domingo, 8 de junio de 2014

El genio de la lámpara



Quien más, quien menos, alguna vez habrá pensado que no sería malo encontrar esa lámpara que al frotarla, resuelva al menos parte de nuestros problemas y dé cumplida cuenta de algunos de nuestros sueños anhelados.

El pasado día 5 de junio, yo no encontré esa lámpara, pero sí que me di de bruces con un genio.

Día hermoso en Madrid; sol radiante, pero sin los calores y agobios habituales en muchas jornadas de un verano por venir.

Una jornada con expectativas de triunfo individual a la hora de darle al cuerpo y aún más a la mente, una dosis de alegría, cultura y mucha, mucha musicalidad.

Hacía meses que atesoraba en casa un par de entradas con la imagen de un tipo canoso y entrado en algunos años rodeado de una banda de músicos. 

Ese tipo no es ningún desconocido en el mundo de la música desde hace ya unas cuantas décadas. Compositor, instrumentista, cantautor reconocido de talla mundial y creador de algunas de las obras musicales que muchos catalogamos como obras maestras.

Me refiero al Sr. Roger Hodgson, cofundador de Supertramp, una de las bandas legendarias cuyas ventas han superado los sesenta millones de discos. Hace ya más de treinta años que abandonó la formación para continuar su carrera en solitario y aunque muchos piensan que se fue con él gran parte de la magia que rodeaba al grupo, yo soy de la opinión de que se ganó una gran persona alejada de las desavenencias que en estas grandes formaciones, suelen aparecer y en muchos casos destruir lo que tan maravillosamente fue creado.


Hodgson actuó en Madrid. La sala La Riviera, era el marco elegido para que este artista desplegara el enorme talento que como los buenos vinos, no sólo no se pierde sino que incluso mejora si cabe con los años.

Acudí allí acompañado esta vez de mi chica, con la única y sana pretensión de presenciar un concierto de calidad; un concierto elegante, sin estridencias. He mascado, degustado y disfrutado durante muchos años de las canciones que Roger iba sacando de la chistera para asombro de un público premeditadamente entregado.

El repertorio, realmente, no me podía sorprender; sin embargo y comparándolo con su anterior visita a los madriles, el verse rodeado de una banda al completo, dio un mayor empaque, sonoridad y potencia a esos grandes éxitos que fue desgranando ante un público rendido desde el minuto uno.

Pero este hombre, este músico, este genio, no es sólo música.

Es también una mirada, una sonrisa, un guiño. Un amigo para sus fans y un fan para sus amigos. La comunión entre público y artista es total y eso transmite un positivismo en su caso, que contagia en primer lugar a los músicos que le acompañan y cuyos efectos se expanden entre todos aquellos que abren ojos y oídos para ver y oír, verdadero arte.

Nada más salir al escenario, pidió a los allí congregados, que al menos durante las dos horas aproximadas de su espectáculo, olvidáramos esos problemas tan acuciantes que por desgracia vive nuestro país desde hace demasiado tiempo.

No hizo falta mucho esfuerzo por nuestra parte. Durante dos horas, no hubo crisis, no hubo agobios, tristezas ni conjeturas.

Casi no hubo enfermedades perpetuas, ni dolores lacerantes.

Todo se tiñó de un hermoso color a sonrisa; de un hermoso baile a golpe de palmas y cantos.


Siendo así, los minutos vuelan y lo que fueron ciento veinte minutos parecieron dos.

Pero ese ángel que a veces se pega a mí como una lapa, no quiso perderse tampoco ese show y decidió como antaño, continuar su actuación particular.

Con este hombre, debo reconocer que tengo un ángel llamado suerte, o una suerte con forma de ángel.

Hace cuatro años, muy cerquita de la sala en la que actuó ayer, la suerte se alió conmigo y fui afortunado con un toque de esa varita mágica de nombre felicidad.

Y ahora, me ha vuelto a ocurrir. Yo sólo pretendía una firma del artista en aquella foto que en su día pude hacerme con él, y fui regalado con unos extras que ni en el mejor de mis sueños podía pensar.

Se concatenaron miradas, cruces de palabras y algún ojito tierno, para que una mujer encantadora cuando pensábamos que no podíamos pasar esa puerta que separa lo normal con lo extraordinario, nos dijera que nosotros también la podíamos cruzar.

El poder recorrer las entrañas de la sala, me resultó emocionante. Pasillos estrechos, alguna escalera y de repente, un cartel de esos con el nombre del artista marcado en un negro muy negro.


