miércoles, 20 de marzo de 2024

Parada y fonda

 




Llegó el momento, sí; antes de lo previsto y por circunstancias aún más inesperadas. Llegó el momento de hacer parada y fonda y abandonar cuarenta años de madrugones, de transportes abarrotados de un público que como yo debía buscarse la vida perdidos en la inmensidad de la gran ciudad.

La salud debe ser siempre lo primero en ser buscado y lo último en ser perdido. 

Ha sido casi un año de baja laboral desde aquel veintiuno de marzo de dos mil veintitrés en el que tuve que echar el freno antes de que mi visión me hiciera descarrilar definitivamente.

Casi un año de mil visitas a hospital, de muchas noches de insomnio inquieto en la madrugada de los que buscan esperanza aún dentro de nubarrones muy negros.

Días también de confianza agarrado a una fe que gracias a Dios y a algún amigo que sé le acompaña, siempre han velado por mí.

El tiempo desgasta y su transcurrir sin noticias, aún más hasta que por fin hace escasamente diez días, una resolución en cuatro folios declaraba que esa persona que en nombre y apellidos era idéntica a la mía, oficialmente era declarada de forma permanente y absoluta, incapaz para realizar cualquier actividad laboral y por ello pasaba a formar parte del selecto grupo de aquellos denominados pensionistas.

Pudiera sonar a drástico, triste o incluso amargamente penoso, pero a mí me sonó a justo. Justo porque es lo que la vida me ha puesto delante de esos ojos que con mucha dificultad ven hasta un límite muy limitado, pero un límite al fin y al cabo.

No odio al mundo, ni a mi suerte, ni a la vida y mucho menos a Dios. Es los que me ha tocado vivir y doy gracias por ello. Y doy gracias a todos aquellos que durante estos cuarenta años como trabajador han formado parte de ese curriculum que hoy toca a su fin.

No daré nombres, pero existen personas que no fueron compañeros o jefes míos sino que fueron verdaderos amigos. Sí, fueron pocos, quizás no más de uno o dos, pero su grandeza multiplica sus obras por mil.

Con el resto, compartí trabajos, alguna risa y quizás mil cervezas y dejo atrás la satisfacción plena del deber cumplido.

Al final como en las buenas películas, los que quedan son los buenos y para mí los buenos han sido, son y serán siempre los míos. 

Ahora es hora de volver a casa desde cualquier lugar que no sean las cuatro paredes de ninguna oficina. Es hora de visitar obras como cualquier jubilado, con la diferencia de que a mí las obras que más me interesan son las de teatro, cine o sucedáneos y siempre acompañado por aquella que formó y sigue formando la mayor parte de lo vivido hasta aquí.

La música la seguiré llevando en mis genes y ahora tendré tiempo de degustar sin prisas unos buenos acordes, unos buenos audiolibros o unas letras que aún con bastante dificultad quiero seguir escribiendo en mi añorado y últimamente muy abandonado Café del Swing. Nunca es tarde si la dicha es buena más aún cuando como una jovencita dijo una vez:

 

 

“Se está mejor en casa que en ningún sitio”

 

 

P.D. Tenía que incluir como música de retorno un tema que siendo de rabiosa actualidad, ha formado parte muy importante de todos estos años. Mr. Knopfler, por muchos años más de buena música.



6 comentarios:

  1. Querido amigo...disfruta de tu jubilación un poco anticipada..y aparte de ver "obras"hay muchas cosas que hacer y sobre todo esperamos leerte de vez en cuando.Eres una gran persona y te deseo en tu nueva etapa todo lo mejor....tienes a tu lado una gran familia,que es la que te mereces...Dios te bendiga amigo...y también tienes todo mi cariño.😘

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    1. Muchas gracias por tu comentario y tus deseos aunque al ser anónimo, me cuesta un poco saber quién eres. Deben ser los años jejeje

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  2. Querido Luismi. Me alegro de esta nueva etapa en tu vida y me alegro aún más de tu vuelta a este pequeño espacio donde nos haces ver esas pequeñas cosas que solo tu puedes apreciar en cada una de las cosas qye pasan por delante de tu mirada. Un perfecto momento para afilar esos comentarios tan acertados en todas tus publicaciones. Gracias por volver y compartir esta buena nueva que ya me adelantaste en su día.

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    1. Gracias a ti por seguir y acompañar de manera virtual y personalmente aquello que me va ocurriendo cotidianamente. Por muchos años así. Besos y abrazos

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  3. Hola, chico de la mochila, que ahora quizá la tienes reposando después de muchas andanzas.
    Claro que sabes quién soy, alguien que te aprecia y ahora se alegra de que ya figures en el apartado de jubilatas, no te rías, es así como los llama la persona que tengo a mi lado la friolera de 50 años, bodas de oro que muchos no llegan a celebrar, por la razón que sea.
    Ahora es pronto, disfruta de tu casa y de la familia, pero más adelante recuerdas los años de profesional, echas de menos vivencias y como yo, correr por largos pasillos fonendo en mano, porque el sonido de un monitor te avisa que algo no bueno está pasando.
    Somos muchos los incapacitados, yo soy una de ellos, sigo luchando con mi cáncer totalmente inesperado y ya llevo tres años con un tratamiento que produce mucha fatiga. Faltan dos más para recibir el alta si nuestro Dios quiere y si no quiere, no me iré sin despedirme de mis amigos.
    Mucha suerte chico de la mochila, o Luismi, como más te guste y me alegro haber visto que publicabas por fin.

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    1. Me puedes llamar como quieras amiga. Con ambas formas me identifico. Fueron muchos años de mochila al hombro. No sé si llegaré a echar de menos algo de los años trabajados; no lo sé. No tuve trabajos tan intensos ni tan de servicio a los demás como el tuyo. El tiempo lo dirá.
      El título de jubileta me gusta jejeje.
      Me alegra mucho saber que tienes ya una gran parte ganada hasta que un día te puedan decir "lo conseguiste". Rezo por ello y aprovechando, te deseo una Feliz Pascua para ti y los tuyos.
      Un fuerte abrazo y muchas gracias 😘😘🤗🤗

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