Podía
sonar a broma, pero no. Podría parecer irreal, pero tampoco.
Cuando
el sol no termina de salir por el este, un hombre habitualmente
sentado en un banco, o deambulando por aceras de barrio fumando puro,
habla consigo mismo en un lenguaje extraño y a la vez
chirriantemente repulsivo.
Siempre
en solitario; vestimenta habitual y más años entre pecho y espalda
que quien a esas horas no puede evitar escuchar más que ver, a un
tipo como él y que no es otro que quien esto escribe.
Salir
de casa a horas tan tempranas y al pisar zapato en acera comenzar a
escuchar sonidos inconfundibles de gases desbocados en boca que no
sabe estar cerrada, provoca en mí una desazón de cuerpo que no sabe
si correr, o regresar por donde salió.
No
es uno ni dos; es una metralleta en modo automático que no para de
soltar munición a quien no puede escapar de sus ataques a no ser que
sea sordo.
¡Será
cabrón!, pensé una vez.
¡Pobre
hombre!, pensé una segunda.
¡Será
una enfermedad! me dije a la de tres.
Pero
el transcurrir de los días, me hace dudar de todas mis conjeturas.
Este
señor, que no para de eructar a pies juntillas, sólo detiene su
macabra costumbre cuando habla con alguien o se quema los pulmones en
inspiraciones de humos de largo habano.
Me
devano los sesos y hasta los sexos, intentando encontrar explicación
a este hombre del que huirían hasta los caballos sin esperar
susurros.
La verdad es que desde primera hora de la mañana, tienes la virtud de encontrar las cosas más inéditas y sorprendentes, y luego las cuentas con tu peculiar estilo.
ResponderEliminarTipos raros y frikis los hay, no te devanes los sesos, es un maniático que traga demasiado aire seguramente por ansiedad. Digo yo...
Un abrazo.
Ya conozco a este hombre desde hace bastante tiempo y es siempre lo mismo. Algo en él, no funciona bien partiendo de que sin necesidad a esas horas sea verano o invierno, deambula por el barrio.
ResponderEliminarEn fin, no lo daremos más vueltas.
Un abrazo querida amiga