Quien más,
quien menos, alguna vez habrá pensado que no sería malo encontrar esa lámpara
que al frotarla, resuelva al menos parte de nuestros problemas y dé cumplida
cuenta de algunos de nuestros sueños anhelados.
El pasado
día 5 de junio, yo no encontré esa lámpara, pero sí que me di de bruces con un
genio.
Día hermoso
en Madrid; sol radiante, pero sin los calores y agobios habituales en muchas
jornadas de un verano por venir.
Una jornada
con expectativas de triunfo individual a la hora de darle al cuerpo y aún más a
la mente, una dosis de alegría, cultura y mucha, mucha musicalidad.
Hacía meses
que atesoraba en casa un par de entradas con la imagen de un tipo canoso y entrado en algunos años rodeado de una banda de músicos.
Ese tipo no es ningún desconocido en el mundo de la música desde hace ya unas cuantas décadas. Compositor, instrumentista, cantautor reconocido de talla mundial y creador de algunas de las obras musicales que muchos catalogamos como obras maestras.
Me refiero
al Sr. Roger Hodgson, cofundador de Supertramp, una de las bandas legendarias
cuyas ventas han superado los sesenta millones de discos. Hace ya más de
treinta años que abandonó la formación para continuar su carrera en solitario y
aunque muchos piensan que se fue con él gran parte de la magia que rodeaba al
grupo, yo soy de la opinión de que se ganó una gran persona alejada de las
desavenencias que en estas grandes formaciones, suelen aparecer y en muchos
casos destruir lo que tan maravillosamente fue creado.
Hodgson actuó
en Madrid. La sala La Riviera, era el marco elegido para que este artista
desplegara el enorme talento que como los buenos vinos, no sólo no se pierde
sino que incluso mejora si cabe con los años.
Acudí allí
acompañado esta vez de mi chica, con la única y sana pretensión de presenciar
un concierto de calidad; un concierto elegante, sin estridencias. He mascado,
degustado y disfrutado durante muchos años de las canciones que Roger iba
sacando de la chistera para asombro de un público premeditadamente entregado.
El
repertorio, realmente, no me podía sorprender; sin embargo y comparándolo con
su anterior visita a los madriles, el verse rodeado de una banda al completo,
dio un mayor empaque, sonoridad y potencia a esos grandes éxitos que fue
desgranando ante un público rendido desde el minuto uno.
Pero este
hombre, este músico, este genio, no es sólo música.
Es también
una mirada, una sonrisa, un guiño. Un amigo para sus fans y un fan para sus
amigos. La comunión entre público y artista es total y eso transmite un
positivismo en su caso, que contagia en primer lugar a los músicos que le
acompañan y cuyos efectos se expanden entre todos aquellos que abren ojos y
oídos para ver y oír, verdadero arte.
Nada más
salir al escenario, pidió a los allí congregados, que al menos durante las dos
horas aproximadas de su espectáculo, olvidáramos esos problemas tan acuciantes
que por desgracia vive nuestro país desde hace demasiado tiempo.
No hizo
falta mucho esfuerzo por nuestra parte. Durante dos horas, no hubo crisis, no
hubo agobios, tristezas ni conjeturas.
Casi no hubo
enfermedades perpetuas, ni dolores lacerantes.
Todo se tiñó
de un hermoso color a sonrisa; de un hermoso baile a golpe de palmas y cantos.
Siendo así,
los minutos vuelan y lo que fueron ciento veinte minutos parecieron dos.
Pero ese
ángel que a veces se pega a mí como una lapa, no quiso perderse tampoco ese
show y decidió como antaño, continuar su actuación
particular.
Con este
hombre, debo reconocer que tengo un ángel llamado suerte, o una suerte con forma
de ángel.
Hace cuatro
años, muy cerquita de la sala en la que actuó ayer, la suerte se alió conmigo y
fui afortunado con un toque de esa varita mágica de nombre felicidad.
Y ahora, me
ha vuelto a ocurrir. Yo sólo pretendía una firma del artista en aquella foto
que en su día pude hacerme con él, y fui regalado con unos extras que ni en el
mejor de mis sueños podía pensar.
Se
concatenaron miradas, cruces de palabras y algún ojito tierno, para que una
mujer encantadora cuando pensábamos que no podíamos pasar esa puerta que separa
lo normal con lo extraordinario, nos dijera que nosotros también la podíamos
cruzar.
El poder
recorrer las entrañas de la sala, me resultó emocionante. Pasillos estrechos,
alguna escalera y de repente, un cartel de esos con el nombre del artista marcado en un negro muy negro.
