Cuando los soles
del verano son el ayer y los fríos vientos dicen “hola”, debo echar la vista
atrás recordando lo que fueron unas vacaciones de interior.
Vacaciones
aprobadas en papel y selladas con sonrisas cuando una hoja de calendario
hablaba de octubres.
Me alejé de la
rutina, de las caras conocidas y de otras que pensaba conocía.
Marché
a unos cientos de kilómetros de aquí para encontrarme ciudades de fotos y
poster en pared. Pero no es lo mejor que pude ver o apreciar. Por encima de un
océano, de fachadas de siglos y músicas sonando a nostalgia con ritmos de fado,
mis vacaciones, como las procesiones, iban por dentro.
Vi, escuché, sentí
soles primaverales de otoño; conocí gentes entrañables y lugares donde echar el
ancla, pero mi mejor regalo, mi parada y fonda siempre tenían el nombre de una
misma mujer.
Una
mujer que paso a paso, en calles empinadas, me obsequió recuerdos de un tiempo
que parecía detenerse a meditar, mientras un viejo tranvía seguía su curso. Una mujer tan conocida, tan amada y que siendo
adulta siento aún como acurrucada en mis brazos mientras un biberón daba sus
últimas bocanadas.
Me
regaló un brillar de ojos, me regaló inquietudes de quien lucha por abrirse
paso en el difícil mundo que respira la mochila a cuestas de la cruda realidad
de los adultos.
De
esa mochila, piano, piano, va sacando lastre conforme acierta a corregir
errores y perpetuar aciertos. Y eso es algo que yo valoro, porque quien no
rema, jamás cruzará mar alguno.
Me admira su
decisión, su valentía tapando miedos y esa dosis de nostalgia que la hiciera
asomar alguna lágrima. Me admira una sonrisa de manos al volante que esta vez
sí puede decir que es suyo.
El
tesón, la paciencia, la esperanza y la bondad, son sus apellidos. El futuro, su
objetivo; la fe, su fortaleza.
Cuando hoy las
pieles bronceadas se diluyen, yo sigo viviendo mares en el alma y en la
distancia sigo abrazando a esa mujer que quiso, intenta saber y apuesto sabrá
labrar su vida en unos valores que nunca debiéramos perder.
A esa mujer
escribo, a esa mujer extraño, a esa mujer la quiero.
*A mi hija, en
agradecimiento por ser, por estar y por ayudarme a medio metro de mí a
disfrutar de unas vacaciones que guardaré siempre en mi interior.
Querido Luismi.
ResponderEliminarAgradezco tus palabras y sentimientos a María.
De algún modo son un bálsamo para mi alma atormentada por la ausencia de sentimientos hacía mi así expresados y sentidos.
No voy a decir que no me quisieran ...no osaré valorar los sentimientos de los demás, pero como me habria gustado un padre así.
Tengo la gran suerte de tenerte y considerarte mi amigo , ahora que ese valor también escasea en la vida.
Envidio a María por acunarse en unos brazos así.
Y te envidio a ti por expresar tu amor sin parapetos que impidan sentirlos.
Gracias a los dos por estar y gracias a quien desde el silencio mecio esa cuna y cultivo ese amor.
Que hermoso lo que sentis como padre por tu hija, ya mayor, y poder disfrutar tus vacaciones con ella es genial.
ResponderEliminarVacaciones inolvidables!!
Me alegro por vos!!
Un abrazo!!
Mi querida Lady Writer, muchas gracias por tus hermosas palabras. Como amigo, siento mucho que no percibieras ese cariño. Pero quien sabe si no llegará el día en el que puedas por fin disfrutar en la otra vida de todo aquello que no quisieron o no pudieron darte. Yo así lo pienso y pido por ello. Es fácil decirlo, pero no te atormentes por lo que pudo haber sido y no fue.
ResponderEliminarUn beso de amigo
Muchas gracias Grace por tan buenos deseos.
ResponderEliminarBesos
¡Qué bonito homenaje el que has hecho a tu hija! Tener hijos así es el mejor regalo que la vida puede darnos. Disfruta mucho con ella, todo lo que puedas. Un abrazo.
ResponderEliminarLo intentaré Rita. Muchas gracias
ResponderEliminarUn abrazo
Un buen padre se agradece y a medida que vas creciendo, más valoras eso sentimientos que tan bien sabes expresar.
ResponderEliminarEl mérito no es solo de ella, es tuyo y de su madre. Me alegro mucho por tu familia, no todo el mundo puede decir lo mismo.
Un sincero abrazo.
Querida amiga: perdón por el retraso en publicar tu comentario. Muchas gracias por ese reconocimiento a la labor que creemos debiera ser ley de vida de unos padres con sus hijos. No siempre es así, desgraciadamente. Por eso nos sentimos tan afortunados por haber coincidido en forma de pensar.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo