La
vida son momentos, son detalles, ráfagas de acontecimientos que muchas veces
pasan desapercibidos, pero que otras muchas, son como brisas que acarician los
días de sequedad de cuerpo y alma.
Cumplir
años es un acontecimiento que “casualmente” nos suele visitar cada trescientos
sesenta y cinco o seis días.
Llevo
ya unos cuantos entre pecho y espalda y muchos más que espero que el cielo y la
tierra me permitan poder contar.
El
domingo, no esperaba que fuera un día especialmente extraordinario. Un día que
amaneció de colores ocres y que no invitaba precisamente a salir. De esos días
en los que el mejor refugio eran unas sábanas arrugadas en dos cuerpos.
Pero
la obligación es la obligación y la devoción incluso mayor.
Pertrecharme,
colgarme del bracete a mi chica y caminar juntos hacia el lugar que hacía tañer
campanas, es algo habitual de cualquier domingo que a nosotros se nos precie.
Ceremonia
habitual y primer recuerdo por quien a muchos kilómetros también me hubiera
cogido de la mano al son de un Padrenuestro.
Fueron
segundos de nostalgias que dieron paso a la certeza de que cuando la felicidad
del ausente es grande, la mía, también debe serlo.
De
la devoción por lo divino, se hacía justo y necesario pasar también a la
devoción por lo humano y hacia el bar de siempre se encaminaron nuestros pasos,
detenidos por un abrazo inesperado, un achuchón fuerte y dos besos de amiga que
siempre agradezco.
Mismo
lugar, mismas caras, hombres de barra, mujeres de mesas y una enorme y helada jarra
de cerveza esperándome.
Un
brindis por los años, por las gentes, por los amigos y entre estos, uno que
quiso estar sin beber por culpa de unas radios y alguna quimio que no le dejan
disfrutar de lo que tantas y tantas veces hemos compartido en tragos de buenas
charlas.
Ahí
estuvo, al pie del cañón, al pie de la amistad. Marchó pronto, pero dejó para
un futuro de soles y calores lo que esta vez no pudo ser.
La
dulzura se abrió paso y me sorprendió en forma de hermosa tarta y sonrisa de
mujer. Dibujar amistad con palabras de nata y fresa y dedicar tiempo y esfuerzo
al difícil arte del bien ajeno, es algo que por infrecuente en los tiempos
actuales, se hace aún más valioso y así lo guardaré en el rincón de los
recuerdos especiales.
Un
hogar, un abrazo enorme con besos a juego de una niña somnolienta por noche de
bailes y disfraces, un billete con dos besos, un aperitivo y una carta.
Una
carta de esas sin sobre, sello ni matasellos, escrita con frías teclas, pero
con un sentimiento y corazón caliente que hicieron que la jornada de puertas
abiertas de lacrimales, quedara oficialmente inaugurada por una amiga a la que
apenas veo, pero que conoce bien lo que soy o más bien, lo que intento ser.
No
tengo palabras para agradecer las suyas pero sí la promesa de una larga charla
de cafés y amistad.
De
ahí pasé sin descanso a la carcajada que me provocara un tipo que hablaba de
adultescencias en un vídeo que me envió otra amiga a la que aprecio mucho
aunque ella misma piense con su “negatividad” habitual que no es verdad.
Dos
niñas pequeñas escondidas en un disfraz de payasos justicieros en tierras con
olor a sidra, que con su felicitación me hicieron añorar sus montañas.
Una
partida de cartas de chinchón sin hielo con quien mantenía ojos tristes de
cansancio, en un mal día, que mejorará en otros miles que espero estar a su
lado.
Unas
velas que apagar con una sonrisa y un beso a muchos kilómetros que también soplaron
conmigo.
Un
pequeño regalo de una figura que con los brazos abiertos me abraza como sólo Él
sabe hacerlo.
Y
por último, otra mujer, otra amiga que viviendo incertidumbres de cuerpo, no
tiene ninguna de alma para llamarme y felicitarme con el mismo cariño que
siempre mostró.
Así
acabó un día en el que unas cuantas pequeñas cosas hicieron de un cumpleaños más,
uno imborrable.
A
todas las personas que lo hicieron posible, desde la patata,
G
R A C I A S
No recuerdo la última vez que tuve que retocar una entrada después de haber sido publicada, pero esta vez lo haré.
Un cartero tuvo la culpa por no entregar a tiempo lo que vino de verdes tierras y que siendo también pequeñas cosas, hacían imposible de ocultar al recuerdo de estas letras.
Quien lo envió tiene la rara habilidad de poder estar siempre en dos sitios; allá donde los tréboles tienen la suerte de conocerla y aquí a mi lado y muy dentro de mí donde sólo un padre orgulloso quiere y sabe tenerla. A mi hija, con todo mi amor, gracias. Te quiero
P.D.1 No quiero olvidarme tampoco de los familiares, amigos y compañeros que también dedicaron parte de su tiempo en acordarse de un servidor agradecido.
P.D.2 Me estoy dando cuenta que allá por donde voy, estoy rodeado de mujeres. El día que sea guapo, no me aguantaré ni yo… Se os quiere.
