miércoles, 22 de agosto de 2012

Dos hombres frente a frente

El duelo estaba servido. La incitación de uno, bastó para activar los bajos instintos del otro. Sin concesión a la duda, nadie encontró un argumento para que estos hombres no se dispusieran a llevar a cabo una sinrazón en edad madura.

Yo fui testigo de ello y percibí este duelo en toda su crudeza.

Pocas fueron las palabras. Sudor en la frente, puños apretados, miradas fijas sin un pestañeo delator. Media sonrisa y un ictus salvaje.

Y de pronto, uno de ellos gritó:

“Tres con las que saques”

La cara del otro cambió. Sabía que había perdido.



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