Mi chica, estaba nerviosa; lo vi en su mirada.

Ese grupo de personas, conformábamos una especie de grupo de exploradores en busca de un tesoro.

Fuimos dirigidos a una sala que yo bauticé como sala del encuentro.

Las premisas estaban claras. No cansar demasiado al artista y aún más cuando se sabía que en breve marcharía a San Sebastián para un nuevo concierto de la gira.

La espera no se hizo larga ni mucho menos. Apareció primero por allí el bajista del grupo David J. Carpenter, que si ya en el escenario comentábamos que tenía cara de buena gente, con su amabilidad y simpatía, despejó cualquier tipo de duda que pudiera haber.

Pasaron los minutos entre bromas, alguna mueca de nerviosismo y risas, mucha risa.

Y así, sin darnos apenas cuenta, entró en esa habitación el gran Roger Hodgson. Para ser más exactos, creo que antes que él, hizo presencia su sonrisa.

Me llamó mucho la atención su humildad, alegría, mirada sincera. Ni un mal gesto que denotara cansancio o hastío por tanto vaivén de trabajo y compromisos.

No rechazó ni un solo abrazo,  súplica de fotografía ni comentario incluso en castellano.

Este hombre, transmite paz; transmite serenidad, positivismo, dulzura y todas esas cosas que desgraciadamente, creo que no es algo muy común dentro de esa galaxia de grandes estrellas del espectáculo.

Abrazarnos los dos a este hombre, fue un placer, un orgullo y una fotografía que esta vez sí que vale más que mil palabras, porque creo que esas caras felices lo dicen todo.



Ese será un recuerdo, un gran recuerdo en papel fotográfico que colgaré en mi particular wall of fame. Pero el principal recuerdo, será ese que se cuelga en la memoria de una noche imborrable que sólo un genio de la lámpara nos podía brindar.





  THE BAND




Aaron Macdonald - Saxophones, Harmonica, Keyboards, Backing vocals

Bryan Head - Drums

Kevin Adamson - Keyboards, Backing vocals

David J. Carpenter - Bass, Backing vocals




AGRADECIMIENTOS



Debo dar las gracias a una serie de personas que hicieron que esa noche fuera aún más mágica de lo que pensábamos:

Ana López (Spanish Friend Club): esa fan que sigue a Roger más allá de los sueños y a quien dejé en sus manos una fotografía para hacérsela llegar y buscando una "simple" firma.

Patty Best : declarada y bautizada desde entonces como Patricia, nuestra amiga holandesa. Simpatía y amabilidad sin límites.

Linda Tyler (manager de Roger): a la que agradeceré siempre el hecho de volver la cabeza in extremis y decirnos "Come on". 

Y en general, a todos aquellos que nos provocaron una sonrisa o nos ayudaron a inmortalizar momentos.

Quiero tener también un recuerdo muy especial a dos chavales muy jóvenes que cuando abandonábamos la sala me preguntaron lo que yo tantas veces preguntaba al finalizar un concierto:

¿El artista se ha marchado ya?
¿Sabes si firmará autógrafos?

Les deseo que al menos una vez, tengan la misma suerte o el mismo ángel que yo.


P.D. Por si alguien no lo sabía, la estación de metro más cercana a la sala, no podía tener otro nombre más apropiado...
















  

3 comentarios:

  1. Está claro que has disfrutado del concierto, lo cuentas con tanto detalle que haces que una trasnochadora como yo, se acomode con vosotros y escuche a un Supertramp ya con unos años, pero con la calidad de siempre. Así es la música, Luismi, hay que vivirla como tú lo haces.
    Quizá el genio de la lámpara te regale mañana un Breakfast in America.

    Me alegra que la gente pase estos ratos tan agradables.
    Un abrazo.

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  2. Hablar de Roger Hodgson es hablar de Supertramp.. uno de los compositores y letristas más brillante de su tiempo.
    Que afortunado fuiste, Saludos!

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  3. Gracias por vuestros comentarios. He tardado en contestaros porque todavía estoy recuperándome de esta y alguna más vivencia de esta semana tan felizmente ajetreada.

    No he tenido un Breakfast in América, porque me sigue gustando más el genuino desayuno español, jejeje.

    Y sí, soy de los que piensan que Roger Hodgson es el alma de Supertramp y que sin él, esa banda no podrá ser nunca la misma.
    Reconozco que Rick Davies también tiene grandes temas, pero jamás podrá tener el gancho con el público tiene Roger.

    Un abrazo fuerte.

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Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...