jueves, 27 de octubre de 2016

Taza y cuchara

Un café negro, muy negro; una taza blanca, muy blanca y una cucharilla moviéndose en el sentido de las agujas del reloj diluyendo azúcar y endulzando el paladar.

El sonido inconfundible del metal sobre la loza, se mezcla con el humo que desprende.

Ante mí, un hombre y una mujer entrados en canas y arrugas que el paso de los años cincela en sus rostros.

Ambos, de mirada tranquila y sosiego en el habla.

Son tantas las preguntas que deseo hacerles mientras compartimos mesa, que mi boca se mantiene cerrada por miedo a provocar una estampida de interrogantes.

Quisiera preguntarles cómo les trató la vida; si han sido felices; qué opinión les merecen sus hijos; si tenían virtudes escondidas o secretos inconfesables; qué esperaban del futuro y cómo ven a la sociedad actual comparándola con su pasado; qué consejos me darían; les preguntaría si realmente me quieren o si soy uno más de esos cuadros que cuelgan adornando sus vidas.

Quisiera tenderles la mano, abrazarlos, acariciar sus caras y hablarles como a verdaderos amigos especiales.

Todo eso y más quisiera hacer, pero abro los ojos y entre vapores de café humeante, sólo llego a distinguir dos sillas vacías.









*Uno de esos momentos que en silenciosa soledad y con un café entre las manos me hacen reflexionar. 

Dedicado a mis padres y a tantos y tantos seres a los que no pudimos, quisimos o supimos tratar en vida con el cariño, el recuerdo y ese echar de menos que sentimos cuando los hemos perdido.

Ojalá sirvieran estas pocas letras para concienciarnos en vivir con intensidad lo que tenemos; en no escatimar abrazos, charlas y sentimientos con las personas que queremos; en no dejar para luego un beso, una caricia o una mirada reconfortante. En definitiva, vivir una vida plena sin remordimientos futuros ni vista atrás.



6 comentarios:

  1. Si a una semana como la que estoy pasando se le suma un amigo que escribe así, el gasto de pañuelos es bestial.
    Preciosa manera de recordar a los que no están aquí y de no olvidar a los que tenemos tan cerca.
    Un abrazo

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  2. No es malo llorar. Desahogarse de vez en cuando ayuda a seguir en la lucha. Ser fríos con ciertos sentimientos o recuerdos no pienso que sería como aparcar nuestra historia como si fueran libros. Y un libro,es bueno abrirlo de vez en cuando. Mucho ánimo y gracias por el comentario. Besos

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  3. Tu no te das cuenta pero están ahí... nunca te dejan solo. Esta vez lo que has escrito me ha trasladado al momento en el que la abuelilla dejó de sufrir y nos dimos ese gran abrazo para celebrar que ya había alguien más cuidándonos arriba. Nunca está de más abrazar, besar, recordar, decir te quiero... Todo lo que salga del corazón si no se dice es un tesoro perdido. Te quiero Papá <3

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  4. Yo a ti también y espero que nos queden por delante muchos cafés juntos.

    Un beso y abrazo de padre

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  5. Bonita manera de recordar, de abrir páginas y desempolvar momentos inolvidables.
    No sabes lo que daría por tomar un café con ellos, cuando están no te das cuenta de nada, solo abres los ojos del corazón cuando ya terminaron ese café y se fueron a otro lugar juntos.
    Tienes una pequeña dulce, digna hija de su padre. Toma muchos cafés con ella y recibe mi abrazo de postre.
    :-))))

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  6. Tengo unas hijas de las que no puedo más que sentirme orgulloso. Ahora la tengo lejos pero ese café y esos besos y abrazos tendrán un sabor especial en el próximo encuentro. Muchas gracias como siempre.

    Un fuerte abrazo

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