sábado, 6 de abril de 2019

Sota, caballo y rey



Gran invento la baraja. Más aún la española que además de serlo, ha servido y sirve de instrumento en mis ratos de ocio en compañía de los más cercanos a mí.

Me gustan sus colores, sus figuras, sus combinaciones, sus múltiples aplicaciones en juegos diversos.

La vida, mi vida, en cierto modo, se asemeja también a una baraja.

He encontrado en ella más de un rey de copas y alguna sota también haciendo juego.

Hombres y mujeres de afiladas espadas que siendo hirientes en palabras, obras u omisiones, se creyeron ases y no pasaron de un cinco pelao.

La vida, en ciertos momentos, también se me ha pintado en bastos; incluso he sentido en mis carnes el certero golpe de quien sujetando uno, me hirió con hechos o palabras cargadas de miserable traición.

Aunque pudiera parecer que mi palo preferido fuera el de copas (por aquello de mi devoción cervecera), realmente me inclino por los oros.

No es oro todo lo que reluce, pero sí que reluce todo aquello que brilla.

Una mirada brillante, una risa sincera, humor para hacer o deshacer, son astros que iluminan caminos incluso en descaminados.

Me gustan las sorpresas, me gustan más los ríos revueltos sin buscar ninguna ganancia de pescador, que la calma de aguas estancadas en un simple transcurrir de horas y días.

No me gusta la quietud por norma, ni las costumbres que se hagan leyes inamovibles.

Me entusiasman los relojes, pero no depender de ellos; prefiero ser Ceniciento sin preocuparme por doce o quince mil campanadas.

Lo que venga, bueno, malo o regular, saber llevarlo con la mayor dignidad posible.

De lo bueno, disfrutarlo; sin prisas, incluso sin pausas.

De lo malo, paciencia y esperar que escampe siempre mirando al cielo sin acritud.

De lo regular, que me sorprenda, dejarme llevar, esperar acontecimientos, una mano amiga, o un silencio hablando por los ojos.

En definitiva, jugar esta partida de cartas de mesa, baraja y gentes sin buscar simplemente vivirla teniendo de mano por norma sólo una sota, caballo y rey.




4 comentarios:

  1. ¡Magnífica reflexión, Luismi! No soy jugadora de cartas, pero me has recordado mi infancia cuando, sentada alrededor de la mesa-camilla, con mi abuelo pasaba las tardes jugando. Me gusta mucho la sabía reflexión que haces tomando como base la baraja. Pensamiento sereno y positivo. Como debe ser. Un abrazo amigo y buen fin de semana.

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  2. Muchas gracias Rita. Grandes y entrañables partidas aquellas de tardes de mesa camilla y brasero. Los tiempos cambian pero hay cosas que siempre se recuerdan con especial cariño.

    Un abrazo y que tengas una feliz semana

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  3. Querido Luismi:
    Recuerdo las tardes jugando al dichoso "chinquillo" que nos obligaba a jugar mi padre sólo para ganarnos la paga que nos acababa de dar, riéndose de unos chiquillos que no entendían de sotas ,caballos y ases y que sólo querían coleccionar los Reyes y claro...perdían.
    De ahí descubrí que no es más importante quien más lo parece y que un simple cinco o un tres te ponía en la situación de manejar el cotarro. Tarde en comprenderlo pero una vez aprendido siempre me he manejado mejor en los términos medios huyendo de posiciones de Reyes o ases que sólo hacen que de destaques por las apariencias.
    Sabes que estoy pasando un año un poco mediocre y desde ese bajo perfil veo a la gente reírse de la cara de sota que luego últimamente y pocas muy pocas personas son las que se han acercado a interesarse por el motivo.
    Sorprendentemente si lo han hecho algunas que quizás sean simples cinquillos, pero para mi ahora son mis ases favoritos.
    Un beso de sota

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  4. Espero que si vas últimamente de sota, sea la de copas porque compartiendo copas o cervezas en buena compañía, los problemas se llevan mejor. En las cartas, como en la vida, las apariencias engañan muchas veces y quien menos te lo esperas, te sorprende en ambos sentidos.
    Seamos sotas, reyes, reinas o simples doses, el caso es acabar ganando partidas.

    Besos de un cinco pelao

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