jueves, 21 de junio de 2018

Acorralado




Ni era Stallone, ni la acción se desarrolló en ningún bosque escarpado de los EEUU.
Era yo a plena luz del día en una calle de mi ciudad sin escapatoria posible.
Andaba tranquilo de regreso a casa en un nublado día del mes de mayo pensando en mis cosas cuando, de repente, ocurrió.
Miro al frente y descubro dos mujeres que como radares y percatándose de mi presencia, no me dejaron más opción que un encuentro indeseado.
Dos mujeres, dos, de edad digamos más avanzada que madura. Dos mujeres conocidas y que precisamente por ello, activaron todas mis alarmas.
Hacerse el sueco, era imposible y aún más siendo de Cuenca. Regresar por los pasos que dejé, demasiado descarado incluso en esta situación.
Sólo me quedaba el milagro que no se produjo. Como aves rapaces, se lanzaron hacia su víctima para engullir los despojos de un ánimo y ánima que se preparaban para lo peor.
No tuvieron piedad con su víctima; siendo dos, me acorralaron. Utilizaron baterías de preguntas que ninguna defensa antiaérea hubiera podido rechazar.
¿Te acuerdas de…? Tu padre y el mío… Tú debes conocer a… Tu madrina de bautizo fue……
Ese hombre, ese yo o lo que quedaba de mí, por más que intentó hacerles ver que ese niño del que hablaban marchó del Cuartel de la Guardia Civil donde nació a los seis meses de nacer para no volver a ese pueblo manchego hasta pasados más de cuarenta años, no podía conocer y mucho menos recordar todo aquello que como una metralleta disparaban por aquellas bocas.
Lo intenté todo; encender pitillo para ahuyentar con humos lo que de palabra era imposible, pero ni con esas.
Ellas seguían, seguían hasta que por fin decidieron que era suficiente tortura por ese día para un hombre que siendo paciente, abrió la puerta de su casa alterado y con el propósito de encontrar un arma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Y vueltas y vueltas…

            Te movías al son de océanos de agua cristalina; yo te observaba con la mirada de quien bajo un asombro temporal, atisbaba un fin...