He necesitado caminar por las calles de mi ciudad para
percatarme por fin que Diciembre ya llegó.
Operarios subidos a unas grúas se afanan en instalar esas
pequeñas luces que anuncian una Navidad más.
Escaparates adornados de nieve sin nevar y de toda esa
parafernalia propia de estas fechas.
Pero también me he percatado del contraste entre la luminosidad
de las calles y el brillo apagado de sus gentes.
No sé con seguridad si es una impresión subjetiva, pero pienso
que no se palpa la alegría de otros años y no se escuchan las sonrisas de
antaño.
Pesan más las miradas bajas y los rostros de escepticismo, que
unos ojos tiernos o unas amables palabras.
El ambiente es frío y sus gentes, también. Ni siquiera ese
puesto de castañas nos rescata como ayer.
Son momentos duros, son tiempos muy difíciles. Hogares
destrozados por esa peste de nuestros días llamada paro. Padres y madres de
familia que miran tristes un horizonte y un futuro plagado de nubarrones
negros.
Un pesimismo y una desconfianza que se han hecho dueños y
señores de una existencia que hemos forjado quizás a golpe de inconsciencia.
Buscar culpables de esta situación sería muy fácil, pero hoy no
me siento con ánimo de revancha ni animadversión hacia nadie. Ni tan siquiera
hacia el político cobarde o el empresario y banquero miserable.
No puedo dejarme avasallar por ese ataque frontal al
positivismo que cualquier persona tiene derecho a practicar aún más si cabe en
estas fechas.
Por ello, mi propósito será el de vestirme con mis mejores
galas para estas cercanas fiestas. Pero lo haré internamente. Con unas pocas
guirnaldas de amabilidad, abalorios de sonrisas y regalos de paciencia con
perdones. Y como toque final, intentaré esbozar y provocar una sonrisa a toda
persona que la quiera recibir.
Porque por muy dura que sea tu situación, la mía o la nuestra,
sólo deseo que no nos falte una risa, no nos sobre una ilusión y no nos venza
la tristeza.
Puf, me remata el día, triste, gris, viendo luces navideñas con la mente puesta en las dificultades que nos rodean. Pero también voy a sacar la mejor sonrisa, para que las cosas sencillas, la amistad, los padres, la pareja, nos hagan olvidar los problemas y compartamos unas fechas bonitas, sin necesidad de locuras, compras o regalos. El primer abrazo navideño que mando, para ti, amigo, de corazón.
ResponderEliminarY en cuanto pase por Madrid, nos tomamos un café, sin duda.
Cuenta con ello amigo y mi primer abrazo navideño va para ti también. Muchas gracias.
ResponderEliminarLuis, yo también percibo el ambiente muy gris, miradas tristes, bocas sin sonrisas, pesimismo en las personas, y el ambiente navideño se viste de luces en nuestras calles, pero siempre queda el calor de las familias que nadie podrá borrar.
ResponderEliminarQue no nos venza la tristeza y que no nos falte una sonrisa.
Un beso.
No te preocupes María, que sea como sea, esas sonrisas acabarán venciendo. Muchas gracias.
ResponderEliminarUn besote.
Cuánta razón tienes, ya el año pasado las Navidades no me parecieron las mismas, Madrid estaba triste, poco iluminado y en las calles se respiraba un ambiente pobretón. Solo las sonrisas de los niños alegraban las fiestas, me uno a ellos, son felices por encima de todo.
ResponderEliminarSon tiempos duros, pero sobreviviremos.
Un saludo Luismi.
Creo que esta son aún más tristes. Pero también pienso que en las dificultades es cuando la persona debe sacar lo mejor de sí. Confío en que saldremos todos adelante y estos días son de esperanza. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Son tiempos difíciles para todos y las Navidades avivan o refuerzan tristezas.
ResponderEliminarY las personas nos hemos puesto una coraza de freno a la desconfianza, a la incertidumbre y al asombro de todo lo que ha pasado y se está pasando.
SI, hay miradas cabizbajas, gente que llora en sus casas y niños que pedirán a los Reyes Mayos, que sus papás y ellos puedan comer. Hay algo más triste? Un niño nunca debería ser consciente de si se puede comer o no. Come y ya está. Y hasta los niños se han hecho adultos.
Todo está del revés.
Luismi, feliz Navidad si no hablamos y te deseo de corazón que estés rodeado de esas sonrisas que tu siempre ofreces a los demás.
Un abrazo,
Muchas gracias Amelia por tus buenos deseos.
ResponderEliminarTengo la confianza que de todo esto que está ocurriendo, siempre sacaremos lecciones positivas. Como suele ocurrir, los niños quizás sean los más afectados siendo como siempre, los más inocentes. Pero debo pensar que esos niños que tú dices que se han hecho adultos, cuando pasen unos años y estos malos tiempos, volverán a ser los niños que nunca deberían dejar de ser. Tengo esperanza en ello. Mientras tanto, que el espíritu de la Navidad nos llene a todos y nos haga en la desgracia, ser más solidarios que nunca.
Un fuerte abrazo y ¡FELIZ NAVIDAD!