Siempre es
aconsejable y altamente necesario poner nuestra vida en paréntesis a modo de
una detención del tiempo. No creo que me equivoque si digo que quien más quien
menos necesita un momento de receso para respirar hondo y continuar la marcha
de esta travesía que nos toca vivir.
Lástima que la
vorágine de estos tiempos no nos permita encerrar esos recesos en un paréntesis
prolongado. Por ello, siempre procuro disfrutar de los buenos momentos aunque
sean ráfagas a discreción perdidas en escasos segundos.
Un
hipermercado no es para mí el sitio ideal para disfrutar de algo que no vaya
más allá de una compra que en pocos casos se convierte en relajada. Desde los
pasillos atestados de productos y transeúntes ocasionales, hasta esas cajeras
que casi pierden la vida en una loca carrera por acabar de leer códigos de
barras antes de que un servidor tenga tiempo siquiera de respirar, hacen de
este lugar algo muy alejado de la tranquilidad que por naturaleza busca el ser
humano o al menos, un ser humano como yo.
Procuro emplear
en estos lugares el tiempo justo y necesario para volver a respirar un poco de
aire menos viciado de prisas, marketing e impersonalidad y con esa intención
abandonaba hace unos días uno de estos locales, cuando un señor viejecito,
bastón en mano y andar dificultoso, al
sacar una mano del bolsillo de su chaqueta, perdió por el camino uno de esos tesoros de colores que guardaba.
Un pequeño
caramelo cayó al suelo envuelto en transparente papel.
Él lo miró, yo lo miré y
acabamos mirándonos los dos.
Rápidamente me
incliné, lo recogí del suelo y me dispuse a entregárselo cuando con una mirada
serena y entrañable acompañando una voz dulce me sorprendió diciéndome:
“Muchas
gracias, muy amable; se lo regalo; tengo más que me han dado en la farmacia”
Y extrajo
varios caramelos multicolores que guardaba como un tesoro en el bolsillo
derecho de su chaqueta.
Qué bonito Luismi! sabes sacar jugo a las cosas que muchos no damos importancia. Son como niños con los dulces, felices compartiendo. Cuando sea mayor me gustaría ser así y si en el súper encuentro a alguien que como yo se agobia, sacaré mi bolsita de gominolas y me acordaré de tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo de colores.
Y seguro que cuando hagas eso, la persona que reciba tu regalo, sonreirá.
ResponderEliminarUn abrazo muy dulce.