Cuando quema hasta la punta un lápiz.
Cuando cierta pereza,
modorra o simplemente los efectos del hastío en estío se dejan sentir en mi
cada vez más seco cerebro.
Cuando veo personas, pero no las miro.
Cuando los
minutos son verdaderamente de sesenta segundos o incluso más.
Cuando me da
igual ocho que ochenta.
Cuando no disfruto de una ráfaga de viento y la lluvia debe
caer hacia arriba porque no la siento.
En definitiva, cuando esa impredecible
señora de nombre inspiración, ha cogido las maletas y despidiéndose a la
francesa me ha dejado con narices del tamaño de dos palmos, va siendo hora de tirar
de candado, bajar persianas y echar cierres al local.
¿Hasta
cuándo?
Pues
seguramente hasta que me canse de cansarme. Conociéndome, más pronto que tarde;
más cerca que lejos; más mañana que pasado.
Mientras
tanto, a tod@s sin excepción, os deseo unos días tan cabronamente buenos como
hayáis merecido.
¡FELIZ
VERANO!
Tú decides, Luismi, la inspiración ni se compra ni se vende, quizá tus neuronas necesitan un descanso y es necesario que se lo proporciones, pero nunca digas adiós, solo hasta pronto.
ResponderEliminarHasta cuando quieras amigo.
No me despido, no. Esto es sólo un pequeño paréntesis. No sé si lo aprovecharé para remozar un poco este Café, o no. La inspiración, ya volverá; cuando se quede sin dinero, sin comida o necesite que le lave la ropa, jejeje.
ResponderEliminarQue tengas un feliz verano querida amiga. Un abrazo de los gordos.
jajaja. No son malas primas esas, no. El problemas es que yo soy más de cervezas y buenos caldos antes que cafés o poleos.
ResponderEliminarNo me extrañaría que coincidiéramos en algún lugar de La Mancha de esos con nombre que no tenemos más remedio que recordar.
Feliz verano y un abrazote amigo.