viernes, 26 de marzo de 2010

¡Qué desdicha!

Un día cualquiera, en una sala de espera cualquiera, de un hospital y una ciudad cualquiera. Aburro al tiempo, disfrutando de la lectura de un gran libro que Hermann Hesse tuvo a bien escribir, para deleite de los que como yo, buscan una cierta paz espiritual.

Siddhartha, título del libro y protagonista de la obra, me mantiene absorto en una especie de limbo vital, en perfecta simbiosis con su pensamiento mostrado al mundo en párrafos como éste:

Y el lento y pensativo caminante se detuvo de pronto, dominado por esta última idea. Y de ella brotó al punto otra nueva: "El que nada sepa de mí, el que Siddhartha me haya parecido siempre tan extraño y desconocido, proviene de una sola causa: ¡ el miedo a mí mismo, la huida ante mi propio ser ! . He buscado el Atmán y a Brahma. Me hallaba dispuesto a fragmentar mi Yo y a arrancarle cada una de sus envolturas, a penetrar hasta sus zonas más profundas y desconocidas, con el fin de descubrir lo que esas envolturas ocultaban: el Atmán, la vida, lo divino, lo último. Pero en vez de encontrar todo aquello, acabé perdiéndome a mí mismo".

Sabias palabras, que acorde con lo leído hasta el momento, provocaban en mí un sentimiento de paz, de relajación, de cierto estado de nirvana que me alejaba en parte del constante trasiego de mi alrededor. No obstante, hasta mis oídos creyeron escuchar cómo se pronunciaba mi nombre por boca de cierta desconocida persona de blanca indumentaria. Una segunda escucha, corroboró que efectivamente, el nombrado era yo.

Raudo, acudo a su llamada y al traspasar la puerta, un letrero de vastas dimensiones, me expulsa salvajemente de mi ensoñación, de mi simulacro de paz interior, de mi estado benefactor, devolviéndome a una miserable realidad.

Ocho letras, en él impresas, logran amedrentar mis mayores temores. Ocho letras que por separado no llamarían mi atención, pero que juntas y dispuestas en un orden, sacan de mí los peores augurios, los peores sentimientos, lo peor de mí. Una palabra, ocho letras, un acento y un maldito dedo traidor...

¡qué desdicha!




15 comentarios:

  1. ya puestos a juntar letras, pues podían haber sido estas letras ordenadas por este orden: 3-2-6-7-8

    el cuento cambiaría eh?

    Miguel A. Mesa

    ResponderEliminar
  2. Hola, me alegro haber pasado por aqui, porque me ha encantado tu blog, estaré pendiente cuando publiques más y más.... Pasate por mi blog, te espero por allí, un besote desde Salamanca (España)

    ResponderEliminar
  3. No me cabe la menor duda...jejeje

    ResponderEliminar
  4. Hola Ana: muchas gracias y bienvenida a mi pequeño rincón. He comenzado a leer el tuyo y ya me tienes como seguidor y rendido a tus letras.

    Un beso

    ResponderEliminar
  5. jaja, me alegro de que te tomes con tanto sentido del humor una situación tan intimidante.
    La verdad es que la foto da un poco de miedete :)

    Besitos!

    ResponderEliminar
  6. Gran razón la del autor, normal que te mantuviese absorto en la plasticidad del alma. Por desgracia, la firme realidad siempre acaba por resultar aplastante... Un abrazo Luismi

    ResponderEliminar
  7. Afortunadamente, en lugar de House, me tocó en suerte una joven uróloga que me realizó el tacto con mucho tacto. Gracias a la doctora y gracias por tu comentario Mónica.

    Un beso

    ResponderEliminar
  8. La vida suele ser cruel y dura, pero un buen momento, vale por diez malos. Días de preocupación con este tema los he tenido, pero debo alegrarme y he alegrado muchísimo a los míos cuando los resultados demuestran que no había nada grave.

    Un abrazo amigo

    ResponderEliminar
  9. Eso es lo importante, Luismi, que las pruebas hayan salido bien y no tengas que preocuparte por nada. Ahora.........a seguir entusiasmándose con Hesse.

    ResponderEliminar
  10. Perdona Mónica, porque he visto tu otro comentario, pero no sé si lo borré en lugar de publicarlo o no. El caso es que no aparece. De todos modos, muchas gracias por tu interés y sí, afortunadamente los resultados indican que no es nada de lo que deba preocuparme demasiado. Muchas gracias y muchos besos.

    ResponderEliminar
  11. ...al final, apareció. Esto cada día me sorprende más...

    ResponderEliminar
  12. Es bueno a veces ponerle humor a algo serio. Lo hace resultar mas facil. Es lo que hago yo. Una cosa es grave si uno la transforma en eso

    Saludos!

    ResponderEliminar
  13. Tienes toda la razón Werty. Gracias por el comentario.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  14. Mira q os da miedo a los tíos el examen del urólogo...! Un ratico en el gine os daba yo, pa q sus enterárais. Celebro q todo estuviera bien. Y Sidharta es una magnífica compañía.
    Besicos.

    ResponderEliminar
  15. Mi solidaridad con las mujeres. Gracias Sara.

    Besos

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

La hora de los buenos

  No hay mayor silencio que el silencio del olvido. Y no quisiera ser yo quien pasara de puntillas sin opinar por la historia más reciente d...