sábado, 5 de noviembre de 2016

Tiempos de ceniza


Había una vez un grupo de muchas personas que se atrevieron a escribir lo que pensaban o lo que aún es más difícil, a pensar lo que escribieron.

De todos los continentes y con mayor o menor fortuna o acierto, arrancaban en el lector unos minutos de su tiempo con unas letras que comenzando por el propio escritor, escribiente o escribidor (palabreja que me gusta), servían de puente o nexo de comunicación entre diferentes pensamientos, ideas, actitud o aptitudes.

Eran tiempos en los que recíprocamente nos leíamos, nos comentábamos, opinábamos e incluso nos tirábamos de las orejas por aquello que dijimos, insinuamos o simplemente dejamos caer en la enorme red de ceros y unos que recorre nuestro planeta cibernético.

Tiempos en los que acompañamos con esos comentarios tristezas, alegrías, consejos, actualidades y todo aquello que leyéndolos con los ojos hacían trabajar otros sentidos o sentimientos del ser humano.

Hoy todo eso ha cambiado. Quizás la moda pasó, quizás las prisas son mayores, quizás, quizás, quizás…

Lo que antaño era una gran interconexión entre estos llamados o autodenominados blogueros y sus presuntos lectores, ha pasado a ser en la mayoría de los casos un simple emoticono disfrazado de “me gusta” “me enfada” o “me divierte” cuando no son sólo lecturas y silencios.

En este caso, sí que puedo decir sin riesgo a equivocarme, que tiempos pasados fueron mejores.

Se echan de menos aquellos días en los que un simple comentario inmortalizado en esa pequeña obra particular que supone escribir un texto, insertar un vídeo, una fotografía o una historia real o ficticia, nos animaba a continuar haciéndolo por el simple hecho del ego bien entendido de que al otro lado de la pantalla de un ordenador, existe alguien a quien tus palabras llegan de algún modo para bien, para mal o simplemente para informar o reflexionar.

No hay otro motivo ni razón para hacerlo. Si no fuera así, la intimidad de unas letras, deberían ser precisamente eso: íntimas e insondables del propio autor.

Yo mismo me acuso de ello y buscando mi propia absolución y amparándome en estos otoñales días grises retomaré o al menos intentaré retomar café en mano, viejas costumbres de visitar blogs conocidos y procurar dejar huella escrita en aquello que veo, escucho o simplemente leo y me mueve a hacerlo.

Limpiaré de recuerdos aquello que ya no me interese e indagaré en nuevas gentes con aficiones comunes o que puedan aportar algo a mi existencia.

Dejaré de compartir enlaces a lo que escribo en ese mensajero atroz en el que a mi entender se está convirtiendo alguna plataforma como Facebook porque al fin y al cabo quien te quiere leer, te buscará para hacerlo; quien quiera saber de ti, buscará la forma o medio para llegar a tu puerta y quien se considere amig@ sabrá abrazar con palabras  lo que el dibujo de una carita más o menos simpática no puede transmitir.

Este Café del Swing permanecerá abierto al público mientras haya una sola persona que demuestre interés en abrir su puerta y asomar la nariz y como de momento conozco un visitante seguro que soy yo mismo, no existe peligro de cierre.

Quiero agradecer a quien me visita y muy especialmente a quien deja su huella en forma de comentario en el mejor lugar para hacerlo que es aquí, “cara a cara” con el barman del local.

Porque un blog se alimenta de los comentarios de la gente y es su principal razón de ser. No es necesario comer mucho para estar bien alimentado al igual que no es necesario tener muchos seguidores para sentirse querido y yo de eso, sé un rato largo…

No estaremos de moda y el mundo bloguero puede que esté de capa caída, pero yo de esa capa hago un sayo y pienso que donde hubo fuego, siempre quedarán cenizas.

Gracias







 








4 comentarios:

  1. Ya me habías avisado de esto y me da muchísima pena. No entiendo bien este mundo tuyo de los bloguers, Pero te buscare. Quizás no lo exprese todo lo bien que quisiera pero a mi me llenan mucho tus comentarios y observaciones. Me haces ver lo que tengo delante y pasa a mi lado sin reparar en ello. Lo dicho, te buscare.

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  2. No te dé ninguna pena. Esto era así antes del dichoso Facebook y así creo que es mejor que siga. Me alegrará mucho que me sigas buscando; ya sabes que éste siempre será un lugar para charlas entre amigos.

    Besos y abrazos

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  3. No he podido venir hasta ahora, amigo Luismi. Todo llega y todo pasa pero tienes razón, las personas somos como las veletas, no cuesta nada poner unas palabras cuando has leído un texto bien o mal escrito, no importa, la cuestión es dejar un sello de amistad.
    El vídeo mató a la estrella de la radio, el WhatsApp al e-mail y el Facebook al Blog.
    Vendré a tu café porque me gusta el ambiente.
    Un abrazo.

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  4. Agradezco siempre tus visitas. Con clientas como tú no faltarán cafés. Muchas gracias y un fuerte abrazo.

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Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

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