Testimonios,
hay muchos. Confesiones íntimas o no, también. Pero vaciar el alma, fluyendo
las palabras directamente del corazón de quien habla y que llegue como un misil
a conmover a toda aquella persona que tenga un mínimo de sensibilidad moral, no
es nada fácil.
Aún menos si
se hace públicamente, ante decenas de personas familiares o no, amigas o completamente
sumergidas en el anonimato.
Ante
nosotros, simplemente una mujer que presentándose nos dio por nombre Patricia y
por edad 38 años.
Todo lo que su
corazón habló, fue la historia de su vida. Una vida que ha sido y sigue siendo
un camino lleno de vicisitudes, de desgracias, de enfermedad, incluso de deseos
e intento real de dejarse encontrar por una muerte adelantada. En definitiva,
una vida repleta de suertes que todos buscamos y que a ella no le premian ni
tan siquiera con un pequeño reintegro.
Con una
historia así y relatada sin ocultar detalles que a cualquiera nos podrían dar
reparo exponer, no pude por menos que emocionarme, porque a pesar de todo ello,
esta mujer sigue vistiendo toda negatividad con el color de la más fuerte y
mejor de las esperanzas.
Por eso, me quise
unir a ella en pensamiento y voz cuando sujetando firmemente un hermoso crucifijo
finalizó su exposición diciendo con total convicción:
“Creo en
Dios Padre Todopoderoso…”
* Dedicado a Patricia a la que sólo puedo decir “gracias” por querer que la acompañáramos en un acto de reafirmación y valentía tan hermoso y sincero como el que nos ha regalado en nuestra hermosa Catedral.
Es un hermoso homenaje para alguien tan valiente como nos cuentas y escrito por alguien que tiene la facilidad de tocar la fibra más sensible de los que le seguimos.
ResponderEliminarUn abrazo para ti.
Como siempre querida amiga, gracias. Es un placer compartir pensamientos y vivencias con tan buena gente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.