viernes, 29 de junio de 2018

Mitos, leyendas, personas




El tiempo ha sido siempre juez inexorable dictando sentencias a favor o en contra de ideales o perspectivas humanas o históricas en hechos que transcurren en la vida que nos toca vivir.
Con los años, no sólo crezco en canas sino que también creo que en madurez de pensamiento. No necesariamente significa esto que mi grado de acierto aumente considerablemente a la hora de pintar el boceto que algún día pude crearme teniendo como modelo a personas que por sus dotes de destacada habilidad intelectual, artística o humana llamaron a la puerta de mi atención.
No ha cambiado en mí la atracción por la cultura en general y muy específicamente por la cultura musical. Todo lo contrario.
He admirado y admiraré siempre a quien de un bolígrafo dibuja notas musicales para llevarlas a oídos que las quieran escuchar. Eso no va a cambiar nunca.
Pero sí que me doy cuenta que ese tiempo poco a poco y de manera firme, me lleva a la búsqueda de algo que para mí es esencial aún por encima de canciones, letras u obras del afortunado ser humano que es capaz de crear una obra de una nada.
Y ese algo, en la medida de mis posibilidades, es la persona que hay detrás de tanto arte.
Idealizar al artista, en gran parte de los casos lleva aparejado unos riesgos importantes.
Hacer de hombres o mujeres dioses adorables cuya religión se sigue a pies juntillas, acaba siendo un saco roto por el que van cayendo sentimientos defraudados.
Me apena con insistencia que dos más dos no sean cuatro si quien lo dice arrastra legiones de seguidores.
Mis ojos se abren con mayor profundidad cuando en esas malditas redes en las que estamos enganchados me muestran y demuestran a personas que viven por y para un ídolo que siendo hoy de oro, algún día pueda ser de barro.
Esos ídolos, crecen como todos; esos ídolos soplan velas como cualquiera; esos ídolos mirarán algún día espejos que devolverán arrugas en la piel.
¿Y entonces qué?
Sólo nos quedará su obra, pero no la gracia.
Porque ese tiempo que no deja de pasar, aumentará en años y disminuirá la sorpresa, la expectativa y los flashes de cámaras en teléfonos.
Es entonces cuando el ídolo de masas se convertirá quizás en el mejor de los mortales encerrado en maduras soledades de cuatro o cinco.
¿Quién entonces se acordará de él? Sólo el verdadero amigo; sólo el familiar cercano.
Yo he sido uno de esos que a pies juntillas he creído más en los focos que alumbraban al artista, que a la verdadera persona que irradiaba su ser.
He buscado el autógrafo, la imagen, el abrazo y cuatro palabras con quien era lo que yo en mis fantasías musicales de ayer y hoy quería ser.
Y es ahora con un puñado de años más a cuestas, cuando me doy perfecta cuenta que una cosa es el oído y otra muy diferente, el sentimiento.
Recuerdo una breve conversación de hace ya más de un lustro con un artista que a la salida de uno de esos conciertos habituales de pequeña sala, me comentaba:
A las personas con cierta edad que acuden a nuestros conciertos, hay que cuidarlas, porque una cosa es ser fan y otra muy diferente que te sigan sabiendo perfectamente el motivo de hacerlo”
Sabias palabras que cada día me hacen más reflexionar en el modo en el que enfoco y me enfocan a la hora de seguir de un modo u otro al artista.
La música podrá ser de mayor o menor calidad; podrá vender más o menos discos, pero lo que al final valoraré cada día más es a la persona que hay detrás de cada disco y no tanto a aquello que como la vida misma debe asociarse a un play para sonar bien.



2 comentarios:

  1. Si, detrás de una obra de arte del calibre que sea, hay una persona que muchas veces junto a su habilidad, sabe mostrar sus inquietudes, su gran sensibiliad y en definitiva su alma.
    He tenido un padre artista en la pintura,tengo una hija cuyos dedos se deslizan por las teclas y me emocionan y tengo amigos que con sus letras transmiten sus sentimientos de una manera que nos hacen vibrar. Uno de ellos me está leyendo en este momento.
    Ser un virtuoso no es nada fácil, serlo con humildad le honra.
    Un abrazo Luismi.

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias querida amiga, primero por tu comentario y segundo porque viniendo de una persona como tú, doble honra y alegría.

    Me alegra mucho saber que esa rama artística en tu familia se transmite de generación en generación y ojalá que nunca se pierda. La cultura y el arte siempre van de la mano. Y normalmente quien practica ambas, será una persona completa en muchísimos sentidos.

    Un fuerte abrazo y te deseo un gran y cultural verano

    ResponderEliminar

Se agradece siempre tu compañía y opinión. Este blog sería un algo en la nada sin comentarios.
Gracias

Privilegiado

El diccionario nos revela que una persona privilegiada es aquella que tiene cierto privilegio, ventaja, derecho especial, prerrogativa o acc...