Sentado en un taburete,
saboreando una regular cerveza, con tiempo para reflexionar mientras una olla a
presión da sus últimas bocanadas de alimento cocido, siempre queda tiempo para
imaginar futuros en base a presentes muy presentes.
He llegado a un punto en el que
imagino la vida como una escalera. Una de esas de tipo tijera, tan usadas tanto
profesional como particularmente.
Subir esa escalera, siempre
cuesta. Alcanzar la cima es un logro y descender por ella después de un trabajo
bien hecho, gratificante.
Digamos que actualmente, me
encuentro sentado justamente en su intersección. Observando el panorama,
sencillamente, “a verlas venir”.
Mientras subía, cargaba con las
preocupaciones propias de la naturaleza humana y las impropias que muchas veces
eché a mis espaldas sin necesidad. He tenido temporadas, momentos, arrebatos en
los que he jugado quizás a ser juez, aunque nunca parte, en conflictos cercanos
con el único fin de aunar en lo posible desencuentros que a la larga, han
seguido siéndolos cuando no, agravados o intensificados.
No me arrepiento de lo intentado,
hablado, escrito o insinuado y que al final no he conseguido. Al contrario; mi
naturaleza me obligaba a no mirar de soslayo e intentar conseguir que unas
aguas revueltas, volvieran a un cauce con la tranquilidad necesaria para ser
navegado.
Quise también acompañar al amigo,
llenar una parte de su soledad, sonreír donde no cabían sonrisas y ser el
número par mayor que uno. Al final, quedé siendo el impar menor que dos.
Y así una serie de devenires que
me han hecho replantearme en este año recién iniciado, el trabajo por el que
subí esa escalera durante tanto tiempo.
Sentado en su mitad, observo,
escucho, respiro el momento, pero sin la preocupación de antaño. Ahora es el
momento de sacudir esa capa de caspa que se iba formando. Viviendo el presente,
despreocupándome de problemas ajenos y hablando de forma vulgar, llegando a la
conclusión de que señoras y señores, me la sopla, me resbala, me la pela. Pero
como no es ésta mi forma normal de referirme a las cosas cuando de escribir
hablamos, diré simplemente que mi momento actual es de “situación contemplativa
llevada al extremo”.
Alguien habrá que me pida bajar
por los mismos peldaños por los que subí y retomar caminos, amistades, charlas
y charletas, pero uno de mis mayores defectos, es que una vez que inicio la
marcha, nunca busco un cambio de sentido para regresar al punto de partida.
me gusta lo de sintuacion contemplativa. Y me siento identificada.
ResponderEliminartras 17 años tratando de salvar un matrimonio que ha terminado, cinco tratando de ayudar a una persona con la que no comparto ninguna idea en comun pero que no tenía a nadie a su lado....siento que he cargado sin nigún exito mas de lo que soportaba. no me he ayudado ni a mi ni a nadie.
voy a descansar y a valorarme.
Creo que en ocasiones es bueno hacer un alto en el camino y empezar a mirar un poco a aquella persona que en un principio es la que más deberíamos valorar y que no es otra que nosotros mismos. Ayudar a los demás, está muy bien y ojalá todo el mundo lo hiciera, pero si no empezamos por ayudarnos a nosotros mismos, el cansancio mental que se acumula, sobrepasa todos los límites, además de acostumbrar malamente a los demás que siempre esperan de nosotros lo que muchas veces no podamos dar o incluso necesitamos más que ellos.
ResponderEliminarDifícil es cambiar de forma de actuar, pero todos sabemos hacer un alto en el camino aunque a la larga iniciáramos uno equivocado.
Que tengas suerte en todo lo que proyectes, amiga anónima.
Abrazos
No se puede uno arrepentir de lo hecho y dicho hasta ahora, así como buscar sin aliento la vuelta atrás, porque pocas personas conozco que, como tú, tengan un comportamiento y una personalidad tan generosa y entregada. Así que...que siga resbalando lo que deba resbalar. Y a seguir subiendo peldaños y disfrutando de la contemplación.
ResponderEliminarBesazos!
Hola Luismi, eso que tu llamas "situación contemplativa al extremo"otros le dirían "pasotismo" y te advierto que seguramente es lo que en éstos momentos necesitas para poner distancia y reencontrarte... para dejar que regrese la paz a tu corazón y que salga aunque sea por la boca el cabreo interno. Quedate en esa escalera todo el tiempo que precises y luego...a otra cosa mariposa, No te calientes la cabeza ya volverás a tí.
ResponderEliminarBesitos volados
Gracias Mónica. Estoy en ello. No debo tomarme tan a pecho las cosas y pensar más friamente. La vida son dos días para que nos la compliquemos aún más. A lo hecho pecho y a lo que venga por hacer, Dios dirá.
ResponderEliminarBesotes.
Esa brujita, esa brujita... Muchas gracias por esos sabios consejos. Diste en el clavo de mis intenciones. Vamos a ver si soy capaz de cumplirlas. Seguiremos informando, jejeje.
ResponderEliminarBesitos desde una escalera.