viernes, 7 de abril de 2017

Dignidad y orgullo



Regreso a casa con el mismo chucuchú del cercanías de siempre. Viaje apestado de gente, vagón central y “tren con destino Aranjuez”, escuchándose por la megafonía.

Trayecto sentado, pero incómodo. Poco espacio para maniobrar y pies juntos.

No era ni mucho menos una posición ideal. El cuerpo me pedía un relax, que de ningún modo pude darle.

Subidas, bajadas, puertas que se abren, luces rojas, pitidos… todo lo típico de un típico viaje con destino a comida y hogar.

Llegada a la estación de El Casar y disposición a salir. Aglomeración de gente en la puerta y comienzo a bajar los peldaños que me separan del andén.

Con sumo cuidado bajé esos dos escalones que me parecían dos plantas sin ascensor.

Pies en cemento y comienzo a caminar muy despacio.

Por la izquierda me adelantan jóvenes estudiantes, un operario de limpieza, dos corredores fosforitos (por las camisetas que llevaban), una señora entrada en más kilos que años o viceversa y otras personas que no sé si eran fu o fa o ninguna de las dos.

Por la derecha, un hombre en silla de ruedas, una madre de bebé colgado en pecho e incluso un viejecillo de bastón carcomido.

En poco espacio de tiempo y lugar, me percaté que detrás de mí ya no quedaba más que el silencio imaginario de un grillo observador.

Continué despacio; algo así como deleitándome con el maravilloso paisaje inexistente y degustando un mediodía soleado.

Despacio, sí; pero con dignidad y orgullo, porque ni siquiera una pertinaz lumbalgia impedirá que un tipo como yo, deje de ser lo que es.



P.D. Siempre me quedará el consuelo de que al menos no me adelantara el McLaren de Fernando Alonso. (Con todo mi cariño y admiración hacia mi piloto favorito).



6 comentarios:

  1. Querido Luismi, algunas veces, parar y observar a nuestro alrededor nos hace descubrir rincones o colores que por ir deprisa no podemos observar.
    Se que te duele, No hay más que mirarte y ver tu cara, pero como dice aquel... No hay Mal que por bien no venga... Ya sabes, a sacar lo positivo. Mira el post tan bonito que has creado de un viaje rutinario y de un mal dolor. Eres un genio

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  2. Me gusta muy de tarde en tarde tomarme la vida con un poco de calma y observar. Esta vez no tuve más remedio por esos latigazos de dolor que de vez en cuando me dan, pero bienvenidos sean si sacamos algo positivo al final.

    Muchas gracias por lo de genio; sólo espero no ser el de la lámpara ahora más que nada por la estrechez de espacio que para mi estado actual, no me viene nada bien je je je.

    Besos

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  3. Buena descripción de ese trayecto en cercanías. Se muy bien lo que se siente con lumbalgia, la he padecido varias veces.
    Saludos.

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  4. Entonces Matías sabrás de sobra lo incómodo que puede ser. Gracias.

    Saludos

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  5. Ay mi querido amigo!! hasta una lumbalgia no te impide observar lo que un día cualquiera puedes disfrutar. El dolor típico de la estación primaveral con tantas subidas y bajadas de presión. Por si te sirve de consuelo llevo dos meses en rehabilitación por rotura de menisco y no por hacer deporte precisamente, sino por desgaste, la maldita artrosis viene empujando y aunque parezca mentira, desde los treinta los huesos empiezan a desgastarse. Sí, desde los treinta.
    La columna lumbar se resiente, los pinzamientos de las vertebras comienzan, presionan los nervios de la zona y ¡zas! lumbalgia.
    Todo pasa y todo llega, como decía Machado.
    Ya te habrás recuperado.
    Un abrazo.

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  6. Afortunadamente ya pasó sí. Pero esta vez ha costado un poco más. Los años no pasan en balde, eso está claro. Pero que nos vayan quitando lo bailao aunque sea con dolores. Muchas gracias cómo siempre.

    Un abrazo gordo y sano

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