Una viejecita frente a mí. Muchos años la contemplan. De tez blanca, cuerpo liviano por el peso que la vida y la vejez mermaron. Arrugas en la piel como muescas marcadas por el camino transitado.
Enjoyada en bisutería, aún hoy se mira en el espejo buscando una sonrisa y coqueteando con la juventud perdida.
Ya no está su compañero de siempre. Aquel apuesto caballero que un día le declaró su amor y se marchó siendo fiel a su reina hasta el final. Aquel por el que sintió celos aún cuando éste vivía ya sin vivir en sí.
Sus piernas ya no pueden sostenerla. Sus huesos dijeron basta y una negra silla de ruedas es su compañera perpetua.
De memoria prodigiosa, sus recuerdos hace tiempo que se olvidaron de ella. Las caras de antaño, los nombres, las situaciones vividas; todo está ahora confuso. Confusión que la lleva a la desconfianza, a desordenar sus pensamientos, a dejadez de intenciones, al aislamiento, a ver transcurrir los días sin un aliciente por el que vivir. Dejando pasar la vida, esperando simplemente quizás una llamada, una visita de alguien querido. Sin sobresaltos, pero también sin emociones.
Compañía no le falta, pero es una compañía en soledad. La soledad que acompaña a esos silenciosos ancianos reunidos en torno a una televisión y que necesitan cuidados de manos expertas que sus familiares muy a su pesar, no pueden darles. Esos ancianos de caras inexpresivas que un día incluso fueron felices y hoy son grandes actores imitando la felicidad.
Y veo a esta viejecita y creo reconocerla. Hablando mucho, contando historias, intentado enlazar frases inconexas. Echando mano a su bolso de siempre, extrayendo de él multitud de objetos. Un pañuelo, un abanico, un peine y una fotografía.
Una fotografía antigua, muy antigua. Siete muchachas, siete amigas, siete historias diferentes. Desbordantes de alegría y felicidad en el rostro. Apenas recuerda ya sus nombres. Algunas iniciaron ya el viaje sin retorno. Incluso alguna hoy permanece a su lado y en parecida situación.
Se le iluminan los ojos al contemplarla. Esos ojos claros que nunca descubrí hasta ahora y que ahora me miran con la profundidad que nunca buscó ni yo supe encontrar.
Los minutos pasan rápido y debo marchar. La beso hasta un nuevo encuentro y resbalan unas lágrimas de sus mejillas en la despedida. Lágrimas punzantes, lágrimas que me arañan el corazón, lágrimas que me matan y que nunca quise para la mujer que me dio la vida.
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Hola querido Luismi.
ResponderEliminarTus palabras son tan profundas que saben llegar al alma.Es tan triste la vejez , nos arrebata todo , la juventud , la vida , los seres queridos que estuvieron a nuestro lado e incluso los mismísimos recuerdos.
Mi madre , desde que mi padre falleció también ha perdido una parte importante de ella, era el pilar donde se apoyaba día a día y el que la mimaba de forma continuada.Desgraciadamente todos tenemos escrito un destino y no sabremos lo que nos deparará.¿Será cuestión de resignación y esperar?
Sin duda alguna tu madre debe sentirse muy orgullosa de ti.
Un Abrazo muy afectuoso, amigo.
Gracias por tus palabras Vicky. Es duro ver como los últimos años de un ser querido, no son como quisiéramos, pero la vida creo que guarda un destino para cada uno, que es difícil cambiar. Lo más importante es concienciarnos de que hicimos lo mejor y aunque nos pese, acompañar en la medida de lo posible, esos últimos pasos de aquellos que aún hoy darían la vida por nosotros.
ResponderEliminarUn enorme abrazo amiga y gracias.
Vaya LuisMi....!!!!!
ResponderEliminarQue emocionante... que bello, que sentido...ya imaginaba yo que eres un tipo sensible... y profundamente... amoroso..
Tu madre tiene que estar emocionada si esto la llega, diseló, aprovecha que aún la tienes, que está junto a ti.. para no solo escribirlo, sino mostrarselo..
Ella es una gran señora.. se la vé tan joven en la foto, es que me ha encantado.. y ha sido capaz de hacer un hijo como tu, noble y sincero...
