos mal que la estancia en ese vestuario es corta. El caso es que uno se ciñe el bañador, se calza sus chanclas y gorrito en mano, accede a la zona de piscina y spa.
Y ahora, es cuando entra en acción el gorrito. El gorrito es una prenda obligatoria y necesaria para no desperdigar pelos y lo que no son pelos por los líquidos elementos.
Los hay de muchos colores y de varios materiales. A mí me tocó en suerte durante los primeros días uno de esos gorritos de goma que se ajustan tan bien a la cabeza, que tienes la sensación de que tus neuronas se acojonan por la presión. Pero lo verdaderamente impresionante de estos gorros, viene cuando te miras al espejo.
Allí no ves al Luismi normal, no. Allí ves con perdón, una cabeza-polla. Ya sé que no es mi costumbre hablar así, pero es que no encuentro un modo mejor de definir aquello.
En fin, que una vez duchado antes de entrar, con el gorro, bañador, chanclas y toalla, ya puedes acceder al famoso spa.
Es un sitio agradable. Con sonidos de corriente de agua en la naturaleza aunque lo más cercano a la misma allí, sean unas plantas de plástico decorativas entre guijarros de muchos colores.
No existe un recorrido predefinido a realizar. Uno es muy libre de comenzar por la zona que prefiera y permanecer allí si se quiere hasta que nos confundan con una uva pasa.
Debo reconocer que el agua relaja; sus burbujas que muchas veces no sabes ni de donde salen, ayudan a sentirte bien. La temperatura, ideal; ni frío ni calor. No cuesta ningún trabajo introducirte en estas minipiscinas en las que siempre se hace pie.
¿Quieres chorros para manos y pies? Los tienes
¿Quieres chorros directos al glúteo? También los tienes
Brazos, piernas, costados, costillares… Para todo hay chorros específicos.
Están las duchas. Unas duchas especiales, que si en casa las tuviéramos, necesitaríamos asideros para que cuando abriéramos su grifo, no acabáramos en el salón. ¡Que potencia de chorro!
Y luego están los que yo llamo quitapenas porque mientras te están dando, hacen que te olvides de todo lo demás. Tú te sitúas de pie en un determinado punto y desde el fondo te vienen aguas con tal potencia, que cuando yo me pongo allí, los huevos se me esconden acojonaos y nunca mejor dicho.
Eso sí; las piernas se te quedan como de chicle después de un vendaval así.
Para el final, suelo dejar esa otra pequeña porción de piscina que se agradece porque la temperatura del agua es esa que sin saberla te hace pensar: “qué calentito se está aquí”. Una gozada.
“Camas calientes”. Pudiera parecer el título de una peli porno, pero nada más alejado, aunque su título las defina perfectamente.
Camas, son; anatómicas, también, aunque de la clase “anatómicas forenses” porque son de piedra. La diferencia con otras camas, reside en su temperatura. Tú te acuestas o más bien amoldas tu cuerpo allí y te reciben temperaturas de 36 a 40 grados. Puedo prometer y prometo que yo allí me echaría siestas después de tanto baño.
La sauna finlandesa, el baño turco, o la terma romana, no son de mi especial predilección. Donde esté pasar calor al sol y beber de botijo, que se quite todo eso.
Muy aconsejable visitar uno de estos spa, aunque como yo, deba hacerlo sin lentes con el riesgo de dirigirme a alguien pensando que es mi señora y resultar ser la vecina del segundo con la que no me hablo porque su estupidez lo impide.
Menos mal que aún sin gafas, al menos distingo una mujer de uno de los “notas”. Si no fuera así, no quiero pensar cual sería mi futuro a mi regreso al vestuario.
Y hasta aquí una descripción más o menos detallada de un lugar en el que a modo de clínica dental entras, sufres y sales como nuevo. Cuando me aparezca algún músculo, avisaré con tiempo.
Sigan atentos a sus pantallas.


