martes, 11 de marzo de 2014

La tempestad


Hoy el tren de cercanías parece otro. Quizás su color sea el mismo de siempre. Sus asientos, sus paradas, su destino, e incluso sus gentes, sean las mismas. Pero hoy va más cargado; cargado de recuerdos. Exactamente, de 192 recuerdos.

Recuerdos de una mañana de hace diez años, en la que 192 vidas, ilusiones, ganas de vivir, de trabajar y alcanzar metas, se vieron truncadas por la cobardía, la barbarie y la sinrazón de aquellos que desprecian con sus actos, todo atisbo de cordura o razonamiento.

Hoy, como entonces, me siento frustrado, me siento dolido y hasta los más profundos cimientos que constituyen mi persona, se tambalean al recordar lo que un once de marzo de 2004, sucedió en Madrid.

No hay juez, político, policía o incluso amigo que aún hoy pueda hacerme cambiar de opinión. Porque después de diez años, aún sigo persiguiendo un sueño o quizás una quimera que en este país parece que se  sigue escondiendo tras las esquinas y cuyo nombre debería ser tan hermoso como rotundo:

“JUSTICIA”

Me llamarán como siempre, conspiranoico, fascista o algo peor; pero todos, incluso yo, tenemos derecho a pensar en libertad y así es como sigo pensando diez años después, porque hoy, como entonces, sigo sin saber o ni tan siquiera intuir verdaderamente, quién y por qué decidió destrozar salvajemente la vida de tantas personas y familias.

Me uno hoy al dolor de tantos afectados y deseo de corazón que aquella tempestad que un día me arrastró por el camino del odio, deje de sonar en mis oídos como cánticos de desprecio.






      * En memoria y solidaridad con todos los afectados por el atentado terrorista del 11 de Marzo de 2004 en Madrid.    




7 comentarios:

  1. Mi querido Luismi, eso jamás se nos borrará de la memoria del corazón.Justicia sí, pero ya ves que mucho le cuesta a la humanidad hacerse con ella.
    Pero no perdamos la esperanza.
    Te dejo un beso
    Sor.Cecilia

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  2. Hoy día, como en aquel trágico amanecer de Madrid de hace diez años, no he podido evitar que se apodere de mí una pena muy honda y profunda. El recuerdo de la víctimas no debe apagarse nunca, pues en aquellos trenes viajábamos todos.
    Me uno a tu homenaje, como me uno a tu pesar por no saber aún quienes fueron los que idearon realmente acto tan despiadado y cruel.
    Nos manipulan como quieren, y piensan que nos chupamos el dedo.
    Un abrazo amigo.

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  3. Yo ya tengo muy claro que nunca sabremos quienes estuvieron detrás. Puedo sospechar de posibles culpables, pero nada más.
    Desde luego parece que ningún gobierno está interesado en este asunto. Y bueno, eso, que cada uno piense el motivo que sea pero el daño está hecho.
    Un abrazo.

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  4. Parece mentira que ya pasaran 10 años, para mi , verlo de nuevo en los telediarios, me recuerda que no se ha hecho justucia, que se pasa de todo.Lo poco que pidieron las familias, fue que no se repitieran las imagenes de la barbaridad que hicieron y....ni eso les han dado, en todos lados volvieron a emitirlas.
    Un abrazo a las familias que perdieron a sus seres queridos y todo mi cariño a todos los que fueron heridos y quedaron con unas secuelas, que a dia de hoy han aumentado

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  5. Muchas gracias amigos, porque veo que no estoy solo cuando después de diez años seguimos pensando en lo que realmente ocurrió. Me queda el consuelo de que las familias hayan podido paliar en parte un dolor tan grande.

    A tod@s, gracias.

    Besos y abrazos.

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  6. Llego un día después, Luismi, para unirme a tu homenaje. Una compañera viajaba en ese tren, aquel día hizo el favor a otra y cambió su turno. La pena no hay quien nos la quite, la rabia, la impotencia y la injusticia, tampoco.
    Todo lo que se ha dicho jamás me lo creeré, porque Luismi, yo lo tengo clarísimo.
    Un abrazo.

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  7. Yo tampoco lo creeré, querida amiga. Siento que hayas conocido de primera mano esa tragedia.
    También creo que lo tengo claro, con lo que ha sucedido desde entonces.

    Un abrazo.

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Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...