domingo, 8 de marzo de 2020

Un canto lejano

Nunca faltará en mis letras un recuerdo de lo bueno, porque de lo malo, ya se encargará el propio tiempo de olvidarlo.
No era mi intención asomarme aún a mí mismo después de un mes sin hacerlo por aquí, pero de bien nacidos es ser agradecidos y se hacía necesario un homenaje para aquel que siendo pequeño, llenó mucho espacio de alegría.
Cuando la compañía se hace canto o ese canto acompaña soledades, es cuando quizás más se añora lo que debió partir porque la vida no perdona y la muerte aún menos.
Quizás no sea muy común hablar de Bruno cuando no deja de ser para muchos un simple canario como otro cualquiera de los que en multitud de hogares ocupan el espacio que nosotros le queramos dar.
Puede que no les falte razón, pero para mí, Bruno fue canto hecho ave y ave que nació para cantar y alegrar ánimos de horas bajas.
Escribir, reproducir música y escuchar al fondo desgañitarse un animal encerrado entre barrotes, forma parte de muchos momentos que he vivido y que no sé si algún día volveré a repetir.
Un animal de oído fino, voz aguda y hermoso pelaje. De pico asesino cuando alguien intentaba invadir sus dominios, pero de mirada alegre y bailarín de ratos entrañables y músicas cercanas.
Incomprendido por algunos, admirado por otros y añorado por todos los miembros de esta familia que de uno u otro modo, no dejábamos de sorprendernos con ese pequeño ser que llenó tantos ratos familiares.
Parecía inmortal; sin saber exactamente si fueron doce, trece años o un par de siglos los que vivió. Pero agradecidos, muy agradecidos por tantos años junto a nosotros.
Se marchó sin decir ni pio el pasado cinco de marzo; quisiera pensar que a ese lugar donde vuelan no solo los que tienen alas para hacerlo sino todos aquellos que sembraron bien aquí para vivir en plena libertad allá.
Ahora el silencio empaña el recuerdo, pero siempre creo que me quedará un canto lejano que seguiré sintiendo muy cerquita de mí.





GRACIAS BRUNO


5 comentarios:

  1. Te entiendo mucho más de lo que puedas creer. He pasado ya tres veces por esa experiencia, un periquito listo como un ratón, un agapornis que vivió años con ataques epilépticos casi desde que vino a casa y vivió casi ciego diez años. Con mis propias manos le daba masajes y hasta de comer. La última una agapornis lutina que puso 36 huevos y que vivió 13 años. El vacío que dejan estos polluelos es muy grande. Ahora tengo una ninfa silbadora.
    Lo mismo que hay un cielo para perros, lo hay para estos ángeles con plumas.
    Lo siento.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. ¡Cuánto se les quiere!Y lo mismo da que sean pájaros, perros, gatos...¡Son parte de la familia!Así los veo yo siempre. Yo tuve una perrita a la que quise con toda mi alma durante los 15 años que vivió con nosotros, y a un pajarito que vivió 19 años a nuestro lado. Nunca me olvido de ellos. Ahora tengo otro perro, que rescaté de la calle. Nos hace compañía y nos alegra la vida.No sabría estar sin él.
    Siento mucho lo de tu pérdida, seguro que donde esté volará feliz.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias por vuestros comentarios. Me encanta saber que además de compartir letras, también compartimos respeto y cariño hacia estos seres que pidiendo tan poco, nos dan tanto.

    Un fuerte abrazo amigas

    ResponderEliminar
  4. Siento lo de tu canario. Un saludo

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Calle Libertad

  Dejé una calle de nombre Libertad, echando la vista atrás con el gusto amargo de recuerdos que siendo hermosamente pasados y vividos, dudo...