lunes, 8 de abril de 2013

El garaje

Siempre acercándose la hora en punto de las siete de la mañana, se abren las puertas del autobús que habitualmente y con meridiana puntualidad nos traslada a los que hoy nos podemos sentir afortunados de viajar a Madrid para trabajar.

Y casi siempre por esas puertas, en la misma parada, suben no sin dificultad, un hombre y una mujer muy viejecitos. Con una bufanda al cuello, guantes de lana y siempre con una sonrisa y unos “buenos días” dedicados a todos los que encuentran asiento tras asiento, este anciano matrimonio, nos causa a todos un sentimiento tantas veces olvidado llamado ternura.

Alguien cierto día, tuvo la curiosidad de preguntarles ¿pero a dónde van ustedes todos los días a estas horas con el frío que hace?.

Y la contestación de él, nos dejó más helados que muchos días del invierno que acabamos de abandonar.

“No vamos”, dijo. “Venimos de rezar por el mundo y de pedir que las cosas se arreglen para todos”.

Yo sé que esta pareja no venía de ninguna iglesia, de ninguna ermita o templo que acogiera a esas horas tan tempranas a unos feligreses y sus rezos.

Sé positivamente y más tarde corroboré, que este matrimonio tan viejecillo, venía de un garaje muy especial. Un garaje público, un garaje abierto las veinticuatro horas del día, todos los días de la semana y en pleno centro de mi ciudad.

Un garaje curiosamente sin vehículos, pero con multitud de aparcamientos y que nunca está vacío.

Un lugar para aparcar desdichas, agobios, tristezas, enfermedades, penurias y tantas y tantas cosas que amordazan el corazón y el habla del ser humano.

Un lugar para conversaciones profundas entre amigos. Para reflexionar, pedir consejo y expresar libremente lo que quizás en ningún otro lugar seamos capaces o nos atrevamos a exteriorizar.

Conversaciones largas y en absoluto silencio, porque quizás sea en un profundo silencio, cuando uno consigue hablar mejor al mundo y aún más importante, hablarnos a nosotros mismos.

Un lugar abierto a todos. A todo aquel que independientemente de su ideología, creencia o afición, se sienta en la necesidad de pedir o buscar un consuelo, una ilusión, incluso de preguntar ¿por qué?, de agradecer un bien, o simplemente de encontrar un pequeño rincón en el que hacer un alto en esta vida que gira a mayores revoluciones de las justas y necesarias.

Me alegra saber que sus puertas son atravesadas por centenares de personas de todas las edades que como yo, a la salida reflejan en el rostro una cierta apariencia de paz y alegría como unos viejecillos subiendo a un autobús.






Todo mi cariño y admiración a ese matrimonio que en silencio y con su sacrificio diario, atraviesan las puertas de ese garaje sólo para pedir por el bien común. De corazón, 

G R A C I A S


8 comentarios:

  1. Con el ejemplo de estos dos ancianos entrañables me doy cuenta la bondad generosa de la fe, en la cual se pide hasta por los que no están refugiados en ella...
    Siempre que haya personas así, podremos estar tranquilos en los momentos de mayor soledad, porque aunque nos de la sensación de que no hay nadie a nuestro lado, de una forma indirecta habrá alguien dispuesto a acogerte en sus oraciones.

    Una historia que brilla con luz propia

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  2. Pues sí María. ¡Cuánta gente anónima nos cruzamos por la calle y en el fondo quizás estemos más unidos de lo que pensamos. Dicen que la fe mueve montañas. Yo me conformaría que esa fe moviera conciencias y tocara más corazones que quizás siguen adormilados. Tengo esperanza en un mundo mejor, como el que quieren esos viejecillos. Seguro que llegará.

    Un beso enorme.

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    1. Como siempre tu forma de expresar todos los detalles de las cosas que estan alrededor de todos, brillan bajo tu particular forma de exponerlo.
      Admiro tu sensibilidad para darte cuenta de cosas sencillas,que tu,admirablemente nos haces ver.
      Gracias

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  3. Tú lo has dicho Yolanda. Son esas cosas sencillas en las que más me gusta fijarme, porque ya somos demasiado complicados los humanos en nuestra vida diaria. Quizás de los pequeños detalles sacamos muchas más enseñanzas que de los grandes hechos.

    Gracias a ti por dedicar siempre unos minutos para leer mis ocurrencias.

    Besos y abrazos.

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  4. ¿Qué tienen tus palabras que no puedo dejar de leer desde la primera letra hasta la última?

    A mí ese garaje me recuerda mucho al establo de Belén. Algo pobre, sencillo, pero digno, dignísimo porque dentro está la Vida.

    Es verdad que el Señor está siempre a nuestro lado, pero hay veces en las que necesitas dejarte caer encima de Él de una manera "física" -no encuentro la palabra apropiada- y es impresionante saber que a la hora que lo necesites, ahí esTá esperando a que llegues a dejarte caer, llorar, reír, bendecir, interceder,...

    Lo de este matrimonio, pues sencillamente también les doy las gracias. Creo que todos nos mantenemos en pie gracias a que nos sostenemos en esa oración mutuamente.

    Gracias por esta entrada, Luismi.

    Off topic: la música... una de mis canciones preferidas.

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  5. Un establo abierto siempre a la esperanza, a un nuevo comienzo aunque ese comienzo nos dure pocas horas. Quizás la palabra que buscas pudiera ser la de "abandonarte" cuando pasas por allí. No hay tapujos en ese sitio, ni vergüenzas que esconder. Nosotros y ÉL; no hay más ni menos.

    Gracias a ti Patricia por estar siempre por aquí. Un fuerte abrazo.

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  6. ¡Qué entrada más bonita y más esperanzadora!, me ha encantado.
    Me gusta ese garaje y me gusta tu forma de contar esas pequeñas cosas de la vida que para muchos pasan desapercibidas, solo la gente como tú es capaz de valorarlas y de paso conseguir que que otros nos demos cuenta de ello.

    Un abrazo Luismi.

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  7. Querida amiga, hay mucha gente que aprecia esas pequeñas cosas. Y creo que ahora en estos tiempos tan difíciles que estamos viviendo, se agradecen mucho más. Muchas gracias siempre por esos comentarios que me animan a seguir escribiendo lo que de vez en cuando tengo la fortuna o la desdicha de vivir. Espero poder corresponder en poco tiempo a vuestras visitas como merecéis. Gracias y un fuerte abrazo.

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Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...