Tanto tiempo
juntos, tanto tiempo unidos, acarrea también desencuentros, frustraciones,
nervios e incluso obsesiones.
Esa
atracción inicial, esas sorpresas que siempre nos regala lo desconocido, ha
dado paso a un modo costumbrista, a una rutina sin medida, a un sentimiento de
querer y poder, para volver a querer, que se ha convertido en un círculo
vicioso o espiral de un sinfín de idas y venidas que no conducen ya a ningún
sitio.
Pensé que
eras mi válvula de escape de toda olla a presión que nunca quiere explotar.
Pero he
llegado a un punto, en el que quiero y debo reflexionar tranquilamente sobre el
devenir de mi vida, de nuestra vida juntos.
Ese amor
inicial que hemos compartido tantas y tantas veces, ha dado paso a una relación
artificial, basada ya únicamente en nuestra vida en común, que sólo es eso ya,
común.
Es hora de
decir “basta”; basta ya de complejos, de miedos, de pensar en el qué dirán.
Por fin me
siento con la valentía suficiente para proponerte un descanso; una separación
temporal que pueda servir a ambos para ordenar ideas, restaurar conciencias,
resetear costumbres y gozar de una cierta libertad que ambos habíamos perdido.
Por eso hoy,
me atrevo a decirte que rozar tu piel con la yema de mis dedos, ya no me
produce el mismo placer de antaño; que aunque te vistas con tus mejores galas,
colores o provocaciones, mi hartazgo por ti, está comenzando a aflorar.
Creo que va
siendo hora de no dormir a tu lado. De despegarme de esa rutina en la que se ha
convertido nuestra convivencia. De dejar de escuchar conscientemente tus
insinuaciones; de no acudir presto siempre a tus reclamos o llamadas.
En
definitiva, me siento en la necesidad de volver a ser una persona normal sin
adicción por tu Facebook, tu Whatsapp, tu email, tus fotos, Twitter o tantas
posibilidades, como me ofreces en una simple caja de plástico con una pantalla
abierta al mundo y con un nombre tan poco atractivo como el de Nokia.La empresa no es fácil. Toda adicción, lleva implícita una dosis de dependencia tan grande, que es difícil cambiar hábitos. Pero si la voluntad es férrea, las intenciones claras y el objetivo nítido, creo que conseguiré más tarde o más temprano, no estar tan pegado a ti.

Todo se acaba en la vida...y esas relaciones tóxicas son así...jejeje...Magnífico como siempre , amigo mio...Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Alfonso. No es que la relación termine, pero sí que debo de encauzarla de otra forma menos efusiva...jejeje.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amigo.
Parece cierto que estas relaciones tecnológicas crean adicciones, y vacíos infinitos con el mundo real.
ResponderEliminarMe encantó la historia.
Un abrazo.
Luismi, ya no puedes estar sin el móvil jajaja...te pareces a Pedro y a mí, nos vemos el día 15, un abrazo, Miguel.
ResponderEliminarGracias Jorge. Estos aparatillos, son pequeños, pero enganchan. Va a costar desengancharse, pero como todo en esta vida, si se quiere, se puede.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Ja,ja,ja, y qué razón tienes amigo Luismi. Para desengancharse de una droga hay que ir reduciendo la dosis poco a poco, de repente no, luego viene el síndrome de abstinencia y te aseguro que se pasa fatal. Yo estoy harta del pajarito, además recibo cada imbecilidad que me deja perpleja.
ResponderEliminarYa sabes, "Por sus Whatsapps los conocerás".
Abrazos.
jejeje. Yo afortunadamente, no escucho en mi móvil ese pajarito aunque tengo Whatsapp; si lo tuviera, seguro que acabaría mirando mal incluso al canario y la perica que tenemos en casa; pero me estoy dando cuenta que lo de desengancharse va a tener que ser igual que con el tabaco. De golpe y sin miramientos, porque si no, no termino de dejarlo. Seguieremos en la lucha.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Miguel, no confundamos... Todavía me queda un poco para estar a vuestro nivel en cuanto a uso de toda clase de teléfonos jejeje.
ResponderEliminarAbrazos.