martes, 30 de diciembre de 2014

Esperanza


Típico y tópico es que llegadas estas fechas hagamos balance del año. Quisiera poder decir que ha sido un año bueno, quisiera poder decir que se cumplieron todas mis expectativas o que ha sido mejor que el anterior. Pero sinceramente, no puedo hacerlo. Es otro año más que me abandona con un sabor más agri que dulce.
Un año que me deja grabadas ausencias amigas, físicas y morales; decepciones profundas; dolores ajenos que me rozan en cercanía y un sentimiento de vivir en un mundo convulso, totalmente ajeno a aquel por el que muchas veces miro al cielo.

Un año en el que he podido sentir lejanías muy cercanas y por el contrario, sentirme arropado, querido y respetado a kilómetros de distancia.
Borraría de este año sentimientos que percibo, constato y aborrezco. El tedio, costumbrismo, hipocresía, traición, críticas sin fundamento, ejemplos sin mirarse al espejo, cátedras de humildad y bondades sin aprobado práctico y tantos y tantos hechos, personas o circunstancias que me han llevado a pensar que la botella siempre está más allá de medio vacía, además de sucia y viciada.

Pero dentro de todo negativismo, debo extraer enseñanzas positivas.
Haber perdido buenos amigos por enfermedad, me produce tristeza pero a la vez una tranquilidad, fortaleza y seguridad de que allá donde están sonríen pícaramente pensando algo así como “no sabes lo que te estás perdiendo”.

Es mucho peor haber perdido amigos que siempre escribía entre admiraciones para acabar siendo escritos entre interrogantes.
¿Amigos?

Ahora, quizás tenga menos, pero mejores.
Vivir enfermedades cercanas, achaques propios, economías que flotan con salvavidas, altibajos emocionales...; todo eso forma y formará parte de la vida que más o menos nos ha tocado vivir y que salvo un gran golpe afortunado del destino, difícil será cambiarlo.

Es hora también de pedir perdón. Perdón a toda aquella persona que se haya podido sentir  decepcionada o herida por mis letras, actos, silencios o pensamientos. Entre mis muchos defectos, está el de tender más allá de la mano, pero también el de atármela fuerte cuando decido retirarla.  
Acabo con un único deseo a las puertas de otro año.

Sólo pido que al menos en mi mundo y en todos los mundos de quienes me honráis con vuestras visitas y amistad, se dibuje una hermosa cara de esperanza.

¡FELIZ AÑO!

·       Muchas son las canciones que me vienen a la mente a la hora de despedir el 2014. Elegiré una de un grupo que ya no es, pero siempre está y que nos habla de que ante todo, debe soplar el aire de la esperanza.










2 comentarios:

  1. Tu examen de conciencia y el repaso que has dado, es el que yo misma hago todos los años llegando a la misma conclusión. Hay una cosa que está clara, amigo, y es que somos humanos, la perfección no existe y ya es bastante pedir disculpas y pedir perdones. Qué fácil es ponerse metas y qué difícil es conseguirlas. Quien diga que ha tenido un año guay, le felicitamos porque anda que no hay sorpresas en doce meses!!!!!!
    Yo creo que todo es superable, bueno, todo menos la muerte, pienso como dices, el que se queda lo pasa peor que el que se va.
    Vamos entonces a ser optimistas y vivamos el día a día con una sonrisa a pesar de los tiempos que corren.
    FELIZ 2015 Luismi.

    ResponderEliminar
  2. Optimismo ante todo. Humor siempre. Muchas gracias amiga.

    ¡FELIZ AÑO!

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

La hora de los buenos

  No hay mayor silencio que el silencio del olvido. Y no quisiera ser yo quien pasara de puntillas sin opinar por la historia más reciente d...