Mes
de noviembre con vaivenes constantes; al estilo de la más sofisticada de las
montañas rusas, vivo sus días a golpe de sobresaltos, noticias, cápsulas, pastillas
prescritas y contrastes continuos de humor; días de más humor y días de menos,
pero siempre intentando llevar a la práctica tan corta y significativa palabra.
Días
convulsos, de miedos quizás infundados y de armas tristemente desenfundadas. De
películas de terror hechas realidad en cualquier programa informativo de mil
televisiones, radios y prensa.
Días
en los que todos a excepción seguramente de la inocencia infantil, nos hemos
convertido en máquinas de sapiencia infinita en temas tan complejos y dispares
como la política internacional, el terrorismo de estado o el estado continuo de
terrorismo. Todos ahora sabemos de operaciones militares, de paz ante el odio
más salvaje, de manos unidas pero mirando de soslayo, de solidaridad pero con
deseos de que la inicie el de al lado. Todos conocemos en profundidad las
religiones y sus consecuencias. En resumen, personas que nos vestimos de verdad
en la creencia de que conocemos todas las mentiras.
Estos
días me han servido para reflexionar en la quietud de un descanso obligado. Me
han servido para darme verdadera cuenta de que no soy para nada dueño de mi
destino. Que la muerte, la vida, la suerte o la maldición, pueden esperarme sin
hora concertada a la vuelta de cualquier esquina.
Puede
que mi actitud ante todo esto que sucede, pudiera parecer en cierto modo
cobarde, pero he llegado a la conclusión de que lo más inteligente para mi
persona y lo que pueda transmitir a los que decidieron rodearme de cariño,
comprensión o amistad, sea la de mantenerme en la medida de lo posible, al
margen. Involucrarme lo justo y necesario en la actualidad de lo que suceda o
esté por suceder.
Bastante
complicado es ya el mundo, bastante enrevesada es la vida como para seguir
rompiéndome cabezas en soluciones que nunca estarán en mis manos.
Continuaré
buscando paz, pero antes, dejaré que ella me busque a mí. Porque quien busca el
bien, aunque camine más lento por una imaginaria línea recta, alcanzará su meta
antes que aquel que por mucho atajar, pierda rumbos y nortes.
Intentaré
vestir con colores de respeto, aunque las modas actuales de vestir la vida sean
totalmente contrarias a mis gustos.
Beberé
y brindaré siempre con quien me quiera acompañar, pero también, aún sin dar
espaldas, me inscribiré en esa academia en la que enseñan a desconfiar de quien
no transmite o no quiere demostrar confianza.
Me
mantendré o intentaré mantenerme alejado de disputas, desavenencias o cruces de
opiniones que con malicia o sin ella, no conducen nunca a nada que no sea un
enfado, rabia o malestar general.
Un
mes suele tener treinta días. De mí dependerá que esos días transcurran a
velocidad moderada, viviendo al límite o con el peso de una losa cada vez más
difícil de llevar.
Seguiré
siendo amigo del verdadero idem e indiferente, que no contrario, de quien con acciones u omisiones, no lo
quiera merecer.
Conservaré
estima, orgullo, educación y espíritu colaborador de todo aquello, aquel o
quien a mi entender, me aporte un ingrediente necesario en la cocción del buen
guiso del día a día que me ha tocado y quiero vivir.
Faltan
pocos días para acabar noviembre; vendrán otros días y meses que espero y deseo
mejoren lo dejado atrás; trabajaré por ello, pediré por ello y buscaré la compañía
necesaria aunque sólo sumemos dos para convertir lo venidero en una sonrisa de
lado a lado del mundo que me he querido crear aunque seguramente, no merezca.
Preciosas reflexiones Luismi, me ha encantado tu forma de ver este loco mundo que nos ha tocado vivir, tu resignación ante tanta barbarie y tu decisión sabia de mantenerte al margen. Un mes de noviembre nefasto que ya está dando los últimos coletazos.
ResponderEliminarY me ha encantado la música de Mark Knopfler, hacía tiempo que no escuchaba esa canción.
Espero estés si no recuperado del todo, cada día mejor.
Un abrazo.
Mira que soy hombre de muchas palabras (escritas,que no tanto habladas), pero me faltan algunas para agradecerte que siempre estés ahí acompañando las ocurrencias, o reflexiones como en este caso que de vez en cuando me vienen a la mente. Me alegra saber además que te guste la música de ese tipo al que sigo desde hace ya más de 35 años y del que siempre espero seguir siendo fan.
ResponderEliminarYa me encuentro recuperado casi casi en su totalidad. Creo que la confirmación de que es así, la tendré mañana viernes cuando si Dios quiere, me den ya el alta y pueda tomarme mi primera y refrescante cerveza después de más de veinte días sin hacerlo. Me la tomaré brindando por toda la buena gente que siempre me acompañáis.
Muchísimas gracias y un abrazo enorme.