martes, 29 de enero de 2013

Sudor frío

Era una fría noche del mes de enero. Caminaba solo por las viejas calles de un solitario pueblo. Una ráfaga de viento helado golpeó mi cara, mientras ascendía por la empinada Calle Mayor.

No recuerdo mi destino exacto; sólo recuerdo que a ese helado viento, se unió una sensación de inquietud extrema.

Esa percepción extrasensorial de que alguien o algo me acechaban.

Quizás una sombra, un movimiento furtivo, un sonido a destiempo. Todo unido, activaron mis alarmas.

Mi maltrecha vista, no distinguió con claridad aquello que se refugiaba a la vuelta de una esquina.

Pero un sexto sentido me decía que alguien allí me esperaba con siniestras intenciones.

La adrenalina se disparó; un sudor frío comenzó su peregrinación y mi cerebro encendió todas las alarmas.

No dar un paso más, retroceder, era la consigna y el único y verdadero instinto de supervivencia que mis neuronas se afanaban por gritarme.

Y acertaron de lleno cuando de repente esa sombra furtiva dejó de ser sombra para convertirse en una terrible realidad que en la distancia me gritó:

¡¡¡Voy a matarte!!!

Ese grito fue tan fuerte, convincente y tan lleno de odio, que los pelos se me erizaron como jamás lo habían hecho antes.

No conseguí articular palabra. Mis pies me abandonaban mientras mi cuerpo pesaba toneladas de un miedo atroz.

Sólo pude echar a correr. Correr hacia ningún sitio. Buscando únicamente la oportunidad de salvarme.

Pero el horror me seguía. Ese hombre, me seguía. Casi podía sentir su aliento mientras mi imaginación me hacía ver un cuchillo entre sus manos.

Me estaba alcanzando; no podía gritar; nadie escuchaba mi miedo y nadie acudiría en mi auxilio.

A lo lejos vi una oportunidad de salvación. No podía ser. A esas horas, no era posible que la gran y pesada puerta de la vieja iglesia, estuviera abierta.

Corrí hacia ella e intenté cerrarla. Todo en vano, porque mi asesino, lo impidió con su cuerpo. Y vi sus ojos. Ojos de muerte, de infierno, de ira, de negra maldición.

Me precipité hacia el interior de la oscura iglesia. Tropecé con un banco y a punto estuve de dar con mis huesos en el frío mármol.

El ruido en el silencio de la noche, se hizo ensordecedor entre sus frías, desnudas y centenarias paredes.

A duras penas, palpé una puerta sin saber hacia dónde me conduciría.

Conseguí abrirla, no sin esfuerzo y como un niño en sus primeros pasos comencé a subir a gatas, los interminables peldaños de una escalera de caracol.

Mi respiración se convirtió en un jadeo atroz. Más por el miedo, que por el esfuerzo.

Los peldaños acabaron y di con mis huesos en una estrecha y mísera habitación con una pequeña ventana por la que sólo entraban los ecos de una hermosa luna llena, como único testigo de aquello que estaba ascendiendo hacia mí.

Se oyó la misma voz que decía:

“Ya no tienes dónde ir; vas a morir como un cerdo”

Un sudor frío resbaló por mis mejillas cuando asomó por el hueco de esa escalera una gran mano ensangrentada que agarraba un enorme cuchillo de caza.

Y no pude más. Grité y abrí los ojos dando gracias a Dios de que sólo fuera una horrible pesadilla.

                                                                 -------------

Este no es un relato cualquiera que haya salido de mi mente calenturienta. Es una pesadilla que hace años me aterrorizó varias veces y hasta hoy no he sabido nunca descifrar.

Porque ese siniestro ser que me perseguía era un amigo mío que hace muchos, muchos años, se suicidó. Y lo más curioso es que nunca me he llevado mal con él, aunque todos sabíamos de sus graves problemas psiquiátricos.

Espero que allá donde esté, haya encontrado la paz que nunca tuvo.

11 comentarios:

  1. Inquietante, impresionante y bonito. Seguro que descansa en paz.

    ResponderEliminar
  2. Hola Luismi, nos has hecho un brillante relato. te felicito.
    bueno, seguro que tu amigo, ya goza de paz.
    Me alegro poder tener ya Internet.
    Mil besos
    Sor.cecilia

    ResponderEliminar
  3. Vaya horitas pa acojonarme!!!!...Jejeje...
    ¡Que duro debe ser vivir con un mundo indescifrable e inconexo en la mente!Tanto como para hacer que uno decida acabar con su existencia ...yo tambien espero que tu amigo, este donde este haya descansado de su carga y que haya encontrado paz y felicidad...un abrazo, Luismi

    ResponderEliminar
  4. Bueno, veamos que sale....
    Estupendo relato, inquietante, agobiante el terror, pero a la vez , esa ventana por la que.se asoma la luna, la esperanza y el deseo de una paz eterna para el amigo que ya no esta.
    Que suerte contar con alguien como tu!!!!
    Yolanda

    ResponderEliminar
  5. Gracias a todos por vuestros comentarios. Realmente, creo que mi amigo ya descansa con mucha paz porque hace ya muchos años que afortunadamente no viene a mis sueños de una forma tan terrorífica.
    Ahora que lo pienso, llevo mucho tiempo sin soñar dormido. ¿Me estaré haciendo viejo? Quién sabe.

    Besos y abrazos a tod@s.

    ResponderEliminar
  6. Pues yo sí te felicito por tu entrada, al principio pensé que estabas ejerciendo de Ray Bradbury porque describes una situación de terror perfectamente. Luego ví que era un sueño de esos que se repiten y un buen día desaparecen.

    La forma de morir tu amigo hizo mella en tí.

    Gracias por tu felicitación, amigo Luismi.

    ResponderEliminar
  7. Gracias amiga por tu cariñoso comentario. Eso de compararme con Ray Bradbury... anima a cualquiera.

    Gracias y un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Pensaba que ibas a publicar el viernes un tema sobre pensamiento positivo, bueno a lo mejor te he entendido mal y es ésta viernes cuando lo publicas, ya me dirás.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  9. Sí María. Esa era mi intención. Quizás no un pensamiento positivo, pero sí un vídeo, un chiste o algo gracioso. Pero este viernes ha sido imposible. Esa es mi intención y de hecho lo he venido haciendo en este blog durante mucho tiempo. Espero poder seguir con la tradición.

    Un besote

    ResponderEliminar
  10. Gracias querid@ anónim@. No sé quien eres, pero gracias.

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...