Escribir o no escribir. Me devano los sesos y mientras mi mano dice no, mi cabeza me dice que no tengo más remedio.
Tengo por sana costumbre tumbarme en el sofá después de comer y aprovechar ese momento para ver por televisión las noticias del día, si el señor don sueño no me vence antes.
Hoy no iba a ser una excepción y más si cabe, porque se retransmitía el debate sobre el Estado de la Nación.
En un claro ejercicio de masoquismo puro, he escuchado con atención lo que el Presidente del Gobierno hablaba a una hoy sí repleta Cámara de Diputados.
Pocas cosas me sorprenden ya de nuestro ínclito Presidente. Quizás sí que me ha dejado perplejo volver a escuchar de su boca cómo las perspectivas económicas de nuestro país y los avances en su gestión, superaban a países "tan poco relevantes en el concierto internacional", como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido.
Y lo dice tan convencido y se queda tan ancho, que mi perplejidad más que desbordarme, es que ya me chorrea a borbotones. Con esa media sonrisa, ese movimiento enérgico de manos y ese arqueo de las mismas cejas que un día fueron símbolo de ciertos cantantes, actores y demás personajes de cierta fama o relumbrón y que hoy permanecen escondidos o más bien huidos cual ratas de un barco que zozobra irremisiblemente y que ahora que es momento de arrimar el hombro, prefieren permanecer cobijados bajo la protección de las barras y estrellas del que ahora sí es amigo bajo cuyo manto quieren incluso que nazcan sus hijos.
Y mientras escucho a este Presidente, me acuerdo de las miles de familias que viven ya en una auténtica miseria humana y social y de aquellas otras que tienen que llorar a sus hijos muertos en una guerra que ahora no es guerra, y en una misión de paz sin paz y que no tienen siquiera el consuelo de los que un día fueron valientes para decir a voz en grito "NO A LA GUERRA" y ahora guardan un cobarde silencio.
Ya no me valen excusas, ni acuerdos internacionales, ni falsas verdades. Me uno al pueblo que lucha, al pueblo que sufre, al pueblo que odia la violencia mientras tiene que ver como aquellos que la apoyan se ríen de todos nosotros en las Instituciones que ahora ocupan, mientras este Gobierno ha mirado conscientemente hacia otro lado.
Y me duele sobremanera que el orgullo que siempre he tenido por ser español, se vea manchado por alguien que ha conseguido que España sea el hazmerreír de medio mundo y el hazme llorar del otro medio.


