Había
una vez un grupo de muchas personas que se atrevieron a escribir lo que
pensaban o lo que aún es más difícil, a pensar lo que escribieron.
De
todos los continentes y con mayor o menor fortuna o acierto, arrancaban en el
lector unos minutos de su tiempo con unas letras que comenzando por el propio
escritor, escribiente o escribidor (palabreja que me gusta), servían de puente
o nexo de comunicación entre diferentes pensamientos, ideas, actitud o
aptitudes.
Eran
tiempos en los que recíprocamente nos leíamos, nos comentábamos, opinábamos e
incluso nos tirábamos de las orejas por aquello que dijimos, insinuamos o
simplemente dejamos caer en la enorme red de ceros y unos que recorre nuestro
planeta cibernético.
Tiempos
en los que acompañamos con esos comentarios tristezas, alegrías, consejos,
actualidades y todo aquello que leyéndolos con los ojos hacían trabajar otros
sentidos o sentimientos del ser humano.
Hoy
todo eso ha cambiado. Quizás la moda pasó, quizás las prisas son mayores,
quizás, quizás, quizás…
Lo
que antaño era una gran interconexión entre estos llamados o autodenominados blogueros
y sus presuntos lectores, ha pasado a ser en la mayoría de los casos un simple
emoticono disfrazado de “me gusta” “me enfada” o “me divierte” cuando no son
sólo lecturas y silencios.
En
este caso, sí que puedo decir sin riesgo a equivocarme, que tiempos pasados
fueron mejores.
Se echan de menos aquellos días en los que un simple comentario inmortalizado en esa
pequeña obra particular que supone escribir un texto, insertar un vídeo, una
fotografía o una historia real o ficticia, nos animaba a continuar haciéndolo
por el simple hecho del ego bien entendido de que al otro lado de la pantalla
de un ordenador, existe alguien a quien tus palabras llegan de algún modo para
bien, para mal o simplemente para informar o reflexionar.
No
hay otro motivo ni razón para hacerlo. Si no fuera así, la intimidad de unas letras,
deberían ser precisamente eso: íntimas e insondables del propio autor.
Yo
mismo me acuso de ello y buscando mi propia absolución y amparándome en estos
otoñales días grises retomaré o al menos intentaré retomar café en mano, viejas
costumbres de visitar blogs conocidos y procurar dejar huella escrita en
aquello que veo, escucho o simplemente leo y me mueve a hacerlo.
Limpiaré
de recuerdos aquello que ya no me interese e indagaré en nuevas gentes con
aficiones comunes o que puedan aportar algo a mi existencia.
Dejaré
de compartir enlaces a lo que escribo en ese mensajero atroz en el que a mi
entender se está convirtiendo alguna plataforma como Facebook porque al fin y al
cabo quien te quiere leer, te buscará para hacerlo; quien quiera saber de ti,
buscará la forma o medio para llegar a tu puerta y quien se considere amig@ sabrá abrazar con palabras lo que el dibujo de una carita más o menos simpática no puede transmitir.
Este
Café del Swing permanecerá abierto al público mientras haya una sola persona
que demuestre interés en abrir su puerta y asomar la nariz y como de momento
conozco un visitante seguro que soy yo mismo, no existe peligro de cierre.
Quiero
agradecer a quien me visita y muy especialmente a quien
deja su huella en forma de comentario en el mejor lugar para hacerlo que es
aquí, “cara a cara” con el barman del local.
Porque
un blog se alimenta de los comentarios de la gente y es su principal razón de
ser. No es necesario comer mucho para estar bien alimentado al igual que no es
necesario tener muchos seguidores para sentirse querido y yo de eso, sé un rato
largo…
No
estaremos de moda y el mundo bloguero puede que esté de capa caída, pero yo de
esa capa hago un sayo y pienso que donde hubo fuego, siempre quedarán cenizas.
Gracias
Ya me habías avisado de esto y me da muchísima pena. No entiendo bien este mundo tuyo de los bloguers, Pero te buscare. Quizás no lo exprese todo lo bien que quisiera pero a mi me llenan mucho tus comentarios y observaciones. Me haces ver lo que tengo delante y pasa a mi lado sin reparar en ello. Lo dicho, te buscare.
ResponderEliminarNo te dé ninguna pena. Esto era así antes del dichoso Facebook y así creo que es mejor que siga. Me alegrará mucho que me sigas buscando; ya sabes que éste siempre será un lugar para charlas entre amigos.
ResponderEliminarBesos y abrazos
No he podido venir hasta ahora, amigo Luismi. Todo llega y todo pasa pero tienes razón, las personas somos como las veletas, no cuesta nada poner unas palabras cuando has leído un texto bien o mal escrito, no importa, la cuestión es dejar un sello de amistad.
ResponderEliminarEl vídeo mató a la estrella de la radio, el WhatsApp al e-mail y el Facebook al Blog.
Vendré a tu café porque me gusta el ambiente.
Un abrazo.
Agradezco siempre tus visitas. Con clientas como tú no faltarán cafés. Muchas gracias y un fuerte abrazo.
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