lunes, 21 de noviembre de 2011

Un asiento vacío


La vida suele dar muchas vueltas y en alguna de ellas nos deja reflexiones que cultivan pensamientos en forma de tormentos que nos persiguen o enseñanzas que nos enriquecen.

El pasado sábado, por una de esas casualidades, coincidí con alguien al que no esperaba encontrarme.

Subido a un autocar con destino a un pueblo en el que siempre me espera una viejecilla a la que le debo algo más que la vida, se sentó junto a mí un señor de más o menos mi misma edad.

No soy una persona a la que le guste demasiado conversar en los viajes. Prefiero dormitar o si el paisaje lo merece, dedicarme a su contemplación.

Pero no sé por qué, con este señor tuve enseguida la sensación de que nos habíamos visto antes.

Y fue un sentimiento mutuo, porque rápidamente ambos nos dimos cuenta que algún nexo invisible nos unía.

Coincidencias de la vida, nuestro destino era el mismo y el motivo de nuestro viaje, era similar.

Incluso el hecho de ser un viaje relámpago de ida y vuelta en el día, confería a este encuentro el apelativo de al menos, peculiar por tanta coincidencia.

Él me comentaba que como yo, iba a visitar a su madre a la que hacía tiempo que no veía, pero que para él, se trataba más de un trámite a cumplir y de una obligación moral, que de un hecho realmente apetecible por el que mereciera la pena realizar este cansado viaje de ida y vuelta en el mismo día.

Nuestra conversación resultó más bien intrascendente y creo que poco enriquecedora para ambos. Quizás al coincidir también en el trayecto de regreso a Madrid, fuera más amena.

Y así fue realmente. A pesar del cansancio acumulado, de unos asientos más bien incómodos y de una noche realmente desapacible, el viaje resultó ser mucho más agradable de lo que yo esperaba.

Incluso hubo momentos al margen de nuestra conversación, para en la intimidad de uno mismo, recordar con cariño cómo esa tarde había compartido con mi madre los mazapanes sin azúcar que quise regalarle y de cómo nos reímos de su glotonería desdentada. Sólo por eso, ya mereció la pena el viaje.

Son recuerdos y pensamientos agradables que a uno le gusta compartir y que no pude hacer con mi compañero de viaje, porque al intentarlo, sólo encontré un asiento vacío.

10 comentarios:

  1. Ufffffff, será por eso que hay que disfrutar tanto cada instante, por más corto que este sea.
    El viaje de ida siempre a pleno, sin proyectar el después...
    Besitos

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  2. Bueno Luismi, gracias por compartirlo, no siempre hallamos ese compañero, pero lo bonito, fue que estuvieres con tu madre y que la hicieras feliz con tu cariño, presencia y mazapanes
    Te dejo mi beso de ternura
    Sor. Cecilia

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  3. Hola Luismi... hay días diferentes, que por coincidencias del destino nos topamos en el camino con personas muy agradables o por lo menos con algo en común que nos familiariza y nos hace pasar momentos especiales.

    Abrazos alados Luimi, buen inicio de semana!!!

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  4. Mi otro yo y yo mismo, os agradecemos los comentarios.

    Besos y abrazos siempre

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  5. ¿Un encuentro contigo mismo Luismi?, es curioso cuando viajamos solemos recordar y de esas añoranzas aflora nuestro yo íntimo y privado...Es bueno hablar con él de vez en cuando, siempre tiene buenos consejos para escuchar,
    Un abrazo para ti.

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  6. Yo estuve trabajando fuera durante 21 años y veía a mi madre solo los fines de semana(y no todos)...Por fin conseguí traslado y volví a mi pueblo pidiendo además un centro cercano a la casa de mi madre y así puedo ir cada día a desayunar con ella y charlamos un rato...es uno de los mejores momentos del día...así que te entiendo...es una triste pena que para algunos sea un tramite ...pero cada cual conoce su historia ...y creo que el mejor momento para enjuiciar a los demás es nunca...me alegro que tu viaje fuese como fue y lo siento por tu compañero de asiento...En otro orden de cosas, tu fondo de blog (el nuevo de ahora) es muy chulo...un abrazo, caro amigo

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  7. Dos amigos juntos por aquí. Taty y Alfonso. Pues sí, fue un viaje conmigo mismo. En el que uno tenía ganas de ir y el otro pensaba no sin razones, que era una paliza de viaje para un encuentro de poco más de una hora. Afortunadamente, ganó el primero y los pequeños detalles se valoraron más que cualquier otro razonamiento.
    Querido Alfonso, me alegra que te guste este fondo. Ya sabes que puedes pasar a tomar lo que quieras de esas estanterías repletas, aunque con toda tu actividad que leo en tu blog aunque no comente, no sé si te quedará tiempo....jejeje.

    Un fuerte abrazo amigos

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  8. Cuando hablamos con nosotros mismos las conclusiones que sacamos no siempre están de acuerdo, tenemos un ángel y un diablo, un si y un no, una sonrisa y una lágrima.
    Lo bueno es que la gran mayoría de las veces gana lo mas cabal.
    Y tu cumpliste con tu objetivo y recibiste los mimos que necesitabas:-)

    Besitos y sonrisas para ambos yosss :-)

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  9. Muchas gracias amiga de parte de los dos, jejeje.

    Beitos

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Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...