6 comentarios:

  1. ¡Uf! Pues, mira, los gimnasios no me gustan demasiado. Nunca he ido a ninguno porque no me llaman la atención, tal vez si los probara me aficionaría a ir, pero prefiero otro tipo de actividades en la naturaleza, al aire libre. Y con lo del Spa,eso si lo he probado y la verdad es que es muy relajante, no lo voy a negar y se pasa muy bien, pero tampoco soy de mucha agua, soy de secano, así que no me llaman mucho la atención. Lo que si me encanta son los masajes. Esos si, pasaría el día entero tumbada en la camilla dejándome masajear.
    Bueno pues me alegro que resultara bien esa escapadita al SPA
    Un abrazo, Luismi.

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  2. Querido cabeza-polla....
    No me puedo creer semejante descripción !!!!
    Este vocabulario no es propio de ti, serán las malas compañías a la hora de comerse un bocata de chorizo con un mini en las fiestas.
    Pasma me dejaste...No pude parar de reír a carcajadas limpia y toda la chiquilleria del burguér king me miraba pensando en de que se reiria está vieja loca.
    No hay otra cosa que más me gustara ahora mismo que compartir un ratito de ese gym que ha conseguido que la señora inspiración llegará de nuevo a tu casa.
    Disfruta de las vistas , del calorcito y de los chorros que consiguen esconder partes de tu cuerpo.

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  3. Ja,ja,jáaaaaaaaa, cómo me he divertido y cuánta verdad he leído. Mira yo me he librado de una hernia discal por pinzamiento lumbar, desde que nació mi hija mayor. He tenido que hacer una tabla de ejercicios personalizados por mi médico y he nadado más que un delfín durante años. Llega un momento en que el desgaste del cuerpo por edad es más que natural y es sabido que hay genética de por medio, así que ahora solo camino a diario porque mis rodillas están fatal.
    De los gimnasios podría contarte muchas cosas, el reumatólogo me decía que hay mucho oligofrénico que desarrolla músculos creyendo que adelgaza, cuando no es cierto. El músculo se rodea de grasa, te lo juro, está comprobado. Muchos van para que les vean y otros ciertamente porque lo necesitan. Pero hay que tener cuidado y no pasarse, en la fibromialgia por ejemplo, supongo que ya lo sabréis.
    Y en cuanto al spa, solo he ido una vez, la paliza que nos llevamos fue de órdago, pero eso sí, cuando llegas a la sala de relax, te quedas como nuevo. No he repetido, ni creo que lo haga. Solo mantendré mis 36 largos de piscina, que de verdad, es lo único que me ha servido y sirve para algo.
    Las clínicas de rehabilitación están llenas de accidentes de los gimnasios, por no saber anatomía ni tener una persona especializada que te guíe.
    En definitiva, diviértete pero sin esfuerzo. No te mortifiques. Ella en cambio es punto y aparte. Cuídala.
    Un abrazo, Luismi.

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  4. Gracias Rita. Te puedo asegurar que yo también soy de secano. Ni siquiera sé nadar, pero debo reconocer que no se está mal allí, no.
    Lo de los masajes nunca lo he probado; algún día quizás.

    Un abrazo

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  5. Querida Lady Writer:

    Todos escondemos siempre algo; aunque sea el lenguaje de la calle impropio en mí a la hora de escribir, aunque no a la hora de hablar que si me pongo... también puedo ser como la choni del barrio jejeje.

    Espero que algún día te apuntes y puedas compartir con nosotros alguno de estos aparatos y chorros salvajes. Lo pasarías bien, seguro.

    Besos gimnásticos

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  6. Querida Remedios:

    Yo la grasa ya la llevo de serie, así que el músculo no hace falta que se rodee de la misma jejeje. Puedes estar tranquila, que no nos pasamos. Lo hacemos con suavidad y sobre todo para despejar un poco de cuerpo y mente que falta le hace sobre todo a mi "amiga de siempre". Intentaré cuidarla siempre que se deje jejeje.

    Un abrazo fuerte querida amiga

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