martes, 19 de marzo de 2019

Pared desnuda

Una pared desnuda, suena a silencio. Un color, un matiz, una rugosidad, no son elementos que hablen a los ojos de quien los mira.

Vestir una pared, no es difícil. Colgar un cuadro, un adorno, o una fotografía, hasta el más inexperto en bricolaje, podría hacerlo.

Pero vestirla con arte, con sentimiento y con un afán de transmitir el pensamiento de su autor, es otra cosa.

En una iglesia, en un lugar de culto, en un punto de reunión de almas con inquietudes, se estrenaron el pasado domingo catorce obras cargadas de buen pensar, buen hacer y mejor plasmar.

Una construcción moderna acorde con nuestros tiempos y perfectamente estructurada en no más de un cuadrado de veinticinco por otros tantos, era el marco ideal para trabajar una idea que finalizara con el premio del reconocimiento a lo hecho.

La iglesia de Santa Olaya en Gijón ya puede presumir de catorce estaciones que sin ser de tren, son paso obligado de todo aquel que se atreva a ir más allá de una vida de fe de andar por casa.

Acercarse a ese templo es desde ahora, revivir en imágenes una historia de camino, sufrimiento y gloria alcanzada por Quien por amor a mí, a ti y a toda la humanidad se sacrificó despojándose del Dios que era y llevaba dentro.

Recorrer una a una las catorce obras de sus paredes, es reconocer en ellas el arte que brota de las manos de su autor. Para este escultor, es una idea más, plasmada con la habilidad que el esfuerzo de su trabajo es capaz de crear de la nada.

Para mí, no es solo eso. Como creyente que me honro en ser y como amigo orgulloso de serlo, a ese escultor, a ese amigo, le diría que su cabeza pensó, sus manos crearon y un Señor, con S mayúscula guió.

Porque sin esa fe que se empeña en esconder, dudo que el resultado de la obra hubiera podido transmitir tanto y tan bueno como transmite.

Y por otro lado, como inexperto en arte que también soy, sí que he podido darme cuenta que no existe fotografía perfecta que se pueda comparar a la imagen in situ de una obra. Desde el tamaño hasta el último de los detalles, pareciera que lo visto en papel, fuera pura coincidencia con su realidad.

Por todo ello, animo a quien esto lea y alguna vez tenga la oportunidad de corroborar lo expuesto, visite el lugar para degustar arte, fe o su combinado en unas paredes que dejaron por fin de estar desnudas.











*Mi agradecimiento sincero a los componentes del Taller Creativo Arte74.es, al Párroco de la Iglesia de Santa Olaya en Gijón D. Fernando Díaz y muy especialmente y como siempre a esa familia asturiana que sin serlo, siento como mía y tanto se han desvivido para hacer de éste, un fin de semana inolvidable.


 



2 comentarios:

  1. Cierto es que vestir una pared no es nada fácil y no lo sabe hacer cualquiera, por eso la persona que dio a luz esas catorce estaciones merece llamarse artista. Y si la obra es buena, como tú bien dices, es un artista y de los grandes. Muchísimas felicidades. Un abrazo.

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  2. Agradezco tus palabras Rita. No dudes que le transmitiré tu felicitación. Puedes visitarle en Arte74.es

    Muchas gracias y un fuerte abrazo

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Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

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