domingo, 13 de septiembre de 2020

Dear John


     Si las nubes hablaran, quizás desde lo alto renegarían de gentes que sin orden ni concierto incumplen normas, consejos y seguridad tan necesarias en estos tiempos de pandemias, miedos e incertidumbres. Quizás quisieran barrer con la fuerza de sus lluvias tanta dejadez, desprecio y falta de solidaridad de miles de personas cuya libertad parece que va más allá de la propia.

    Pero siempre existirán muros de contención ante tanta iniquidad; gestos que por sí solos reverencian lo mejor que también algunos humanos conservan. En algún lugar, en algún rincón siempre permanecerá cualquier viejecillo que aleccione al indomable, que haga reflexionar al quebrantanormas o que simplemente con su actitud haga viral y contagie lo que de buen ciudadano tiene.

      En un rincón de un viejo bar, un hombre de gorrilla en cabeza, mirada al frente y una pinta de buena Guinness  esperando ser finalmente consumida, mide el tiempo por esencias. No tiene prisas, no le importan las pausas. Mil ideas y un reloj como acompañantes de una soledad que no pareciera importarle.

     Ese reloj de azul color, le marcará el momento de partir; el momento de cumplir lo acordado con su conciencia, educación o simplemente costumbre.  

    Se hablará de noventa minutos como máximo para acatar restricciones de permanencia por la pandemia; él dirá que simplemente a eso de las seis debía marchar para escuchar en el hogar su noticiero favorito.

    Para mí es igual; esa imagen vale más que un sentimiento; es la imagen del respeto, de los años encerrados en blanca espuma de negra cerveza; de la mirada de la experiencia; del sabor añejo a nuevas sensaciones; del personaje al que quisiera mirar frente a frente, pinta a pinta, sentado en ese mismo bar, en ese rincón para brindar ambos por un mundo al menos tan igual como ese instante.

           

*Dedicado con todos mis respetos a John Joe Quinn, uno de esos personajes a los que me gustaría llegado el momento imitar si el tiempo y las circunstancias lo permiten.

8 comentarios:

  1. ¡Hola Luismi! ¡Cuánto me alegra saber de tí y comprobar que el Café del Swing ha reabierto sus puertas. He estado de vacaciones una temporada y no he manejado el blog por eso me entero ahora, y sinceramente, me ha dado mucha alegría.
    El relato está genial, ha sido muy grato leerlo.
    Seguiremos por aquí.
    Un abrazo

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  2. Muchas gracias Rita. Siempre eres bienvenida por este Café.

    Un abrazo

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  3. Querido Luismi.
    En el pasar de los dias en este peculiar momento que nos toca vivir, me voy dando cuenta que seguir las normas marcadas para la seguridad es cosa de pocos.
    Gente que se apega durante horas a unas sillas de terraza y a la que se van sumando todo aquel que se reconoce bajo las cotidianas mascarillas.
    No mas de 10 personas es una de las indicaciones que veo olvidar a mucha gente joven y no tanto.
    Prometedora esa solitaria cerveza y maravillosa esa cotidiana constumbre.
    Un abrazo virtual en espera de dartelo personalmente.

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  4. Querida amiga, así es. Parece que aquí ni las muertes infunden respeto para respetar unas normas básicas de protección. Nos jugamos mucho y no parece que nos demos cuenta.

    Ojalá esos abrazos reales no tarden mucho en llegar aunque el panorama pinta como la "pinta" de John.

    Otro abrazo fuerte para ti

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  5. Recien llego y me gusta lo que leo Me encanta conocer nuevos bloggers para aprender de ellos cosas que no se. Te dejo mis huellas

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  6. Quizás no tan nuevo ese blogger que seguirá tus huellas.

    Gracias

    Un abrazo

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Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

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