viernes, 6 de diciembre de 2019

Aire puro



En estos tiempos en los que se llenan muchas bocas y seguramente más los bolsillos por cuidar un medioambiente; de luchas por evitar un cambio esta vez climático; de concienciar a quien no debieran porque no se atreven con los verdaderos culpables y poderosos.
En estos tiempos de pregonar ejemplos de pureza surcando cielos a dos metros con alas de olor a queroseno, o cruzando océanos llevados por el viento sin apartarse de tecnologías que llevan a sus espaldas esclavitudes de niños sin futuro, aparece como por arte de magia, un ejemplo:

        Pepa, no me quedo tranquilo. He echado la basura donde no debía.
        José Mari, déjalo. No le des más vueltas.

Estas fueron las últimas palabras de un ejemplo. Un señor en un mayor sentido que el literal. Una persona que miró por el resto antes que por él mismo.
Es la pequeña gran historia que como todas, caerán pronto en un olvido adornado de guirnaldas, felicitaciones y parabienes de una Navidad y un propósito de feliz año nuevo.
José María San Martín, un jubilado de 79 años, falleció en la madrugada del pasado día 1 quizás por tener buena conciencia; por ser buen ciudadano; por intentar dejar un mejor futuro a las generaciones venideras.
Su equivocación no fue dejar una bolsa de basura en el contenedor equivocado, no. Su “equivocación” fue la de regresar empujado por sus pensamientos de haber obrado mal. No le importó la hora, ni la noche cerrada, ni el cansancio acumulado. Debía cumplir con su deber y cumplió no hasta la extenuación sino hasta el infinito y más allá.
Se encontró de cara con la muerte y murió; murió como un héroe entre basuras; murió fulminado por un corazón que no resistió un ataque.
Parece un contrasentido, pero murió entre basusras dando ejemplo a los demás; los demás o más contretamente aquellos que quizás sean “basuras ejemplares” que sin dar ejemplo del verdadero, copan portadas de revistas y titulares de renombre.
Me da lo mismo que se llamen Greta, Pedro, Pablo o como les dé la real gana. Si siendo niños los llaman activistas sin haber pisado un charco o jugado a ningún “me escondo para que me encuentres”; o si siendo adultos se refugian en el cuento de “haz lo que yo te diga, pero no hagas lo que yo hago”, no me vale su ejemplo.
Más les valdría a estos “activistas del cuento”, luchar por unos valores, por una buena educación desde niños; por una buena concienciación familiar (que es donde debiera empezar el niño a ser hombre o el hombre a ser niño).
Pero no, eso no da negocio; eso no interesa; eso no da votos ni millones de “likes”. Interesan más grandes hermanos, que Hermanos de verdad. Interesan más mujeres, hombres y viceversas, que verdaderos Hombres y Mujeres en todos los sentidos independientemente de su orientación sexual.
Interesan cabezas huecas o llenas de fantasías irrealizables, que aquellas otras de dos dedos de frente. Interesan los rebaños que solitos se lanzarán desde precipicios cuando no interesen.
Y mientras tanto… muere un hombre que quiso, quiere y querrá siempre que la basura que a él le mató, no se convierta en abono de sinsentidos.
A este héroe sin disfraz, a este ejemplo de convivencia hoy brindo mis letras y un agradecimiento sincero por hacer de su pequeño gesto, un abrir ventanas para que entre el verdadero aire puro que tanta falta nos hace.

Gracias José Mari

6 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo.Los verdaderos héroes, las personas que deberíamos tener como referente, no salen en televisión, ni en las redes sociales...Son silenciosos, hacen su trabajo en silencio, sin que nadie lo note, se pierden entre la gente común. Y eso les engrandece más todavía.Un abrazo.

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  2. Así es Rita. De los más simples, lo más grande.

    Un abrazo

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  3. Mientras que los los dirigentes mas poderosos del mundo no se impliquen en la tarea de dejar de echar porquería a la atmósfera, de poco servirán las cumbres del clima.
    Saludos.

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  4. Justamente los que no aparecen por la Cumbre de Madrid, Matias.

    Gracias por tu comentario.

    Un saludo

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  5. Me encantas como escribes y tus palabras danzan

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  6. Muchas gracias. No sé si lanzarán como dices. Si la sinceridad baila, entonces sí.

    Feliz Navidad

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