No
sé exactamente si mil o no, pero este abril, aún sin acabar, hace real el
refrán de sus aguas.
Mucho
y bien ha llovido y sigue haciéndolo.
Me
gusta la lluvia, lo admito. Más allá de la incomodidad de un paraguas, un
charco traidor o un coche que no tiene culpa de ser conducido por personas sin
escrúpulos de arruinar días, me gusta.
Sin
embargo, toda la admiración que siento por ella, tiene su cara b en esa ínfima
parte que como ayer, me traicionó con premeditación, alevosía, pero sin
nocturnidad.
Andaba
yo como siempre mochila al hombro con rumbo y vista puestos en los escasos
doscientos metros finales de regreso al hogar en una hora de cielos despejados,
tímido sol y calles inusualmente vacías a esas horas, cuando a la altura de una
esquina, una gota me sorprendió.
Esperó
su momento, afinó puntería, calculó ángulo, trayectoria, velocidad de caída y
resistencia al viento, como si de un misil aire-tierra se tratara y sin ningún tipo de remordimiento, timidez, escrúpulo o duda, se lanzó de lleno hacía mí a sabiendas
de que estaba completamente a su merced por mi estado totalmente desprevenido.
El
impacto fue brutal, acertando a darme justamente en la conjunción del párpado
con las pestañas, para provocar a su vez un efecto rebote y salir despedida
hacia la lente derecha de las gafas que van siempre conmigo y sin las cuales,
esa esquina no aparecería nítida ante mí.
Bendita
casualidad, bendita puntería y bendito cabreo que me provocó, porque ya hay que
tener mala leche.
¿Pero
yo que le hice?
¿Tenía
que ser yo? ¿Tenía que ser entonces? ¿Tenía que ser justamente ahí?
Anda,
que no había tiempo, lugar, espacio y objetos donde caer y suicidarse…
Así
que al menos, no le di el gustazo de tener que quitarme las gafas en plena
calle, con el riesgo añadido de no ver y pisar algo que nadie jamás quiere y
continué camino con la máxima dignidad posible, alcanzando mi meta, abriendo
portal, ascensor y domicilio, para acto seguido y a resguardo de miradas
indiscretas, hacer pasar a mejor vida esa gota traicionera.
Ja,ja,ja,ja, perdona pero me ha hecho gracia como de una sutil gota de agua eres capaz de hacer un escrito que me ha tenido expectante hasta el final.
ResponderEliminarNo se te ha ocurrido hacer un libro de anécdotas????. Es un arte que tienes, por si nadie te lo ha dicho.
Me ha encantado y la lluvia tiene su encanto si no te resbalas con las hojas.
Un abrazo de abril.
Jejeje.😃 Como siempre, muchas gracias. No se me había ocurrido pero quizás algún día haga un pequeño recopilatorio de estas cositas en las que sí quizás presto más atención de lo normal.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo.
es interesante como ve la vida felicitaciones
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