miércoles, 18 de enero de 2017

Fríos a mí



Ola de frío, alerta en tropecientas comunidades autónomas, media hora de explicaciones meteorológicas en tv con idas y venidas constantes de un lado a otro de la pantalla de un tipo que paradójicamente se apellida “Brasero”, para encontrarte con alguien e intercambiar el típico saludo español de “¿hace rasca eh?”.

Yo no sé si esto es un mal endémico, los tiempos cambian o sencillamente es que nos hemos vuelto giliatontaos.

El caso es que entre ciclogénesis explosivas, fríos siberianos (pero de la parte norte de Siberia) y calores insufribles “extrañamente” cuando llega el verano, uno ya sale con miedo a la calle.

Basta una alerta por Comunidades de fríos polares y las cebollas se ríen de nosotros por las capas que nos echamos encima protegiéndonos de rigores imposibles de soportar.

Porque una cosa es salir como legionario sin cabra y a pecho descubierto y otra muy distinta, hacerlo como si fuéramos desactivadores de explosivos o astronautas de paseos lunares sin Houston ni problemas que informar.

¡Que todos hemos tenido unos padres, unos abuelos o unos vecinos que nos han hablado de metros de nieve, de pueblos incomunicados, de torrentes de aguas o de gaznates resecos! Y en esos tiempos, como mucho, un tipo bajito, de gafas, rechonchete y de nombre tan complejo como Mariano (no confundir), sólo con un mapa acartonao, nos decía lo mismo que ahora, pero sin acojonar al personal.

¿Qué hace frío? Pues sí; pero yo sigo sin ver mamuts por la calle por mucho que algunas personas se les asemejen por su apariencia y actos.

Quizás una buena bufanda, unos guantes, un abrigo y unas castañas pilongas de a docena por un euro y que vengan fríos.

O eso, o que alguien cierre la puerta de los pueblos y ciudades que hay corriente.


2 comentarios:

  1. Cuánta razón llevas Luismi. Con los medios que hay ahora para la previsión del tiempo y no aciertan una... la mayoría de las veces, y si aciertan, aviso amarillo, naranja, de todos los colores, para anunciar algo que antes en invierno era súper normal. A mi no me asustan desde luego, he vivido en una ciudad donde la nieve era tan normal como calarse la gorra hasta las orejas y taparse la nariz porque se caía "la guinda" constantemente. Nieve hasta las rodillas en la parada del autobús cargada de libros casi hasta marzo. Nieve que mi padre iba quitando con una pala, para hacerme el camino a las ocho de la mañana y nieve que ese señor bajito y con gafas oscuras nos avisaba sin exageraciones, en blanco y negro.
    En invierno tiene que hacer frío, que conserva y no destruye como el calor.
    Un saludo con bufanda.

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  2. Pues claro que sí; así es. Pero creo que ahora estamos demasiado mal acostumbrados a las comunidades que los avances nos han dado y cuando vienen malas, nos asustamos... jejeje.

    Un abrazo abrigado

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