miércoles, 17 de septiembre de 2014

Duelo al sol


Eran las cuatro y cinco de la madrugada de hoy mismo, cuando regresaba a casa. Como siempre, colgada a la espalda, mi inseparable mochila. En su interior, un cargador de móvil, dos libros, un cuaderno y un bolígrafo.
Las calles mojadas por una fina lluvia que en esos momentos quiso respetarme pues no llevaba paraguas.

El silencio, casi absoluto, sólo interrumpido por el zumbido de algún aparato eléctrico de quién sabe dónde y para qué.
Llegando a la plaza del Ayuntamiento, me percato que mi soledad tocó a su fin.

A unos cien metros, adiviné en la oscuridad de la noche, una silueta. No me extrañó su aspecto; tampoco me asustó su corpulencia; pero sí que llamó poderosamente mi atención su forma de caminar. Lo hacía en absoluto silencio, con pasos cortos, mecánicamente estudiados. Lo asemejé en un principio, a los pasos breves y precisos de un patinador avezado. Pero no podía ser; ¿a las cuatro de la mañana un patinador en mi ciudad? Deseché esa idea.
De repente, sin previo aviso, se detuvo y cambiando su orientación quedó mirándome fijamente en actitud amenazante.

“Enano de mierda”, pensé (con todos mis respetos hacia los no afortunados en altura). “No levanta un palmo, y se me pone chulo al estilo forajido en un hipotético duelo al sol o por un puñado de dólares” “Pero si es de noche y aquí tenemos euros, pasmao”.

Como de un sueño, algo de lucidez volvió a mí y al pasar a su altura sonreí con un único pensamiento:

“Luismi, tu cuerpo vacacionó, pero tu mente sigue necesitando un  descanso urgente”.














4 comentarios:

  1. Oju, compare....Cuidao con lo que se ve en esas horas de la madrugada!!!!jajaja....un fuerte abrazo

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  2. jejeje. Se ve de cada personaje por las noches a esas horas...

    Un abrazón

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  3. ¿Te ocurrió de verdad o estabas pensando en Clint Eastwood?, lo cuentas también que me haces dudar.
    La mente Luismi es tan poderosa que ni un puñado de neuronas puede con ella.
    Y el estrés tiene un precio.
    Me encanta Ennio Morricone.

    Saludos.

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  4. Sí que me ocurrió de verdad. Y cada vez que me acuerdo o vuelvo a pasar cerca de ese semáforo, tengo que sonreir a la fuerza. Es que a esas horas y con falta de sueño...

    Un abrazo

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Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...