En un mundo que no es mundo. Ese en
el que el hombre en su cara oculta atesora lo mejor de él escondiendo los
valores que hoy parecen avergonzar a las modas autoimpuestas, me paro a pensar;
me detengo serenamente a reflexionar si debo hacerme partícipe de esa corriente
que hoy corre pareja a una sociedad que olvidó
mirar en su interior y yo mismo me devuelvo un rotundo “no”.
Es tiempo de NAVIDAD, sí. Y lo
escribo con mayúsculas porque no debo esconder ni minimizar lo que desde hace
cincuenta y un años que abarca mi existencia, significan estas fechas.
En una sociedad que pretende esconder
belenes, mitigar bolas de colores, acallar panderetas y tapar oídos con sones a
villancicos marcándonos con el olvido del proscrito, me resisto a negar estas
fechas.
Corren ríos de tinta hablando de hipocresía
navideña. Puede que en ciertos casos, no falte razón, pero yo soy de los que
quieren seguir viendo cómo beben unos peces en el río mientras a Belén se
dirigen unos pastores al son de un tamborilero alegres y cantando ¡arre
borriquito que llegamos tarde! en una Navidad que no es obligatorio que sea
blanca.
Porque la ilusión del niño de metro
ochenta, la esperanza en un futuro mejor, ese Scalextric que aún sigo esperando que me traigan tres
tipos a camello, no me la va a quitar nadie, me tilden de lo que me tilden.
Y que no me vengan con solsticios o con
reproches de falsa humanidad quien con una mano atacaría y con la otra mataría
por un caramelo de cabalgata si su hijo se lo pidiera.
Que no se culpe a ese otro Niño, que
nace cada año, de todos nuestros males, ausencias, desgracias, o malas suertes. Porque en
su justa medida creo que también debería ser “culpado” de todo lo bueno que
cada año también nos trae.
Puede que ese espíritu navideño tarde
más o menos en llegar; incluso es posible que ni aparezca este año y ello me empuje a hablar así, pero si hace
dos mil años a un Niño a punto de nacer se le cerraron muchas puertas, hoy, en
mi casa, en los míos y en mí mismo, ese Niño puede entrar sin llamar, porque las
encontrará siempre de par en par.
¡ UN AÑO MÁS, FELIZ
NAVIDAD !
Tienes toda la razón .sobre todo por la ilusión d los niños
ResponderEliminarLuismi, ¡tanto tiempo sin visitarte! y que bello tema reflexionas hoy...Si bien no tendré como tú un metro ochenta, también tengo una niña en mi interior. Me gusta ver lo que sucede en los ojos de los niños. Me encanta sentir el espíritu navideño en las gentes, en cada casa adornada con motivos y juegos de luces. Navidad es Navidad y es una sola vez en el año, porque significa renacimiento de nuestra propia vida y entrega hacía los demás, ese es el verdadero mensaje de estas fechas.
ResponderEliminarAbrazos y ¡Felices Fiestas!.
Cova, esperemos que esa ilusión de un niño nunca se pierda. Besos.
ResponderEliminarMi querida Taty, siempre es un placer que me visites desde ese otro lado del charco. Ese espíritu navideño lo defines como siempre a la perfección. Creo que todos en el fondo seguimos teniendo ese niño grande. Que tengas la más hermosa de las navidades.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amiga.
Ya te felicité pero ante este texto tan precioso, escrito por alguien de un metro ochenta, tan perfectamente escrito y leído por otro alguien de casi un metro setenta, vuelvo a hacerlo porque a mi también me gusta la Navidad, porque no quiero perder la ilusión y recordar a mi padre colocando el Belén con techo y dos lanzas, que siempre nos ponía pintando su cielo y sus montañas.
ResponderEliminarQue el Niño Dios esté con vosotros.
Ese recuerdo de tu padre, ya es Navidad. Que nunca os falte tampoco a vosotros ese Niño Dios. Muchas gracias.
ResponderEliminarEse recuerdo de tu padre, ya es Navidad. Que nunca os falte tampoco a vosotros ese Niño Dios. Muchas gracias.
ResponderEliminarPaso a desearte una Feliz Navidad y un mejor año.
ResponderEliminarUn abrazo
Cecilia
Muchas gracias Sor Cecilia. Mis mejores deseos para ti también en estas fiestas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Paso a desearte unas felices fiestas junto a tus seres queridos. últimamente no dispongo de apenas tiempo para nada.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muchas gracias Jorge. Igualmente para ti y los tuyos. Que sigamos muchos años felicitándonos. Un abrazo.
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