Desde los que
miran públicos en lo alto de un escenario hasta los que abren completamente sus
ojos y corazones para empaparse de viejas, gloriosas y sempiternas músicas,
todos somos campeones.
Más de dos años y
casi una vida después, desempolvé unas entradas que permanecían en stand by por
un virus que dejó entre interrogaciones muchos sueños por cumplir.
Afortunadamente,
los malos augurios dieron paso a un show que siempre y por siempre deberá
continuar porque no existen personas ni circunstancias que detengan el buen
arte de una buena música, de unos buenos músicos y de unos oídos agradecidos
por lo que escuchan.
El pasado seis de
julio un casi sesentón como yo, acudió con sus hijas y yerno a presenciar un
espectáculo de nombre Queen y apellido Historia.
Porque lo que allí
vimos fue una hermosa historia de grandes leyendas y almas deseosas de
empaparse de lo mejor de un recuerdo y la esperanza de un futuro lleno de
músicas que perduren en el tiempo.
Merecieron mucho
la pena las esperas de horas para acceder al recinto. Lleno hasta la bandera,
fuimos privilegiados con la cercanía de unos ídolos que pasearon arte del bueno
por una pasarela de idas y venidas de unos temas que sin saber inglés, todos
cantamos.
El espectáculo ha
sido el más grandioso que yo haya visto y oído jamás. Añadamos a eso el sentimiento
de trasladarme varias décadas atrás con el recuerdo de viejas cintas de casette
escuchadas en madrugadas de amigos, copas y humos de pitillos sin boquilla.
Todo se agolpó en
algo más de dos horas de concierto. El repertorio, soberbio: el sonido, las
luces y la puesta en escena, espectaculares. La conexión entre las leyendas y
el público, una perfecta simbiosis entre lo ofrecido y lo esperado.
Todo demasiado
perfecto para ser verdad, pero lo fue. Incluso en aquellos que seguían echando
de menos a Freddie Mercury, se notaban caras de satisfacción ante un artista
que sin pretender nunca imitar al inimitable, ha forjado con su esfuerzo, su portentosa
voz y su arte sobre un escenario, una personalidad única también e irrepetible.
Mis respetos y admiración hacia el gran Adam Lambert que por algo ha cumplido
ya diez años alargando la vida de una banda que nadie pensó que sobreviviría
cuando Mercury marchó.
Qué decir de un
tipo como Roger Taylor envuelto en canas de barbas y pelo pero que sigue
jugando a ser Dios con unas baquetas entre las manos. ¡Cuánta historia a golpe
de rock!
Y de Brian May, me
cuesta trabajo hablar porque viéndole acercarse por esa pasarela por primera
vez, vi en su expresión al joven que un día mientras construía con su padre su
hermosa Red Special soñó con ser un gran guitarrista. No sólo lo consiguió sino
que viendo su rostro, sus gestos y su forma de extraer obras de arte punteando
su moneda de seis peniques sobre ocho cuerdas, contemplamos a un hombre que
transmite toda la fuerza del rock y toda la paz de un ser de luz. Un hombre a
quien admirar no sólo por lo que es sino por lo que sentimos que es. Se podrá
discutir si es o no el mejor guitarrista de la historia, pero lo que es
indiscutible, es que es un admirable señor dentro y fuera del espectáculo. Mi
mayor respeto y admiración por uno de esos tipos con el que muchos soñamos ser
si volviéramos a nacer.
Show must go on fue
coreado por todos y el espectáculo siempre continuará mientras existan unas
manos de varias generaciones que se entrelacen para gritar a los cuatro vientos
que todos nosotros somos los campeones.
Dios salve siempre
a esta Reina. Forever Queen!
Cuanta alegría y felicidad comprimida en un par de horas de excelente sonido y maravillosas letras. Estar ante esos hombres admirados y queridos desde distancias de kilómetros y
ResponderEliminary de años .Sueños guardados y realizados. No fue el querido y estimado Freddy pero poco más que pedir a esa VOZ y a esos geniales músicos. Gracias por compartir
ierto no tiene nada
Podría añadir muchas más cosas de lo vivido pero nada comparable a poder ver in situ a unos legendarios músicos que para los que no hemos perdido aún el buen gusto por la música, han significado y significarán siempre un aliciente dentro de un mundo demasiado complicado.
EliminarLas voces pueden cambiar pero el espíritu de una banda nunca muere. Gracias por el comentario. Besos