jueves, 8 de octubre de 2020

Estuvo bien


¡Qué maravillosa mañana para hacer lo que hice. Una de esas mañanas de un radiante otoño primaveral. Temperatura ideal; cuatro nubes en el cielo y dos amigos que se lanzan a la calle con el único propósito de disfrutar de un largo paseo.

La diferencia de edad entre ambos, no importa; sus diferentes alturas, tampoco. Ni tan siquiera el pertenecer a razas distintas,  que no antagónicas, es problema a la hora de desear ambos un poco de aire fresco.

El recorrido hoy será largo. Un camino de ida y vuelta que en kilómetros alcanza más o menos los cinco. Quizás el destino inicial al tratarse del campo santo de la ciudad no sea por nombre el más apetecible, pero es un paseo tranquilo sin edificios a los lados, con campo abierto de base aérea y árboles que sombrean su recorrido.

Mi amigo, oliéndose o más bien olfateando la libertad de un inhabitual recorrido, tira de collar y correa con un ímpetu que para mí quisiera siempre. Es por ello por lo que el camino de ida sin hacerse tortuoso, inicialmente se convierte en un simulacro de estrés.

Pero llegamos a un punto, una señal indicativa o aquel árbol de frondosas ramas, en el que me replanteo mi modus operandi, y pienso:

 

¿Qué estoy haciendo? ¿Es esto lo que busco? ¿Es necesario que mi mente esté ocupada en virus de los que no se ven, o esos otros que sí tienen nombres y apellidos y emponzoñan la vida de muchos que como yo sólo piden un poco de convivencia pacífica?

 

            NO

 

Es entonces cuando opto por cambiar esa palanca de modo humano, a modo simplemente perro y me explico. 

Observando a mi buen amigo, sólo veo en él un andar alegre, unos ojos que de vez en cuando se posan en mí y una forma de observar su entorno que me hacen recapacitar en todo aquello que me estoy perdiendo por malsanos pensamientos de ser humano.

Quiero pensar que ese perro ¨sólo¨ disfruta del paseo, sabiendo que al otro lado de un collar y una correa se encuentra un buen amigo al que poco o nada pide más que una pequeña porción de agua y una parte del cariño que día a día y por su propia naturaleza, sin disimulos, ofrece.

Y lo que antes era un andar por andar, se convirtieron en un andar por disfrutar. Disfrutar de esas copas de los árboles mecidas por un tibio viento; del viejecillo que apoyado en su bastón regresa a un descanso merecido; de un señor ladeado en cuerpo pero de férreo esfuerzo, que camina no sin dificultad alejado de una postración que quizás muchos mortales elegiríamos en su situación; de un avión que sobrevuela la zona provocando el típico pensamiento de cómo el hombre ha sido capaz de ingeniar algo así y que siendo tan pesado, vuele; de un Cerro de los Ángeles y un Corazón de Jesús alejado en distancia pero cercano, muy cercano en el corazón, al que en segundos elevo una oración por mí y por todos mis compañeros; de un tren que a su paso me hace reflexionar en las gentes que no sin miedos y bajo una mascarilla no tienen más remedio que usar; y tantas y tantas cosas que de otro modo me hubiera perdido.

Así llegué a un momento en nuestro camino de regreso en el que nuestras miradas se cruzaron y quizás ambos pensamos:

 

                                        ¨Estuvo bien¨

 

 

 

            

 

 

6 comentarios:

  1. Querido Luismi.
    Que agradable paseo y que agradable compañia.
    Para valorar a quien tienes junto a ti , algunas veces solo se necesita de una mirada de alegre agradecimiento.
    Un enorme abrazo .

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  2. Efectivamente. Con qué poquito puede cambiar la concepción de las cosas.
    Sólo hay que detenerse un poquito a pensar.

    Besos

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  3. Tenemos mucho que aprender de los animales. Yo también paseo a diario con mi perro y cuanto más observo su comportamiento, más cuanta me doy de los errores que cometemos los humanos. Buscando siempre la felicidad tan lejos cuando la tenemos al alcance de la mano. Me gustó mucho leerte y tu sabia reflexión.
    Un abrazo

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  4. Muchas gracias Rita por tus palabras y por tu agradable compañía por este Café.

    Un fuerte abrazo

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  5. Tenemos tantas cosas que aprender de ellos...

    Gracias Sara.

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Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

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