Un beso muy fuerte de corazón
Me emocionan tus palabras Estrella. Muchísimas gracias. Como tú dices, sí me considero un tipo sensible y amoroso, pero ¿sabes una cosa?; quizás uno de mis mayores defectos sea que personalmente y con los que conforman mi vida, no transmito o no llevo a la práctica ese amor o cariño que siento por ellos. Puede que sea por mi gran timidez (que ya venía de fábrica aunque muchos no lo crean) o no sé por qué, pero no soy una persona excesivamente cariñosa de obra aunque muchísimo de pensamiento.
ResponderEliminarPor eso este blog, me sirve como una especie de válvula de escape de muchos de mis pensamientos. Lástima que mi madre no llegue a leer esto, pero sí intentaré al menos demostrarle en lo que pueda y sepa que tiene un hijo y una familia que la quieren.
Un beso enorme amiga y gracias.
Directo al corazón me ha llegado este post y el tema tan bonito que has elegido para acompañarlo Luismi. Rezuma ternura, nostalgia, mucho amor entre líneas. Te entiendo muy bien cuando respondes en un comentario anterior que posiblemente tu timidez te ha frenado un poco en eso de exteriorizar sentimientos, no te preocupes ni te atormentes por ello. El amor es algo tan sutil que no son necesarias las palabras ni los gestos para captarlo. Una simple mirada, una caricia oportuna, un detalle bonito cuando no se espera... los hechos hablan por sí solos.
ResponderEliminarExprime cada minuto al máximo, empápate de ella mientras estés a tiempo. Un día solo quedarán recuerdos y la satisfacción de haberla mimado y querido hasta el final.
Un saludo cariñoso.
¡Qué hermoso amiga Fayna lo que dices! Muchísimas gracias y espero poder seguir tus consejos durante mucho tiempo aún y seguir descubriendo cosas en mi madre que aunque sea ahora un poco tarde, nos llene a ambos de felicidad.
ResponderEliminarUn beso amiga.
Me siento muy identificado con tus bellas palabras, porque lo que tú sientes yo también lo he sentido con mi abuela que en paz descanse, un abrazo.
ResponderEliminarTodos tenemos estos sentimientos hacia los seres queridos. Lo bueno es sentirlos y que ellos se den cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo Miguel.
Que bonito!!Siempre he pensado que las madres son las personas mas importantes de nuestra vida!!Yo tampoco soy muy de demostrar mis sentimientos a las personas que realmente son importantes para mi,no se exactamente porque!Segun describes a tu madre,se respira amor,ternura...estoy segura que auque no lo sepas todo eso se lo trasmites y que cuando estas con ella se siente la mujer mas querida del mundo,eso seguro!Nos vemos en un rato!!
ResponderEliminarEso espero Yolanda. Que en los años que le queden, aunque no sepamos demostrárselo, se considere muy querida por todos.
ResponderEliminarComo siempre, un placer encontrarnos con vosotros en otra noche desvanera.
Un besote
Querido amigo, por razones que ya conoces no he pasado demasiado por tu blog, pero sabes de verdad que tarde o temprano me leere todas tus historias, esas que nunca se pueden leer a medias, ya que la sorpresa siempre la guardas para el final. Hoy además, acompañada de ese maravilloso piano que a mi tanto me gusta y de Eric Clapton, otro genio.
ResponderEliminarTe felicito por el escrito y por esta música.
Me has recordado mis visitas diarias a la residencia donde se encuentra mi padre de 88a.
Siempre, siempre, tengo visitas de mas, pues hay cantidad de personas mayores que necesitan venir para hablar un par de minutos y suplir de algun modo, esas visitas que nunca les llegan y que tanto desean con su tristeza habitual.
Me llegan al corazón sus historias, algunas ni son verdaderas, pero les escucho porque se que les alegra el dia y les reduce su melancolia.
Nunca entendere que un familiar se deje en un lugar sin apenas volver a verle a menudo, como tantos que veo a diario.
Bella historia la tuya y explicada con maestria, como siempre.
Un beso.
Gracias amiga. Resulta una experiencia dura cada vez que visito a mi madre en esta Residencia, pero por otro lado veo muchas cosas en los ojos de estos ancianos que también me enriquecen como persona.
ResponderEliminarGracias y un fuerte beso.