jueves, 13 de marzo de 2014

Entre amigos

Tengo un amigo de nombre José. José es un tipo alto y fornido venido a menos (no lo digo yo, lo dice él por los kilos que perdió en el camino).

De edades, no hablaremos porque coqueto él, también coquetea con lanzarme rayos catódicos y hasta católicos, cuando de antigüedades tratamos.

José es un tipo peculiar. De semblante adusto, en ocasiones incluso de perdonavidas, pero que también sabe desabrochar sonrisas de forma natural.

De voz grave, no puede ocultar ese deje catalán adquirido después de tantos años de estancia por aquellas tierras, aunque su DNI me sorprenda gratamente al saber que este catalán, al igual que yo, durmió en cuna manchega.

Un día decidió hacer parada y fonda entre getafenses y es aquí donde desde hace años se ganó acogimiento, respeto y amistad.

Podría contar mil historias, mil conversaciones y alguna confidencia, bañadas en rubias cervezas y humos de pitillo, pero no lo haré porque me traicionaría a mí mismo y lo que es peor, traicionaría su amistad.

Un tipo directo; de esos que como dice otro amigo mío, habla muy “clarico”. De esos que al hacerlo, concatenan palabras tal cual las procesa su cerebro, sin atender a nefastas consecuencias posteriores en su relación con los demás.

Pero de esos tipos, que también saben hablar sin abrir la boca. De los que saben reconocer errores; de los que también saben dar y pedir perdón.

De mirada sincera y de gestos inequívocos, puede, quiere y sabe practicar bondades. Quizás, en ocasiones, le pierdan las formas, pero el fondo de armario es bueno.

José vive solo. Practica la soledad aunque nunca fue su fiel consejera. Vive momentos complicados, porque una cosa es vivir en soledad y algo mucho más grave, el sentirse solo, además de enfermo.

Porque José vive también en crónica enfermedad. Una enfermedad que aminoró primero y detuvo después el funcionamiento normal de esos filtros, que limpian de impurezas los cuerpos y cuyo nombre conocemos todos por “riñones”.

Órganos estos que al dejar de funcionar, te obligan a buscarte amistades hospitalarias en largas, tediosas y desesperantes sesiones de hemodiálisis.

Una cruz que José lleva a cuestas desde hace casi un año y que provocan en él un desencanto añadido a su complicada situación.

No es de extrañar por ello, que entreabriera hace meses una puerta a la esperanza cuando fue incluido en la lista de espera de posibles receptores de un órgano que pudiera desconectarle de una máquina que nunca le dibujó un simple emoticón feliz.

El pasado día siete de marzo al anochecer, me encontré con él como tantas otras veces que hemos coincidido en nuestra querida Catedral. Pero esta vez, al ver su cara, sabía que algo había sucedido. Y mis sospechas fueron corroboradas cuando de sopetón, me dijo:

“Me han llamado para que mañana a las 8:30h. me presente en el Hospital, porque es posible que tengan un riñón para mí”.

Su cara denotaba más miedo que alegría; más preocupación que esperanza.

Nervios, incertidumbre, consejos... Todo se agolpaba en él y así se despidió de todos los que hicimos de maestros de ceremonias de una gran noticia con el deseo de que la suerte, plegarias y destino, quisieran unirse buscando su amistad.

Recuerdo que al despedirme de él, estreché su mano y sólo le dije:

“Mañana nos vemos. Intenta dormir”

Lo que sucedió a la mañana siguiente, en las horas transcurridas hasta tocar estas teclas del ordenador y lo que acontezca de hoy en adelante, como en una película o serie basada en hechos reales, llevará implícito el típico cartel:

 







6 comentarios:

  1. Todos " los parroquianos" nos alegramos enormemente de esta oportunidad que la vida le da a Jose.
    No olvidemos agradecer a la familia de la persona que dejo de 'ser' .Sin su altruismo no podriamos celebrar esta nueva oportunidad para Jose.
    Tambien , agradecer a sus amigos que , cansados de sus trabajos y enfermedades, las olvidaran y se pusieran en marcha para que la soledad de Jose no se notara tanto .
    Tu ya sabes de quienes hablo.....

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  2. Por supuesto que lo sé Yolanda. Vendrán otras letras que intentarán homenajear como se merece a la buena gente que da sentido a toda esta hermosa historia.

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  3. Le deseo todo lo mejor a tu amigo José...que tiene a su vez la suerte de tener un buen amigo...lo se de buena tinta...un abrazo, Luismi

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  4. Muchas gracias Alfonso. Uno procura siempre rodearse de buena gente y yo desde luego no me puedo quejar. Tanto cercanos como en la distancia, puedo presumir de conocer extraordinarias personas.

    Un fuerte abrazo.

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  5. Pues, esperemos que ese riñón sea pa José, le cambiará la vida, aunque tendrá que cuidarse mucho tras el trasplante.
    Tiene mi oración.
    Un abrazo
    Sor.Cecilia

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  6. Muchas gracias Sor Cecilia. Pronto relataré novedades en esta hermosa historia.

    Un abrazo.

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Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...