lunes, 10 de febrero de 2014

El sidrero


La madurez da una perspectiva a la vida muy diferente a aquella bendita locura juvenil que nos lleva de puerta en puerta, de bar en bar, de vivencia en vivencia hacia no se sabe qué o no se sabe cuál destino.

Los amigos se contaban normalmente por encuentros; los amigos se contaban por copas y borracheras, por risas, ligues o bailes desenfrenados.

Pero llega un punto de todo ser humano en el que todo aquello que pensábamos que era el nirvana de las relaciones, pasa a ser un poso que aún dando sabor al licor de nuestra existencia, deja paso a la verdadera esencia de la amistad bien entendida.

Pienso que esas amistades nos las regala la propia vida. Quizás muchas veces lo haga después de golpes dolorosos, de una decepción tras otra.

Pero son éstas, amistades que aún a cientos de kilómetros se sienten cercanas. Amistades que la casualidad, el destino, o la suerte quisieron que se dieran la mano.

Hace ya siete veranos, en una bendita tierra asturiana desconocida para mí, mi ignorancia me jugó una buenísima pasada, cuando resuelto y lleno de confianza en mí mismo, para impresionar a “mi chica” me acerqué a la barra de una pequeña sidrería y ni corto ni perezoso, a un señor de pelo olvidado en el camino, de mirada sincera y sonrisa pícara, le solté a bote pronto:

                               “ ¿Me da dos sidras, por favor? ”

Percatarme de que algo no cuadraba, fue instantáneo cuando el semblante casi serio del sidrero, dio paso a una sonrisa que sin ser burlona, me hizo comprender mejor que un libro abierto, que lo que yo pedía, era algo a todas luces, inusual.

Y mis sospechas, encontraron su fundamento, cuando este buen sidrero, en un tono amable, pero decidido, me respondió lapidariamente:

    “Será una después de otra, porque las sidras aquí, son de litro”

No hubiera hecho falta que la tierra se abriera para tragarme; me hubiera lanzado yo.

Han venido después, días, meses y años de risas, de charlas, de paisajes, de kilómetros y kilómetros de nuevos descubrimientos a los ojos de quien no conocía apenas algo más que una llanura.

Y lo que empezó siendo una anécdota graciosa, se ha convertido con los años en una de esas amistades para las que no hay tiempo, lugar ni circunstancias que puedan hacerme olvidar el verdadero valor y sentido de una gran amistad.

Hoy me apetecía homenajear con letras a aquel sidrero, que con el paso del tiempo, dejó de ser amigo, para sentirlo ahora como parte de mi familia.

A él y a toda esa familia asturiana que siempre nos han arropado y nos han hecho sentir como en casa, quiera Dios que algún día pueda devolver de alguna forma todo el bien que nos han regalado.







* Con el mayor de los agradecimientos y homenaje a la familia Pérez - Díaz.


¡ Que lo que la sidra unió, no lo separe el hombre !





11 comentarios:

  1. Precioso homenaje! pero es que...no me extraña que esas relaciones de amistad perduren a pesar de la distancia porque allá donde vas, dejas huella!
    Un besazo!
    y...aunque en Extremadura no sea característica la sidra... tengo ganitas de poder brindar con lo que sea! ;)

    ResponderEliminar
  2. Pues se brinda con cerveza o con vino. El caso, es tener siempre algo por lo que brindar.

    Hoy, también brindo por mis amigos extremeños.

    Un beso grande.

    ResponderEliminar
  3. Bonito homenaje a esos buenos amigos, brindo por ello. Un fuerte abrazo Luismi.

    ResponderEliminar
  4. Gracias por el brindis. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Lo que nos gusta un brindis Luismi, en algo llevas mucha razon, como de pronto un dia los bailes locos se acaban y las amistades cambian , maduran y se sienten mas hondas.Un beso.

    ResponderEliminar
  6. Pues sí Yolanda. Brindar siempre será por un motivo alegre, o por un buen recuerdo. Los verdaderos amigos, los macera el tiempo y también las circunstancias. Nadie nace sabiendo ser amigo. Sólo la vida misma nos enseña a serlo. Como los buenos vinos, poco a poco. Besos y abrazos.

    ResponderEliminar
  7. Tienes amigos hasta en el infierno, ja,ja, ¡no, por Dios! con esos no brindes.
    Yo también "piqué" con la sidra, me lanzaron una botella y encima había que beberse el vaso de un tirón, y me fue imposible.
    Un homenaje merecido a esa familia amiga.

    Un abrazo y chin, chin, ¡salud!

    ResponderEliminar
  8. La amistad si es buena sobrevive a todo tipo de inconvenientes.
    Me gusta muuuuuuuuucho la sidra, hip!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Brindo también con vosotras, amigas sidreras, jejeje.

    Besos y abrazos.

    ResponderEliminar
  10. Hola amigo Luismi, estoy de regreso tras varios meses alejado de de este mundo bloguero. Espero no te importe que me quede de nuevo por tu casa para disfrutar de tus letras.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  11. Siempre serás bienvenido. Muchas gracias.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...