¡Qué palabra
más corta esa de padre! ¿Verdad?
Sin embargo,
penetrando en su significado, la madeja de hilo que podríamos formar, sería
inmensa.
Los años
desde que uno es padre, pasan igual para todos. No pasan en balde jamás, pero
también con el paso de los años uno va macerando recuerdos, vivencias y
sentimientos que van llenando poco a poco una hermosa alforja de vida en
familia.
Padres los
hay a millones, no es nada difícil serlo, pero sentirse plenamente realizado
con lo que ello conlleva, no es tarea tan sencilla.
Porque ¿qué
es ser padre en lo más profundo de esa acepción?
Ser padre es
jugar a ser niño mientras ellos no paran de jugar a ser mayores.
Ser padre,
es desvelarse con sus desvelos. Acompañar sus risas, llorar por dentro las
lágrimas que dejan resbalar por sus mejillas; sentir su dolor como propio, sus
ilusiones como mías, sus fracasos como mis derrotas.
Es no perder
nunca ese olor a piel rosada de recién nacido; seguir acurrucándolos y dejándonos
acurrucar sin mirar años, canas ni arrugas.
Es seguir
dando vueltas y vueltas en un corro repleto de patatas aunque las piernas no
obedezcan como antaño.
Mirar con
sus ojos, escuchar lo que ellos escuchan, anhelar lo que ellos sueñan y seguir
jugando a un escondite en el que siempre nos dejaremos encontrar.
También
significa guiar a quien camina solo; educar, perseverar en unos principios, enseñarles
a ser justos, a perdonar, a pedir perdón, a amar la cultura, a desechar enemigos
que se ven y aún más a los que no se ven; a tener abiertos los ojos y aún más
abiertos los oídos; a discernir atendiendo a una conciencia que nunca debiera
jugarles malas pasadas; a creer en amistades de verdad y a no arruinar vidas
por miedo a soledades.
Ser padre,
es todo eso y un millón de cosas más.
Yo soy
padre; lo tuve y lo sigo teniendo fácil para serlo. No tengo más mérito que el
de aquel que por suerte o por una bendición de mi buen Amigo, puede presumir
orgulloso de tener unas hijas que en el mejor de los sueños, nunca pensé
merecer.
Por eso hoy,
ayer y pasando una eternidad, daré gracias a Dios por esos tres regalos que
tengo en casa. Dos que me siguen llenando la cara de besos llamándome padre,
papa, papi o papá y aquella que no pudo traer a mi mundo mejores regalos.
Intuyo hoy
músicas, risas, brindis y besos.
Y quisiera compartir felicitaciones con todos
aquellos que fueron, son y serán padres, haciendo una mención especial a un
señor que sin estar a mi lado siempre está conmigo y al que siempre con
orgullo, seguiré llamando “papá”.
FELICIDADES por ser padre, buen padre, seguro y por tu hermoso texto que dice mucho de ti.
ResponderEliminarUN ABRAZO.
Muchas gracias amiga. Al menos, intento ser buen padre. De momento, por lo que me dicen, si no me engañan, parece que lo voy consiguiendo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.