Típico y tópico es que llegadas
estas fechas hagamos balance del año. Quisiera poder decir que ha sido un año
bueno, quisiera poder decir que se cumplieron todas mis expectativas o que ha
sido mejor que el anterior. Pero sinceramente, no puedo hacerlo. Es otro año
más que me abandona con un sabor más agri que dulce.
Un año que me deja grabadas
ausencias amigas, físicas y morales; decepciones profundas; dolores ajenos que
me rozan en cercanía y un sentimiento de vivir en un mundo convulso, totalmente
ajeno a aquel por el que muchas veces miro al cielo.
Un año en el que he podido sentir
lejanías muy cercanas y por el contrario, sentirme arropado, querido y
respetado a kilómetros de distancia.
Borraría de este año sentimientos
que percibo, constato y aborrezco. El tedio, costumbrismo, hipocresía,
traición, críticas sin fundamento, ejemplos sin mirarse al espejo, cátedras de humildad
y bondades sin aprobado práctico y tantos y tantos hechos, personas o
circunstancias que me han llevado a pensar que la botella siempre está más allá
de medio vacía, además de sucia y viciada.
Pero dentro de todo negativismo,
debo extraer enseñanzas positivas.
Haber perdido buenos amigos por
enfermedad, me produce tristeza pero a la vez una tranquilidad, fortaleza y
seguridad de que allá donde están sonríen pícaramente pensando algo así como “no
sabes lo que te estás perdiendo”.
Es mucho peor haber perdido
amigos que siempre escribía entre admiraciones para acabar siendo escritos
entre interrogantes.
¿Amigos?
Ahora, quizás tenga menos, pero
mejores.
Vivir enfermedades cercanas,
achaques propios, economías que flotan con salvavidas, altibajos emocionales...;
todo eso forma y formará parte de la vida que más o menos nos ha tocado vivir y
que salvo un gran golpe afortunado del destino, difícil será cambiarlo.
Es hora también de pedir perdón.
Perdón a toda aquella persona que se haya podido sentir decepcionada o herida por mis letras, actos, silencios
o pensamientos. Entre mis muchos defectos, está el de tender más allá de la
mano, pero también el de atármela fuerte cuando decido retirarla.
Acabo con un único deseo a las
puertas de otro año.
Sólo pido que al menos en mi
mundo y en todos los mundos de quienes me honráis con vuestras visitas y
amistad, se dibuje una hermosa cara de esperanza.
¡FELIZ AÑO!
· Muchas son las canciones que me vienen a la
mente a la hora de despedir el 2014. Elegiré una de un grupo que ya no es, pero
siempre está y que nos habla de que ante todo, debe soplar el aire de la esperanza.
Tu examen de conciencia y el repaso que has dado, es el que yo misma hago todos los años llegando a la misma conclusión. Hay una cosa que está clara, amigo, y es que somos humanos, la perfección no existe y ya es bastante pedir disculpas y pedir perdones. Qué fácil es ponerse metas y qué difícil es conseguirlas. Quien diga que ha tenido un año guay, le felicitamos porque anda que no hay sorpresas en doce meses!!!!!!
ResponderEliminarYo creo que todo es superable, bueno, todo menos la muerte, pienso como dices, el que se queda lo pasa peor que el que se va.
Vamos entonces a ser optimistas y vivamos el día a día con una sonrisa a pesar de los tiempos que corren.
FELIZ 2015 Luismi.
Optimismo ante todo. Humor siempre. Muchas gracias amiga.
ResponderEliminar¡FELIZ AÑO!