lunes, 17 de febrero de 2014

Sentado en un banco

Sentado en un banco, observo a una mujer. Una mujer rubia, atractiva, elegantemente vestida; de rasgos comunes, pero que refleja en su mirada cierto brillo que no acabo de descifrar.

Observo cómo observa. Cómo fija la mirada en un hombre a escasos metros de mí. Un hombre de larga melena, poblada barba y constitución aparentemente fuerte.

Esta mujer, apenas pestañea. No intuyo en ella ningún ademán que la delate con una mirada provocadora; simplemente, lo mira.

Lo mira fijamente; pareciera que escrutara un hermoso cuadro, una obra de arte. Refleja con su mirada, admiración, refleja cierta dosis de petición, de solicitud quién sabe de qué.

Fueron pocos minutos; quizás sólo fueran tres o cuatro. Pero cuatro minutos de mirada serena, de éxtasis contemplativo hacia ese hombre.

No sentí envidia, pero en cierto modo, sí sentí también complicidad fijándome con más atención en él.

Y sin terciar palabra, esa mujer se levantó, dejó un beso en el aire dirigido al hombre y pasando a mi lado, se marchó.

Ese hombre, ni tan siquiera alzó la vista, pero yo sé que en el fondo de su Corazón, abrazó a esa mujer; la besó con ternura y le acarició el alma.

















4 comentarios:

  1. Luismi,como admiro tu forma de observar a todos y la facilidad que tienes para VER donde todos miramos y apenas vemos.
    Me quedo sin palabras!

    ResponderEliminar
  2. Son casualidades. De esas veces que algo te llama la atenciòn y se te queda grabado. Fue realmente bonito el momento y aunque será muy difícil que se vuelva repetir y coincidamos, cuando pase el tiempo, al volver a leerlo, recordaré que hay gente que sabe hablar sin palabras.

    ¡Feliz semana!

    ResponderEliminar
  3. Eres muy observador, Luismi, del prójimo se aprende mucho y no hace falta oir palabras, solo mirando a los ojos podemos entender si hay dolor, sentimiento, preocupación o gratitud.
    La verdad es que la fe mueve montañas.

    Un abrazo amigo.

    ResponderEliminar
  4. Sí que soy observador; me gusta ver los gestos, las situaciones y todo lo que me pueda ayudar a entender y comprender mejor a la gente y sus circunstancias. La fe, realmente, mueve muchas veces imposibles.

    Un abrazo amiga.

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...