jueves, 21 de abril de 2016

La gota



No sé exactamente si mil o no, pero este abril, aún sin acabar, hace real el refrán de sus aguas.

Mucho y bien ha llovido y sigue haciéndolo.

Me gusta la lluvia, lo admito. Más allá de la incomodidad de un paraguas, un charco traidor o un coche que no tiene culpa de ser conducido por personas sin escrúpulos de arruinar días, me gusta.

Sin embargo, toda la admiración que siento por ella, tiene su cara b en esa ínfima parte que como ayer, me traicionó con premeditación, alevosía, pero sin nocturnidad.

Andaba yo como siempre mochila al hombro con rumbo y vista puestos en los escasos doscientos metros finales de regreso al hogar en una hora de cielos despejados, tímido sol y calles inusualmente vacías a esas horas, cuando a la altura de una esquina, una gota me sorprendió.

Esperó su momento, afinó puntería, calculó ángulo, trayectoria, velocidad de caída y resistencia al viento, como si de un misil aire-tierra se tratara y sin ningún tipo de remordimiento, timidez, escrúpulo  o duda, se lanzó de lleno hacía mí a sabiendas de que estaba completamente a su merced por mi estado totalmente desprevenido.

El impacto fue brutal, acertando a darme justamente en la conjunción del párpado con las pestañas, para provocar a su vez un efecto rebote y salir despedida hacia la lente derecha de las gafas que van siempre conmigo y sin las cuales, esa esquina no aparecería nítida ante mí.

Bendita casualidad, bendita puntería y bendito cabreo que me provocó, porque ya hay que tener mala leche.

¿Pero yo que le hice?

¿Tenía que ser yo? ¿Tenía que ser entonces? ¿Tenía que ser justamente ahí?

Anda, que no había tiempo, lugar, espacio y objetos donde caer y suicidarse…


Así que al menos, no le di el gustazo de tener que quitarme las gafas en plena calle, con el riesgo añadido de no ver y pisar algo que nadie jamás quiere y continué camino con la máxima dignidad posible, alcanzando mi meta, abriendo portal, ascensor y domicilio, para acto seguido y a resguardo de miradas indiscretas, hacer pasar a mejor vida esa gota traicionera.


3 comentarios:

  1. Ja,ja,ja,ja, perdona pero me ha hecho gracia como de una sutil gota de agua eres capaz de hacer un escrito que me ha tenido expectante hasta el final.
    No se te ha ocurrido hacer un libro de anécdotas????. Es un arte que tienes, por si nadie te lo ha dicho.
    Me ha encantado y la lluvia tiene su encanto si no te resbalas con las hojas.
    Un abrazo de abril.

    ResponderEliminar
  2. Jejeje.😃 Como siempre, muchas gracias. No se me había ocurrido pero quizás algún día haga un pequeño recopilatorio de estas cositas en las que sí quizás presto más atención de lo normal.

    Un abrazo y feliz domingo.

    ResponderEliminar
  3. es interesante como ve la vida felicitaciones

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Privilegiado

El diccionario nos revela que una persona privilegiada es aquella que tiene cierto privilegio, ventaja, derecho especial, prerrogativa o acc...