AÑADIDO OBLIGADO, QUERIDO Y AGRADECIDO
No recuerdo la última vez que tuve que retocar una entrada después de haber sido publicada, pero esta vez lo haré.
Un cartero tuvo la culpa por no entregar a tiempo lo que vino de verdes tierras y que siendo también pequeñas cosas, hacían imposible de ocultar al recuerdo de estas letras.
Quien lo envió tiene la rara habilidad de poder estar siempre en dos sitios; allá donde los tréboles tienen la suerte de conocerla y aquí a mi lado y muy dentro de mí donde sólo un padre orgulloso quiere y sabe tenerla. A mi hija, con todo mi amor, gracias. Te quiero
Gracias a Víctor, Alfonso, Yolanda y Laura por sus recomendaciones musicales a la hora de poner la banda sonora a un cumpleaños que ya pasó pero no se olvida.
Y estas dos, las añado yo por razones más que obvias. ¡Que no pare nunca la música ni la buena gente!
¡Ahora sí!
F I N
Qué bonito es sentirse cerca de alguien a través de sus palabras y sus pensamientos más valiosos. Muchas personas te regalaron, a veces sin darse cuenta, la más valiosa de sus felicitaciones: un abrazo, un beso, una carta, una jarra, una tarta... lo que aún no se ha escrito es que tu eres el primero que, con tu forma de ser y de querer, nos regalas los 365 días del año el mejor de los presentes: el cariño de un hombre (padre, esposo, amigo, vecino...) con inmensa bondad, aderezada con grandes cantidades de magia. Te quiero mucho Papá.
ResponderEliminarDicen que cada uno tiene lo que se merece. Yo teniendo hijas así, tengo muchísimo más de lo que merezco. Formas parte estelar en ésta y en todas las historias que yo pueda o quiera contar. Gracias hija.
ResponderEliminarTe quiero
Como bien dice María, ese día lo forjaste tu a golpe de sonrisas, Saludos,Oraciones, ratos de cervezas, ratos de lágrimas, de palabras que te brotan del corazón y de sentimientos verdaderos que se asoman tras tus palabras. Yo, guardo especialmente cada uno de esos detalles tan particulares que me ofreciste en algún momento.
ResponderEliminarComprender que todo esto lo haces a tu manera es mi forma de aceptar tu amistad y la de los tuyos.
Gracias por recordarme en unas de estas preciosas líneas de tu cálido Blog y feliz por haber podido sorprenderte.
Luismi es un verdadero placer ser una de tus amigas. Me dijo una vez alguien a quien conociste bien, q estaba rodeado de regalos, descubrirlos es todo un placer, descubrí dos y ahora otros dos. Supongo q allá donde esté se sentirá orgulloso de q me acojas entre tus amigos. Gracias otra vez. Mil besos
ResponderEliminarMi querida Yolanda: son esas pequeñas cosas que desde hace años quizás pasaron desapercibidas y que en los malos momentos es cuando han dado la cara para hacernos ver que a las personas siempre nos unirán los buenos sentimientos sin artificios externos. Me alegra saber que un día pude ayudarte al igual que hiciste conmigo en mis horas bajas. Así que llegados a este punto, que siga la fiesta muchos años. Gracias
ResponderEliminarBesos de nata y fresa
Espero querida Amelia que ese señor en todos los sentidos que fue tu padre y mi amigo, se sienta tan orgulloso donde todos sabemos que está, al menos como lo estoy yo de que mi Amigo de siempre ponga en mi camino a personas como vosotros. Es un honor compartir amistad.
ResponderEliminarMuchas gracias
Besos y abrazos
Falto yo, no me conoces, solo por mis letras, por mis comentarios, sin embargo creo que si te viera con los ojos del alma sabría que eres tú, tengo esa virtud, ya ves...
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte, pero hay veces que escribes tan profundo y bonito que llego a incluirme entre tus amistades y puedo comprender mejor que cumplir un año más es un regalo maravilloso de la vida.
Feliz cumpleaños Luismi, estás rodeado de gente que te quiere y aprecia tu bondad. Eres muy afortunado.
Mi querida amiga y digo "amiga" porque sin conocernos, lo eres. Hace ya mucho tiempo que me vienes acompañando por estos barrios y formas parte de ese grupete del que siempre me gusta rodearme.
ResponderEliminarNo nos conocemos personalmente, pero quien sabe si algún día no nos llegaremos a tomar un café humeante que no sea virtual. Estaría encantado.
Muchas gracias por tu felicitación. Espero que nos podamos seguir felicitando muchos, muchos años.
Besos y abrazos
Leí la entrada cuando llegó a mi email el otro día, pero dejé "para después" el dejar un comentario; y me llevo doble entrada con el "retoque" (que de eso no me avisa el email).
ResponderEliminarGracias. Es la única respuesta que contiene cosas que las palabras no pueden decir.
Un abrazo.
P.D: a la niña que habita en la tierra de mi santo patrón...: no puedo -debo de estar ya requetetorpe- dejar comentarios en tu blog, pero leo ;)
Gracias a ti Patricia por esas cartas llenas de tan buenos sentimientos y por esas lecturas de una niña en tierras de verdes tréboles.
ResponderEliminarBesos