lunes, 5 de febrero de 2018

Sonrisa en los ojos



Bajaban aguas ajenas y turbias por torrentes desbocados. Arrastraban iras, decepciones, recelos y residuos desleales a una paz natural de ánimo y ánima que nunca debió perder.

Dejé caer consejos funestos; ayudas que intentando cometer bienes perpetraron casi delitos y acabaron provocando ataques a la línea de flotación de mi propia conciencia; sí esa misma conciencia que unas veces actúa como la mejor almohada para reposar cuerpo y mente, pero que en otras, se convierte en asesino en serie a base de martillazos de desasosiego con uno mismo.

Quizás por desconocimiento, por un acto reflejo, lancé un flotador salvavidas a quien pensé se sumergía irremediablemente en aguas profundamente negras, sin comprobar antes su perfecto estado.

Pude provocar un mayor daño con mi acción; pero el paso de las horas, de los días y una sonrisa en los ojos, me hicieron ver que el error cometido y el riesgo asumido, ayudaron a achicar la vía por la que se escapaba la bondad de la fe de quien no merece hundirse en el mar de la incomprensión de mil interrogantes.

Y pude respirar y soltar amarras que me atenazaban en ese otro mar de la duda que nunca me gusta navegar.

Lástima que en ese lado oscuro de toda historia, haya tenido que descubrir con tristeza que donde pensaba en un error humano, anidaba una desidia, falta de apoyo, abandono y juego a esconder las manos de quien más y mejor debería abrazar a una oveja perdida pidiendo rescate.

Una llamada de socorro, nunca se apagará apartando la mirada.

Debiendo existir reencuentro, se encontraron realidades;
Debiendo escucharse sinceros consejos, se escucharon ideas vagas;
Debiendo existir abrazos fraternos, se abrazaron humos que como humo se fueron.

Lástima, pena, mucha pena me dio y me da. Pero no conjugaré el verbo en futuro, porque el mal pasado, con pasado se quita. Hoy, al menos, me alegra saber que dos caminos aunque no converjan, continúan en una misma dirección.
Y sobre todo, me alegro por la persona que está detrás de esa sonrisa en los ojos.



P.D. Un texto, una reflexión sin ningún ánimo de crítica ni malos rollos con nadie. Todo lo contrario; servirme de recuerdo y enseñanza de que las cosas es bueno hacerlas con buenos fines, pero teniendo presente que siempre se debe usar un arnés de seguridad. Aprovecho para dedicarlo a una buena amiga que preocupada "por si me pasaba algo", rápidamente me llamó. 





4 comentarios:

  1. Queŕido Luismi:
    De pequeña , recuerdo tardes frías como está, llegar del cole muerta de frío y cobijarme frente a un radiador con un bocadillo de mortadela mientras se cosian calcetines y botones rotos.
    En esas tardes frías se cosia. Hoy hace mucho frío , Como en mis recuerdos, y tu coses. Remiendas sentimientos dolorosos, arreglas recuerdos rasgados y pones botones donde se han perdido.
    Sólo puedo darte las gracias por recordarme esas tardes de infancia y por traer a mi ahora ese refugio del agradable calor del radiador y de tu amistad.
    Sigo lamentando y mucho el tiempo perdido.

    ResponderEliminar
  2. Muchas veces he comentado que sigo siendo un niño; un niño de blanca barba, pero un niño. Y es curioso que la niña amiga que en mis tiempos de pantalón corto y calcetines nunca tuve, el paso de ese tiempo al que llamas "perdido", me la ha puesto delante para acabar jugando a ser mayores recuperando tiempos pasados de mortadelas o jugando a soldaditos con ejércitos imposibles.

    Nunca cosí ni aprendí a enhebrar agujas, pero si con mis actos conseguí remendar descosidos, intentaré seguir practicando el noble arte de tejer bondades.

    No doy por perdido ese tiempo. Lo daré más bien por un tiempo a descubrir.

    Gracias por tan maravilloso comentario. Gracias por tu amistad.

    P.D. La mortadela ¿con aceitunas?



    ResponderEliminar
  3. Prefiero la valle, Pero me recordaste la de aceitunas....deliciosa también.
    Y...? Cuando es la merienda?

    ResponderEliminar
  4. Cualquier tarde de estas; ya hablaremos. Y que le den al colesterol...

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...