Una
bolsa de a duro; de esas de a cinco pesetas.
Era
el pretexto ideal para sentarse donde más calentaba un sol de invierno o refrescaba
una sombra de verano para elevar los ánimos de chicos y grandes en cualquier
pueblo o ciudad.
Pipas
compartidas entre amigos que en muchas ocasiones no sumaban más de dos.
Conversaciones de esquina con sabor a sal.
Cambiar
cromos, bolas de cristal o simplemente impresiones de chavales rabiosos de
inocencia sin adulterar.
Chavales
y chavalas que fueron creciendo y pasaron de los cromos y las pegatinas de sus
ídolos a las chicas y chicos que gustaban o dejaban de gustar.
La
esquina, era la misma; el sol, seguía calentando y saliendo siempre por el
este, pero nunca faltaban esas pipas aunque ya no fueran en bolsas de a duro.
Las
charlas se hicieron más serias; los problemas crecían al ritmo del tamaño de
los calcetines; pero eran benditos problemas porque eran compartidos,
comprendidos, masticados y muchas veces solucionados por quien teníamos al
lado.Bastaba una compañía, un silencio cómplice y una escucha sincera para dejar el rascacielos de una contrariedad a la altura de un segundo piso.
Pasaron
los años y llegaron pubertades, acnés, colonias y bailes imposibles. Los juegos
de quienes creyéndose adultos, no dejaban de ser simples mocosos sin pañuelo.
La
legión de amigos dejó de serlo para desperdigarse en terrenos y personas por
explorar.
Pasaron
los años, llegaron anillos, kilos y niños y donde dije amigo, digo recuerdo.
Y
llegó un día con fecha de hoy.
Un
día en el que por desgracia hablan más los dedos deslizándose por un cristal de
colores artificiales llenos de ceros y unos; un día en el que un mensaje llega
a la otra persona sin tinta, café, o palabras directas de boca a oído.
Ese
día en el que asusta más la individualidad y el aislamiento personal que mil
bombas caídas desde el odio.
Estoy
viviendo momentos contradictorios pero a mi entender, maravillosamente
propicios para un regreso al futuro de las relaciones humanas que nunca
debieron perderse en cambios generacionales y años de avances tecnológicos.
Percibo
y me reconozco también a mí mismo como uno de esos caballos anclados en un
tiovivo de la noria de una sociedad que te hace girar al ritmo de una falta de
diálogo verdadero cara a cara, corazón a corazón.
Es
hora de gritar ¡basta!
Mi
cerebro piensa que el mundo habla sin hacerlo; que los sentimientos, el estrés,
la pena, la soledad, la incomprensión están enmascarados en capas y capas de
modernidad mal entendida y empleada.
Y
por otro lado, la patata que afortunadamente no deja de latir, me dice que
sigue existiendo un tipo de apariencia ruda que se emociona pañuelo en mano con
palabras y abrazos amigos cuando doña enfermedad decide ser compañera de viaje;
que existe una cría con trenzas que deja escapar lágrimas en algún banco,
mostrando sin tapujos la realidad de una bondad celosamente escondida en el
cuerpo de una mujer; o que existen dos mujeres que cara a cara ahogan nervios
en refrescos de charlas de amistad acrecentada día a día, cariño a cariño; o aquella otra que poco a poco va encontrando
la compañía que una soledad traidora le arrebató y que se atreve a decirme que me quiere.
Mi
instinto, mi naturaleza, mi forma de ser y pensar me obligan a silenciar
cerebro y tender manos a personas así.
Una
mano la tenderé a quien quiera dejar a un lado miedos al silencio. A quien
quiera buscar la compañía de una risa o una lágrima sincera. A quien necesite
agarrar el cuello de una botella y brindar en compañía. A quien pida un pañuelo
de papel, una oración o simplemente dos oídos que escuchen.
En definitiva, a quien no le importe querer seguir siendo niño.
¿Y la otra mano?
En definitiva, a quien no le importe querer seguir siendo niño.
¿Y la otra mano?
La otra mano, siempre tendrá una de pipas.
Que afortunadas son algunas personas!!
ResponderEliminarEl poder de la imaginación, nos lleva a oler a café, cada vez que leemos tu blog.
El poder del Amor a Dios nos lleva a olvidar todos los "dolores".
El poder de la amistad nos lleva a la esperanza y deja crecer en el interior un anhelado reencuentro.
Tu eres el más afortunado, tu lo estas haciendo.
Precioso escrito que hace alusión a la frase que tienes en el sidebar "Soy lo que quise siempre ser de grande, un niño".
ResponderEliminarEl contacto entre las personas se ha perdido o se está perdiendo,lo que antes era una reunión de amigos en un parque o una plaza para comentar los sucesos de la semana, se ha convertido en un grupo de gente conectada a través de un servidor, de una pantalla y un teclado.
Así esa bolsa de pipas no se puede compartir y es una verdadera pena.
Un abrazo mi buen amigo.
Sí que me considero afortunado. Pero no es mío el mérito. Es de Él por guiarme o poner en mi camino los instrumentos y las personas que me puedan ayudar a ser feliz.
ResponderEliminarEn una semana que particularmente se debate entre la nostalgia y la esperanza,gracias por esas palabras y amistad.
Un abrazo fuerte y un café largo de charla
Comparto contigo esa bolsa de pipas, por acompañarme siempre en esta esquina soleada.
ResponderEliminarMuchas gracias amiga y un fuerte abrazo.
Interesantes reflexiones, creo que a todos los adultos nos queda algo de esa niñez, en muchas ocasiones nos vienen aquellos recuerdos de nuestra infancia, con aquellos amigos que fueron desapareciendo con los años, quizás fueran tiempos mas difíciles y nos conformábamos con muy poco para ser felices.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que precisamente el problema ahora existe porque los niños no saben, no aprenden,no quieren o no les enseñamos a conformarse con poco. ¿No crees?
ResponderEliminarGracias por el comentario Matías.