miércoles, 30 de noviembre de 2011

Lo que no me pase a mí...

En ocasiones, a uno se le queda cara de tonto. En otras, puede que de perplejidad. Y en algunas, uno no sabe si reír, llorar o gritar. Yo soy de los que prefiere reír si es que puedo elegir.

Cuántas veces a lo largo de nuestra vida habremos dicho aquello de “lo que no me pase a mí…”

Yo, infinidad. La última no hace mucho.

No soy una persona a la que le entusiasme el deporte del shopping. Recorrer tiendas y tiendas en busca de aquella prenda, calzado o artilugio necesario, no va conmigo. Prefiero para esto enviar una delegación en forma de santa esposa o dóciles hijas que solícitas y fiándome por completo de su buen gusto y moderación en el gasto, otean los miles de artículos para después de un exhaustivo informe, aconsejarme sobre tal o cual artículo. Y es entonces cuando por fin me decido a acudir a los establecimientos necesarios.

Pues bien, el pasado fin de semana no tuve más remedio que decidirme al fin por cambiar ese pantalón vaquero que dijo “basta”.

Así que acompañado de mi hija mayor, acudimos a una de estas típicas tiendas con nombre idéntico al de la ciudad de los Simpsons.

Como nunca he sabido a ciencia cierta que talla uso de pantalón, lo mejor era llevarme al probador un par de tallas de los tres o cuatro modelos de vaqueros que más o menos me gustaban.

No padezco claustrofobia, pero nunca me he sentido cómodo en un probador. Esa estrechez, esa falta de perchas en las que dejar las prendas que te vas a probar, el no tener un asiento para descalzarme cómodamente, me suele poner muy nervioso. Pero ese día, no. Me encontraba realmente bien a pesar de esos inconvenientes.

Así que armado de paciencia, uno a uno comencé mi tarea. Y así fui desechando los que no me sentaban bien, no me dejaban respirar o me hacían sentirme como aquel albañil que al agacharse mostraba en plenitud una gran sonrisa vertical.

Hasta que llegué a él. Con su tela de suave tacto, un color azul casi metalizado, liviano y muy fácil de poner. En mi vida, creo que me he sentido tan cómodo al probarme un pantalón. Se ajustó a la perfección, e incluso llegué a pensar que frente al espejo se encontraba el propio Springsteen de la portada del disco Born in the USA.

Pero algo en esa idílica escena no cuadraba. Sólo tuve que bajar la mirada para encontrarme con algo que no debía estar allí. No, no era normal.

Alcanzaba a ver en su totalidad unos calcetines con sus correspondientes tobillos y eso me dio que pensar, porque una cosa es que unos pantalones sean más o menos “pesqueros”, y otra muy diferente, que no salgas nunca del río.

¿Cómo era posible que de cintura, pierna e incluso entrepierna me sentaran tan bien y fueran tan cortos?

¿A mi edad el cuerpo sufre una transformación tan brutal?

¿Tejieron ese pantalón en plena fiesta de año nuevo?

¿Era algún tipo de broma y me estaban grabando?

¿Dios existe?

Miles de preguntas acudieron a mí sin una respuesta clara.

Así que tuvo que ser una experta, cariñosa, amable, paciente y en cierto modo pícara empleada quien con media sonrisa por fuera y descojone general por dentro, me explicó de una manera concisa pero rotunda, que aquellos pantalones de mis sueños, eran simplemente unos “pantalones cagaos”.

Y el mundo me cayó encima.

29 comentarios:

  1. jajajaja, qué bueno!!!

    Es que la moda últimamente está un poco loca.

    Me he quedado con una duda... ¿te los llegaste a comprar o pasaste de tanta modernidad?

    Ya me dirás.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. jajajaj si es que en nuestra época eso no existía y ya ves a estas alturas nos enteramos que existen los pantalones cagaos jaajjaaj
    Buenísimo me he reído un montón.

    Besitos y sonrisas digamos normales ajaj:-)

    ResponderEliminar
  3. Jajajajajaajajajajaajajajaajajajajajajajaja...
    Osea, que te quedaban cortos porque no te pusiste la cintura en la cadera ni la entrepierna casi en la rodilla jajajajaja
    No se, yo no te veo con unos "cagaos", Luismi jajajajaja.

    Me he reido imaginando la situación no sabes cuánto.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Pero Gloria, ¿por quién me tomas? jejeje. No, no me los compré aunque te aseguro que si no hubiera sido por ese "pequeño detalle", ahora mismo los tendría puestos. Una cosa es la modernidad y otra muy diferente tener que agacharme para encontrar algo en los bolsillos, jajaja. No entiendo cómo pueden ir cómodos con eso.

    Besos

    ResponderEliminar
  5. Amiga Merce, menos mal que en nuestra época no tuvimos que llevar esos pantalones. Aunque esas campanas que llevaban, aún hoy me siguen sonando...jejeje.

    Besos acampanaos.

    ResponderEliminar
  6. Fayna, creo que el espejo del probador aún se sigue descojonando... Mi hija y yo cuando nos acordamos, no tenemos más remedio que sonreir. Cualquier día de estos, como sigamos así, los pantalones se pondrán por la cabeza. Tiempo al tiempo. Tranquila, que no me verás con unos cagaos. Con unos "meaos" por la risa o por la edad, no te digo yo que no.

