Muy de vez en cuando asoman gentes
que si tuviera que clasificarlas las incluiría en un grupo cuyo título en
negrita sería un gran interrogante.
Esas gentes que no sabes si van,
vienen o simplemente pasaban por allí.
Gentes como un señor mayor de mediana
estatura, que al abrirse las puertas de un vagón de metro penetra en él y se
sitúa tan cerca como a mi lado; de pie y con una maleta con el asidero a medio
abrir.
De arrugada frente, nariz y pómulos y
de pelo escondido bajo una gorra de compañía de viajes, entre la marabunta de
gente, pasaría desapercibido si no fuera por un pequeño detalle que no escapó
de mi atención y que poco a poco atrajo la de los demás.
Esté señor, entró en ese vagón
mascullando más que cantando uno de esos temas que por suerte o por desgracia
siempre imaginamos en boca de una estrella bronceada por los soles de Miami.
“Bamboleo, bambolea, porque mi vida
yo la prefiero vivir así…”
Enseguida capté esa estrofa, mi
cerebro la procesó y como si de un pegamento de contacto se tratara, no me pude
desprender de ella mientras ese tren me acercaba a mi destino.
Más si cabe porque este señor sin
nombre, no paraba de repetirla una y otra vez subiendo su volumen cuanto más se
sentía observado por quienes adornábamos con media sonrisa nuestra vista puesta
en él.
La primera vez, escuchas sin más; las
dos siguientes, piensas que este señor no tiene nada mejor que hacer. Cuando la
sigue repitiendo aumentando el tono de su voz, ya puedes entrever que su
cerebro quizás se está haciendo muy mayor o que fue expuesto demasiado al sol.
Pero por una vez y sin que pueda
servir de precedente, mi imaginación fue más allá.
¿Alguien se paró a pensar, por
ejemplo, que quizás este buen hombre regresaba de uno de esos viajes veraniegos
sin edades y que justamente ese “bamboleo” sirvió como excusa, arma o recuerdo
de un baile, de un affaire o simplemente de un quítame aquí esas penas?
Seguro que no; seguro que la opinión
general poco diferiría del consabido:
“Cómo se ponen las cabezas”
Y puestos a elegir, qué más da si
todos de una u otra forma también preferiríamos vivir así. ¿O no?
Bamboleo…
mmm yo lo asocio a un problema mental jaja... es que como no me gusta llamar la atención nunca se me hacen difíciles estos personajes... prefiero en todo caso ser "border" en otras cosas (todos lo somos en algo)... saludos!
ResponderEliminarJejeje, yo en el fondo, también. Pero ¿a quién no le gustaría tener una de esas locuras transitorias?
ResponderEliminarSaludos
Son especulaciones , pero bueno...
ResponderEliminarQue la vida cada cual la viva como más le guste.
Besos.
Tú lo has dicho. Que cada uno la viva como le convenga y si además alegras con ello la de los demás, aún mejor.
ResponderEliminarBesos
Pues yo también prefiero vivir con un poquito de bamboleo y de alegría en mi vida, y digan los de alrededor lo que quieran. Un abrazo, Luismi.
ResponderEliminarLa alegría que no falte.
ResponderEliminarUn abrazo alegre Rita
Me gustan las personas alegres, que disfrutan la musica... y algo bueno le debe estar sucediendo para cantar asi .....
ResponderEliminarYo tambien canto en mi casa, en la calle solo la escucho con auriculares pero asiento el ritmo con la cabeza o con los pies si viajo....
Un abrazo Luismi!!
Totalmente de acuerdo contigo. El día que deje de gustarme o escuchar música cuando p.ej. voy a trabajar, es que definitivamente perdí el interés por una de las mejores cosas de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu comentario
Es curioso cómo observas a la gente y luego sacas conclusiones, claro que en este caso más que ver fue oír... es fácil pensar que ese buen hombre no estaba muy bien del tarro, pero quizá ese día le dio por cantar y alegrar un poco este mundo sombrío y egoísta. Seguro que te sacó una sonrisa.
ResponderEliminarUn abrazo Luismi,
Fueron muchas las sonrisas que me provocó este hombre y a la vez una cierta ternura. Es difícil de explicar.
ResponderEliminarUn abrazo querida amiga
Generalmente los que cantan en el metro, cuando terminan la melodía o canción piden una limosna, tampoco me extraña que alguien cante el Bamboleo sin pedir nada, puede ser que tuviera un arrebato de felicidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este hombre no pedía nada. Simplemente cantaba, espero que por simple felicidad por extraño que resulte.
ResponderEliminarUn abrazo Matías
Querido luismi.
ResponderEliminarQuizás ese hombre sólo quería despertar tu atención o la de los presentes haciendo saber a todo el que le escuchará que* su vida la vive así*.
O quizás fuese un hermano de * papuchi* y por ello tener todo el derecho a cantarla.
O lo mismo, acabó de pasar por algún mal trago de esos que se nos presentan en la vida y quiso compartir con el pasaje su proceder.
Sea como fuere....
La vida nos enseña a vivirla así.
Besotes
Al ver la cara de ese hombre, mal trago no parecía que hubiera pasado. Simplemente, yo creo que estaba feliz. Con alguna copa de más, tampoco parecía pero no sería descartable. Sea como fuere, ojalá la vida fuera un bamboleo feliz.
ResponderEliminarBesos amiga
¿Tal vez hablaba sobre cómo se bamboleaba el tren pero solo se entendían la mitad de sus palabras...?
ResponderEliminarSaludos,
J.
Quizás sea así. Nunca lo sabremos. Será difícil coincidir otra vez con este señor.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Un saludo J.