lunes, 28 de mayo de 2018

Leucocitos




Caminaba yo por largos pasillos subterráneos atestados de una marabunta multicolor de personas de ida y vuelta y víctima quizás de calores, somnolencias matutinas o simple y llana locura, comencé a divagar.
Imaginé, que ya es imaginar en mi caso, un cuerpo humano por dentro. Más exactamente, centrando mis pensamientos en el trasiego de microscópicos elementos que pululan por diferentes partes de nuestro organismo.
Y pensé, que ya es pensar también…
¡Esos cinco que van delante, parecen leucocitos!
Ese chico con cara de mala leche, debe ser un trombocito. ¡Descarao!
Un chavalín, mochila a espalda, al que bauticé como simpático linfocito.
Incluso como hombre que soy, me fijé que también circulaban varias “pedazo de plaquetas”.
Pero una sombra en mi ánimo me cubrió por entero cuando descubrí que quien todo eso pensaba, quizás no era más que un simple e insignificante espermatozoide cuya defunción, casi con total probabilidad, era cuestión de horas.

1 comentario:

  1. me gusta tu texto lo he pasado bien mientras te leía
    abrazos desde la madrugada de mi vida

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...