    Besos

    ResponderEliminar
  7. JAjaja...perdón...no he podido evitarlo...lo tendré en cuenta cuando vaya a probarme pantalones (hasta en la alergia a los probadores y los templos de la moda nos parecemos...somos de esa generación...jejeje).un abrazo

    ResponderEliminar
  8. jejeje. Ríete todo lo que quieras, pero sigue mi consejo. Antes de probarte unos pantalones, míralos por encima y desconfía... desconfía amigo.

    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  9. jajajaja q bueno el final q bueno, pero es q Luismi ya en lugar de ir a esas tiendas hay que ir cambiando a las clásicas... jajaja, no en serio, la moda joven es una mierda en custion de talla, ni por asomo una 44 es igual en esa tienda q en el carrefour... decían que las iban a unificar?...

    me hiciste reir un buen rato amigo, un gran abrazo, el proximo dia ves a por slips y veremos...

    ResponderEliminar
  10. Estoy pensando en ir a Cortefiel o alguna así, jejeje. Yo no sé si es que soy demasiado carroza, pero desde aquellos anuncios en los que un tío con sombrero vaquero y un Marlboro en la boca hacía publicidad de pantalones a lo que actualmente hay por ahí... va un mundo.
    Como tenga que ir a por slips y hagan lo mismo que con los pantalones, voy a parecer un pingüino saliendo del probador, jajaja.

    Un fuerte abrazo amigo.

    ResponderEliminar
  11. ¡Hola!
    Amigo mio, cosas de la vida...

    Saludos de J.M. Ojeda.

    ResponderEliminar
  12. Querido Luismi:
    Leí los comentarios y pude llegar a entender el concepto, ja ja, es que ese término no lo usamos, para nosotros son pantalones tipo reggaetón o puestos a la cadera...Buena anécdota amigo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Hola, me encontré contigo dando vueltas por el mundillo de los blogs. Y me ha hecho gracia, pues me he identificado bastante, también me toca acompañar a mi hija de compras y ver ese tipo de ropa, que además cuanto mas desordenada esté, y a ser posible tirada por el suelo, mas les gusta a ellas/os.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  14. Taty, estos pantalones se ponían bastante más abajo de la cadera, jejeje. Increíbles.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  15. Hola Asun y bienvenida. Pásate cuando quieras por aquí.

    Abrazos y muchas gracias

    ResponderEliminar
  16. Esos pantalones son copiados del humorista Cantinflas.Son horribles

    ResponderEliminar
  17. Maruxela, estos eran bonitos pero poco prácticos para un tipo como yo jejeje.

    Besos y buen finde

    ResponderEliminar
  18. jajajjajajjaajjaja juro que no puedo salir de aqui sin una sonrisa.
    Cuando comienzo a leerte siempre muy formalito y mientras mis ojos avnazan, zas! la risa es inevitable contener.
    Besote hombre moderno,jajja.
    Buen fds!

    ResponderEliminar
  19. ¿Moderno yo? jejeje. Pertenezco al siglo pasado por lo menos...

    Besos y buen finde

    ResponderEliminar
  20. LuisMi mucho pantalón por aquí y por allá, pero al final la sonrisa con la empleada parece que no te desagrado......jajajaj

    besos

    ResponderEliminar
  21. Pues realmente no, jejeje. ¡Qué pensaría esa buena mujer...!

    Besos

    ResponderEliminar
  22. Muy divertida entrada. ¡Oye!, lo que son las modas... Ahora gustan los "cagaos" y luego gustarán otras cosas.
    También me toca ir de compras con las niñas y hay que crecer a su lado, en las modas, en sus gustos...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  23. Lo de crecer a su lado, me parece estupendo. Pero de ahí a que me ponga yo unos "cagaos"... jejeje.

    Abrazos Towanda.

    ResponderEliminar
  24. jajaj!!! bueno, ya te imagino y al final ¿que te quedaste?
    Un beso
    Sor.Cecilia

    ResponderEliminar
  25. Pues al final, me quedé con cierta cara jili... jejeje.

    Besos y feliz semana

    ResponderEliminar
  26. jajaja, solo voy a comentar que me encanta la forma como narras cada detalle de tus anécdotas, con mucha sinceridad y sin pelos en la lengua.

    Abrazos alados, Luismi.

    ResponderEliminar
  27. Mi querida amiga alada. Muchas gracias siempre por tu compañía. Me alegra que te guste esa forma de relatar mis pequeñas peripecias que de vez en cuando me ocurren por esos mundos.

    Besos

    ResponderEliminar
  28. Jajajajja, me has hecho reir a carcajada limpia! Ya sabes, las cosas no siempre son lo que parecen, o sí?
    Luismi, lo que no nos dices es si al final te compraste unos piratas.., jajaja
    Un besazo

    ResponderEliminar
  29. Pues no. No me los compré, porque uno aunque alguna vez he sido un verdadero pirata, a la hora de vestir no soy tan moderno, jejeje.

    Un besote

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...