Mi chica, estaba nerviosa; lo vi en su mirada.
Ese grupo de
personas, conformábamos una especie de grupo de exploradores en busca de un
tesoro.
Fuimos
dirigidos a una sala que yo bauticé como sala del encuentro.
Las premisas
estaban claras. No cansar demasiado al artista y aún más cuando se sabía que en
breve marcharía a San Sebastián para un nuevo concierto de la gira.
La espera no
se hizo larga ni mucho menos. Apareció primero por allí el bajista del grupo David
J. Carpenter, que si ya en el escenario comentábamos que tenía cara de buena
gente, con su amabilidad y simpatía, despejó cualquier tipo de duda que pudiera
haber.
Pasaron los
minutos entre bromas, alguna mueca de nerviosismo y risas, mucha risa.
Y así, sin
darnos apenas cuenta, entró en esa habitación el gran Roger Hodgson. Para ser
más exactos, creo que antes que él, hizo presencia su sonrisa.
Me llamó
mucho la atención su humildad, alegría, mirada sincera. Ni un mal gesto que
denotara cansancio o hastío por tanto vaivén de trabajo y compromisos.
No rechazó
ni un solo abrazo, súplica de fotografía ni comentario incluso en castellano.
Este hombre,
transmite paz; transmite serenidad, positivismo, dulzura y todas esas cosas que
desgraciadamente, creo que no es algo muy común dentro de esa galaxia de
grandes estrellas del espectáculo.
Abrazarnos
los dos a este hombre, fue un placer, un orgullo y una fotografía que esta vez
sí que vale más que mil palabras, porque creo que esas caras felices lo dicen
todo.
Ese será un
recuerdo, un gran recuerdo en papel fotográfico que colgaré en mi particular
wall of fame. Pero el principal recuerdo, será ese que se cuelga en la memoria
de una noche imborrable que sólo un genio de la lámpara nos podía brindar.
THE BAND
Aaron Macdonald - Saxophones, Harmonica, Keyboards, Backing vocals
Bryan Head - Drums
Kevin Adamson - Keyboards, Backing vocals
David J. Carpenter - Bass, Backing vocals
AGRADECIMIENTOS
Debo dar las gracias a una serie de personas que hicieron que esa noche fuera aún más mágica de lo que pensábamos:
Ana López (Spanish Friend Club): esa fan que sigue a Roger más allá de los sueños y a quien dejé en sus manos una fotografía para hacérsela llegar y buscando una "simple" firma.
Patty Best : declarada y bautizada desde entonces como Patricia, nuestra amiga holandesa. Simpatía y amabilidad sin límites.
Linda Tyler (manager de Roger): a la que agradeceré siempre el hecho de volver la cabeza in extremis y decirnos "Come on".
Y en general, a todos aquellos que nos provocaron una sonrisa o nos ayudaron a inmortalizar momentos.
Quiero tener también un recuerdo muy especial a dos chavales muy jóvenes que cuando abandonábamos la sala me preguntaron lo que yo tantas veces preguntaba al finalizar un concierto:
¿El artista se ha marchado ya?
¿Sabes si firmará autógrafos?
Les deseo que al menos una vez, tengan la misma suerte o el mismo ángel que yo.
P.D. Por si alguien no lo sabía, la estación de metro más cercana a la sala, no podía tener otro nombre más apropiado...
Está claro que has disfrutado del concierto, lo cuentas con tanto detalle que haces que una trasnochadora como yo, se acomode con vosotros y escuche a un Supertramp ya con unos años, pero con la calidad de siempre. Así es la música, Luismi, hay que vivirla como tú lo haces.
ResponderEliminarQuizá el genio de la lámpara te regale mañana un Breakfast in America.
Me alegra que la gente pase estos ratos tan agradables.
Un abrazo.
Hablar de Roger Hodgson es hablar de Supertramp.. uno de los compositores y letristas más brillante de su tiempo.
ResponderEliminarQue afortunado fuiste, Saludos!
Gracias por vuestros comentarios. He tardado en contestaros porque todavía estoy recuperándome de esta y alguna más vivencia de esta semana tan felizmente ajetreada.
ResponderEliminarNo he tenido un Breakfast in América, porque me sigue gustando más el genuino desayuno español, jejeje.
Y sí, soy de los que piensan que Roger Hodgson es el alma de Supertramp y que sin él, esa banda no podrá ser nunca la misma.
Reconozco que Rick Davies también tiene grandes temas, pero jamás podrá tener el gancho con el público tiene Roger.
Un abrazo fuerte.