Pudiera parecer poco creíble que una persona que arrastra una
de esas enfermedades silenciosas, discapacitantes y poco comprendidas como la
fibromialgia con todos los dolores y molestias que conlleva, de la noche a la
mañana y de esa mañana a un nuevo día, soportara bailes, músicas, cervezas,
abrazos, besos, risas, disparates, caminatas, autobuses y cansancios de
madrugada.
Pero ya no debería parecer tan poco creíble si esa misma
persona afronta la vida optando por el segundo de dos planteamientos posibles.
Por una lado, podría acomodarse en la confortabilidad de un
sofá hogareño, viendo la misma aburrida televisión de siempre, pasando mochos,
balletas y fregonas, o cocinando a fuego lento un menú diario que es lo que se
espera de una verdadera ama de casa que actualmente “sólo tiene ese trabajo
reconocido”.
O por otro lado, afrontar la vida con valentía aún a riesgo
de disfrutar un día y sufrir diez, para añadir a todo lo anterior unos momentos
de alegría, diversión, loca adolescencia cincuentona y pintar aunque sea algo
forzada, una gran sonrisa en su rostro rodeada de la gente que verdaderamente
le importa.
Una risa bien vale mil tristezas, dolores y esfuerzos.
Y aunque pueda resultar poco creíble y criticable a ojos
vista de quien realmente no conoce a esa persona que hoy no pueda ni tan
siquiera acercarse al bar de la esquina, o a esa tienda de ropa o a ese restaurante
de buenos platos o acudir a un encuentro propuesto o programado, yo doy fe de
valentía; doy fe de su esfuerzo; doy fe de su sufrimiento disimulado y doy
sobre todo fe de que una familia, bien vale lo incomprensible.
Me siento orgulloso y quiero a esa persona entre otras cosas, por esto mismo aunque no sea hombre que se distinga precisamente por la efusividad de sus sentimientos.
* Dedicado
a mi mujer y a todas esas personas que tienen que luchar contra sí mismas y la
enfermedad que les ha tocado vivir plantándole una sonrisa a la vida.
Bello homenaje.
ResponderEliminarBs.
Gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarAunque parezca mentira hay muchas personas que como tu mujer se acostumbran al dolor, es duro, muy duro, pero lo llevan con resignación y con esa sonrisa que conoces.
ResponderEliminarEscribí una entrada sobre la fibromialgia, si quieres te dejo el enlace y luego me cuentas qué te ha parecido.
http://suenosdeaireazul.blogspot.com.es/2012/01/fibromialgia.html
Un abrazo Luismi. Está dedicado a mi hija y ahora también a tu mujer.
Mi querida amiga, he leído con total atención tu entrada sobre este tema, y no tengo más que palabras de agradecimiento, primero por lo hermoso del texto que dedicas a esa persona tan especial y segundo porque esa información, es fiel reflejo del día a día de las personas que lo padecen.
ResponderEliminarMi mujer, afortunadamente, creo que ha aprendio a convivir con ese dolor y quizás seamos los de alrededor o la gente que la conoce, los que somos más "torpes" a la hora de comprender sus reacciones, sus días malos y peores.
Afortunadamente, cualquier día de risas, vinos, músicas o bailes, creo que también hemos aprendido a disfrutarlos más.
Como siempre se ha dicho, "no hay mal que por bien no venga".
Un placer siempre tus visitas por aquí y te envío un gran abrazo de amigo y también las gracias anticipadas de mi mujer que seguro leerá con mucha atención esa entrada. Gracias.